La llegada de las elecciones nacionales pone en actividad constante a todos los municipios, trabajando por mostrar las mejores galas en cada localidad, de uno y de otro color, y este sábado pasado le ha tocado el turno a Boadilla.
Este sábado le toco el turno al palacio del Infante don Luis, construido en 1765 de estilo neoclasico madrileño, con unos jardines recientemente inaugurados.
El actual palacio se alza sobre el antiguo palacio de las Dos Torres, y fue la residencia principal del infante don Luis desde 1765 hasta 1776, año de su matrimonio morganático con María Teresa de Vallabriga.
Hasta ahora el palacio ha sido objeto de varias restauraciones, entre las que destacan las emprendidas en 1944, en 1973, en 2006 y en 2014, esta última financiada a través de Fondos FEDER de la Unión Europea.
Las visitas teatralizadas y las gymkanas culturales que se han realizado en la plaza de la fuente, han sido muy bien valoradas por los vecinos, algunos incluso antiguos estudiantes que residieron en el palacio tras la guerra civily que querían volver a recordar su paso por esta localidad.
El alcalde D. Juan Terol y algunos de sus concejales, desde el balcón del palacio de esta localidad, daba la bienvenida a todos los asistentes al espectáculo de luz, música y fuegos artificiales que en pocos minutos iba a dar comienzo.
No falto antes del lanzamiento del primer cohete, recuerdos a todos y cada uno de los últimos logros gestados, a escala nacional y local, anunciando los cerca de 82.000 visitantes de los últimos seis meses, datos que entendemos ha ido recontando el vigilante de la entrada a los jardines que otro método no vemos instalado, pero fue la multitud de noticias de bajo alcance para los boadillenses y por lo extenso del discurso, empezó a provocar las quejas de los invitados, que como en corridas de toros, empezaron a sacar los pañuelos blancos en clara alusión a lo que tardaba en matar al “Vitorino” de esa noche.
Un espectáculo que muchos compararon con los fuegos de las fiestas pasadas, por su calidad y por su originalidad, y que en muchos casos, y gracias a la música elegida superó ampliamente los de las pasadas fiestas, una forma que bien se podía repetir en el futuro.
Una fiesta por todo lo alto, y que seguro que celebraron especialmente la pareja de recién casados, que a esa misma hora, celebraban el banquete en el cercano monasterio.