Javi, Nacho, Willy, Belén, Ana son algunos de los nombres de aquellos que hacen posible que disfrutemos de la música en directo en Madrid. Personas desconocidas que entre bambalinas trabajan en silencio por devolverle a la capital el brillo que la pandemia le arrebató.
Aquel fatídico marzo convirtió lo cotidiano en algo totalmente extraordinario. Salir a bailar o cantar en alto es hoy casi una utopía. Uno de los colectivos más golpeados por las consecuencias del Covid-19 es el de la cultura. Por desgracia, las medidas tomadas para aminorar los contagios van totalmente en contra del normal desarrollo de esta actividad.
Madrid siempre ha tenido una relación muy especial con la música en directo. Casi una simbiosis perfecta que hace que no se entienda una sin la otra. Esto genera una potente escena musical que hace de ella un auténtico vergel cultural. Hoy vive días amargos. Aun así mantiene la esperanza de que pronto llegará el momento de volver a recuperar la privilegiada posición que tenía la capital dentro del mundo de la cultura.
La ‘nueva normalidad’ de la música en directo
Aun con todo existen proyectos que nos hacen vislumbrar una pequeña luz al final del túnel. Gente valiente ha decidido apostar por la música y hacer que vuelva la ilusión a las salas y teatros madrileños.
Tres proyectos distintos y a la vez fuertemente unidos se presentaron en las últimas semanas en la capital. Los ciclos Mazo Madriz, Bravo Madrid y Madrid Brillante lanzaron sus propuestas para devolver la música a todos aquellos que ya intentan lidiar con el síndrome de abstinencia.
Nacho Ruiz, Javi Ferrara y Belén Chanes son los responsables de volver a dinamizar la escena musical madrileña. Los tres pertenecen a promotoras con una amplia experiencia en la organización de conciertos en la capital. Sonido Muchacho, Intromusic, La Castaña, Ochoymedio, Sound Isidro… todos nombres de aquellas empresas que han decidido arriesgar la poca renta que les queda tras casi nueve meses parados en hacer algo para devolver la música a las salas y teatros de Madrid.
“Después de las navidades todo el mundo habla de una tercera ola, no sabemos realmente si vamos a poder desarrollarlo todo, pero teníamos la necesidad mental de movernos y hacer cosas”, así nos lo contaba Javi, uno de los directores de Mazo. Este ilustra la incertidumbre que supone apostar por la creación de un ciclo de conciertos con lo cambiante de la situación epidemiológica.
“No es para nada un gran negocio. Ganamos muy poco, quizás solo para cubrir costes. Todo está muy ajustado. Desde las entradas, hasta el caché de los grupos. Pero era la única manera de mantener la escena” dice Belén, de Ochoymedio.
A todo esto hay que sumarle las restricciones del aforo. Esto implica que haya que vender menos localidades y, por tanto, que la recaudación se reduzca de manera sustancial. Si bien el resto de medidas sanitarias como puede ser el gel no aumentan en demasía el presupuesto, sí que suponen un gran incremento para ellos en cuestiones de trabajo o recursos humanos.
Ninguno de los tres ciclos, nos cuentan sus directores, ha recibido ningún tipo de ayuda de carácter institucional centradas en el sector cultural. Defienden la necesidad de que se creen más iniciativas concretas para el sector de la música en directo, pues las existentes no se ajustan para nada a las peculiaridades de esta actividad económica. “Se nos ha metido en ayudas que también van para danza y otro tipo de espectáculos, pero no están concebidas para la realidad de este sector. Tanto para empresas como para los trabajadores” nos cuenta Nacho Ruíz de Madrid Brillante. “Contamos con los ERTE y las ayudas como autónomo, pero siempre que hemos pedido subvenciones para el sector cultural nos las han denegado”, comenta Belén.
A pesar de ser diferentes propuestas, lo que todos comparten es sin duda la idea de que, de existir algún tipo de brote en alguno de sus eventos, los perjuicios serán compartidos entre todos. Por ello, extreman las medidas higiénicas para demostrar que la música en Madrid es un espacio totalmente seguro.
Los tres ciclos se desarrollarán en los primeros meses del año, en diferentes localizaciones de Madrid. La música regresa a la ciudad y los madrileños podrán volver a disfrutar de aquello que tan felices les hacía antes de la llegada del virus a sus vidas.
La importancia del turismo de festivales en Madrid
Unos de los que también se resignan a esperar de brazos cruzados son los festivales madrileños. A día de hoy se han convertido en un reclamo turístico importante que convierte a Madrid en un gran exportador de música en directo, atrayendo cada año a numerosos visitantes extranjeros que buscan disfrutar de esta experiencia cultural.
Willy García, director de producción del festival Tomavistas, adelanta que ellos cuentan con un Plan A, B y hasta C que dependerán de la situación epidemióloga pertinente. “La falta de certeza es lo peor, pero los promotores no podemos permitirnos no arriesgar. Es eso o nada”.
Tomavistas tuvo que reinventar su edición del 2020 y adaptarla a la nueva normalidad creando una nueva marca: Tomavistas Extra. Una solución casi improvisada para poder salvar la temporada. Aun así, se encontró con la cancelación por parte del consistorio cuando ya se estaba comenzando el montaje del escenario. Finalmente se pudo celebrar en septiembre. Problemas así, denuncian desde el festival, son debidos a la falta de unificación en los criterios que existen a la hora de decidir qué se puede celebrar, cómo y dónde.
Willy habla de que nota el miedo a la hora de la venta de entradas. Además, la falta de dinero en los hogares debido a la crisis económica también afecta a la adquisición de localidades. No obstante, anuncia que, a pesar de ello, el público madrileño ha respondido positivamente pues “la gente tiene ganas de música en directo”.
Con respecto al futuro, el festival piensa que la normalidad real al sector llegará en torno al 2022, sin embargo, en este año que viene lo más importante es aprender a convivir con el virus y confiar en que la cultura es un sector totalmente seguro. Tomavistas celebrará su próxima edición, con todas las medidas de seguridad pertinentes, los días 27, 28 y 29 de mayo en el Parque Enrique Tierno Galván.
La cultura: un sector en ‘Alerta Roja’
El pasado día 11 de diciembre el mundo de la cultura volvió a las calles ante la inacción de las instituciones. ‘Alerta Roja’ es la cara visible de un movimiento que surge para denunciar la situación crítica que atraviesa el sector cultural. Ana Alonso, portavoz del mismo, manifiesta que “lo único positivo que se ha sacado de esta situación es la unificación de un sector que hasta ahora no se ha agrupado para alzar la voz juntos”.
Hacer frente a una serie de gastos fijos con ingresos nulos desde marzo es prácticamente imposible. Las empresas se descapitalizan y los promotores se re-endeudan con los préstamos del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Lo peor, denuncia Ana, es el “no saber cuándo se va a poder volver a revertir la situación”. El tejido industrial que genera música en directo está formado por empresas pequeñas con un profundo carácter intermitente. Se trabaja a meses, incluso a días. Esta serie de características han sido totalmente ignoradas a la hora de adoptar medidas para el sector.
Una de las principales reivindicaciones de los afectados es la falta de una legislación unificada y homogénea que regule el mundo de la cultura. Reclaman al Gobierno Central que sean ellos los que emitan las directrices a seguir por las Comunidades Autónomas a la hora de fijar las medidas anti-covid. “No puede ser que en España tengamos 17 criterios distintos y tan arbitrarios”, puntualiza Ana. Por ello, ‘Alerta Roja’ está empezando a centrar su lucha en buscar la colaboración con los gobiernos autonómicos pues son los que tienen transferidas la mayoría de las competencias para poder actuar.
“Hay gente que lleva sin cobrar desde marzo mientras ellos se suben el sueldo”
Ana Alonso – Portavoz de Alerta Roja
Tras la manifestación de septiembre, los portavoces del movimiento se reunieron con las autoridades para atajar la problemática. La opinión entre los afectados es que esos encuentros se celebraron para darles el espacio que reclamaban, pero “a día de hoy no se ha hecho absolutamente nada”. La portavoz nos cuenta que sí que es cierto que se hayan incrementado las ayudas por parte del Ministerio de Cultura, sin embargo, la mayoría de los solicitantes se quedan por el camino y no las llegan a recibir. “Da la sensación de que siempre llegan a los mismos…”, dice decepcionada.
Raphael como ‘experimento cultural’
Los próximos 19 y 20 de diciembre en el Wizink Center Raphael ofrecerá un concierto con todo el aforo – el permitido por las medidas – completo. “Su público es, en general, población de riesgo y no han tenido reparo en agotar todas las localidades. Es un ejemplo bastante gráfico de que la cultura es segura. Si sale bien puede suponer un antes y un después en la organización de eventos musicales en Madrid”, explica Ana.
Fernando Simón fue el encargado de anunciarles personalmente en una reunión con Presidencia del Gobierno que la cifra total de contagios en eventos culturales era 0. “Si cumplimos con todas las medidas y protocolos, ¿por qué no nos dejan trabajar?”, se lamentan desde Alerta Roja, recordando aquellos infértiles encuentros con los diferentes ministerios.
El día 11 de diciembre volvieron a dar ejemplo de que la cultura es segura por las calles de todo el país. En Madrid simularon un ‘funeral’ en las inmediaciones del Palacio Real. Todos de luto por la muerte de una escena que se apaga. De nuevo, la reivindicación se centraba en conseguir que el sector sea reconocido como uno de los especialmente perjudicados por las secuelas de la pandemia y, como tal, que se actúe en consecuencia. Ana Alonso comentaba que “esto no acaba con la manifestación del 11, pero lo que si se nos acaba es el tiempo para esperar. No podemos más”.
Antes de que ‘mascarilla’ o ‘cuarentena’ se convirtieran en términos cotidianos, cada fin de semana las salas y festivales de la capital congregaban a cientos de personas con la intención de disfrutar de la música en directo. Hoy, más que nunca, la cultura vuelve a ser ese refugio al que acudir cuando en la calle hay peligro. Madrid espera impaciente desde la trinchera que vuelva a poblar sus calles su inseparable compañera: la música.