spot_img

Sólo se aprende a crecer cuando se examina el pasado con perspectiva

A finales del pasado mes de mayo, José Luis Panero González-Barosa, vecino de Boadilla del Monte de 41 años, fue distinguido Profesor de Honor del colegio Trinity College-Liceo Serrano, motivo suficiente por el que Boadilla y Mas se hizo eco de la noticia. Y como nunca es tarde para celebrar las cosas buenas, nos hemos acercado al laureado Profesor, periodista, crítico de cine y actor, para conocer un poco más de su persona.

¿Cuál cree que ha sido la motivación a lo largo de su vida que le ha permitido llegar a este punto?

Una suma de casualidades o un cúmulo de coincidencias, que no es lo mismo. Siempre hay momentos en los que las motivaciones surgen desde lo inesperado, por ejemplo, cuando el año pasado recibí un importante premio por una interpretación de teatro. No me lo esperaba y eso me impulsó para coger carrerilla y tomarme el teatro como una vía de escape ociosa más perfecta, más responsable. O al menos yo así lo consideré.

En todo caso, siempre he intentado ser una persona coherente y consecuente en sus acciones, con mis fallos y también con mis aciertos en todas las áreas y en todos los ámbitos. Y creo que esa es la línea de trabajo de la que partir, es decir, reconociendo que sólo se aprende a crecer cuando se examina el pasado con perspectiva y desde ahí la película es muy distinta de cuando uno la vive en carne propia. Como dijo el actor español Carmelo Gómez, sin muchas apariciones en la pantalla grande durante años y verse después recompensado con un premio de cine, “durante todo este tiempo lo único que he aprendido es que nunca es tarde para madurar”. Este también es mi caso, y, lo que es más importante: ser una persona íntegra y digna para poder trasladar después todas estas virtudes a todas mis ocupaciones profesionales. A mí me parece una riqueza incontable. Y, antes o después, siempre, siempre la vida te premia. ¿Motivación?: ser siempre uno mismo.

¿Cómo enfoca su día a día en el colegio? ¿Qué valores predominan en su enseñanza?

Yo puedo hablar de mi colegio, del Trinity College-Liceo Serrano, el que yo conocí cuando lo conocí, hace años, ¡demasiados! Creo que a mí y mis compañeros, todos los profesores y el personal no docente nos enseñaron a respetarnos, a respetarnos unos a otros y a entusiasmarnos por lo que realmente podía ser interesante. Por eso siempre tendré un gesto infinito de gratitud hacia ellos, quienes fuera del ámbito escolar hacían por que fuéramos mejores personas.

No sé si soy digno para hablar con autoridad sobre el mundo de los valores. Sí sé que basta con dar buen ejemplo de cuantas acciones hacemos cada día. Eso funciona. Eso lo recibe cualquier persona, después depende de ella ponerlo en práctica. Desde luego, a mí me parece el camino más corto para ser feliz.

¿Qué aspectos han de mejorarse en la enseñanza española en general y en Boadilla del Monte en particular?

Son los profesores y los padres los que día a día van dándose cuenta de los aciertos y errores de la educación. Diría que, desgraciadamente, se va a menos, independientemente de si estamos o no en Boadilla del Monte. Pero no porque se exija menos, sino porque el modo de evaluar y los sistemas de aprendizaje ahora son distintos. Antes, en mi época de estudiante ochentero en el colegio, los profesores lo pedían todo, si saltarse una coma y, salvo un par de profesores con iniciativas punteras para la dinámica didáctica del momento, el estudio resultaba muy intenso. No obstante lo agradezco, porque todo lo que soy se lo debo a este centro educativo. No quiero decir, por cierto, que la manera de enseñar al alumno deba de ser única. Y eso es lo bueno, que hay cientos de maneras de favorecer la atención del estudiante. En estos momentos se interactúa mucho con las nuevas tecnologías, lo cual da paso a que se pueda llegar a más sitios de modo más completo y con mejores canales de accesibilidad. Es la mejor manera de darle una vuelta a todas las asignaturas en función de los tiempos modernos.

Todos los padres tenemos que elegir un colegio para nuestros hijos. ¿Qué debemos mirar para saber que la elección es la correcta?

Aun no soy padre, pero si tuviera hijos me gustaría que fueran autónomos, que aprendieran a aprender solos, a no autoengañarse y a que no les engañaran, a ser buenas personas y a ser felices. Porque también se aprende a ser feliz…

Diría que para acertar en la elección del mejor centro educativo habría que conjugar muchos elementos. En primer lugar valoraría la proximidad entre el domicilio y el centro de estudios, también, la trayectoria, antigüedad y experiencia del equipo docente, el número de alumnos por clase… Además, ponderaría aquellos colegios de enseñanza católica, donde al menos fuesen obligatorios dos idiomas desde educación infantil y las actividades extraescolares, y de cuanta mayor oferta, mejor. Recuerdo que en el Trinity College-Liceo Serrano, quien quería, podía recibir clases de piano, al margen de la escolaridad, y, salvo el examen final, que había que realizarlo en el Conservatorio de Ópera, en Madrid, al colegio venían a examinarnos profesores de esa escuela musical. Es decir, que todo lo que contribuya a la formación integral de la persona, siempre de acuerdo a su edad y su talento, si lo promueve el centro de estudios, mejor que mejor.

¿Qué diferencia la enseñanza pública de la privada en lo que tiene que ver con el profesorado? Hay muchos mitos o realidades acerca de este tema y queremos conocer su opinión

Independientemente de los motivos que tengan unos padres para llevar a sus hijos a un centro u otro, diría que ese debate no se va a resolver nunca. La educación pública, como se sabe, está integrada por un claustro de profesores que ha tenido que superar una oposición, que se pone en marcha a partir de varios exámenes: comentarios de texto, varios temas a desarrollar de unos 80 temas, un modelo de programación y una propuesta de unidad didáctica. Y después todo eso ha de defenderse frente a un tribunal… y si se gana la oposición ya se empieza a disfrutar de un trabajo fijo.

Es cierto que en un colegio privado nada de lo antedicho sobre el profesorado es necesario, pero no por ello ha de ser mejor o peor el privado, o mejor o peor el colegio público. El debate, desgraciadamente, va más en la línea de la familia pudiente -que puede permitirse el centro privado- o la que no, que se ve forzada a llevar a sus hijos a la escuela pública, donde tan a menudo e injustamente se critica a estos funcionarios de la enseñanza. Además, el resultado final depende del alumno, responsable y maduro, que sabe que su futuro profesional parte del centro donde se encuentra. El que tiene talento va a destacar en cualquiera de los dos modelos de enseñanza, al margen de las comodidades que ofrezca el centro. Para mí los clasismos están fuera de tono, máxime si lo que está en juego es la formación en la educación de los hijos.