El Rastro es ambiente, gente, música, diversión, olores, texturas… es un estado de ánimo sin el que no se entienden los domingos en la ciudad de Madrid.
Cuenta la leyenda que la zona adoptó ese nombre a finales del S.XV, debido al rastro de sangre que dejaban las reses camino del Matadero o al llegar a Curtidores.
Más allá de la historia, esta ruta recorre la Plaza de Cascorro, la Ribera de Curtidores, la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo o la Plaza del General Vara del Rey.
Un conjunto de calles que se convierten en un auténtico hervidero todos los domingos, sin excepción alguna, desde hace décadas. Y no es para menos, ya que encontrarás multitud de bares castizos que ofrecen unas tapas excelentes.
Aquí te dejamos algunas paradas obligatorias de la zona. Da igual que vayas tú solo, con tus amigos, con la familia, que hayas comprado algo en los puestos o no… ¡La hora del aperitivo es sagrada!
Los Caracoles
El bar que regenta Miguel Bueno necesita pocas presentaciones. Además, dentro de tan solo un par de años, pasará a formar parte del selecto club de los bares centenarios de la capital.
Es conocido como el templo de los caracoles, y los domingos se pone hasta la mismísima bandera. Resulta inevitable pasar por la puerta, percibir ese olor y no entrar a pedir una humeante ración de sus caracoles.
Y es que los caracoles son una tapa muy castiza, muy del Rastro, muy de Madrid. No existe un Rastro sin caracoles. Lo complicado de esta historia suele ser encontrar sitio.
Se localiza en la calle de Toledo 106, a escasos metros de la Puerta de Toledo.
La otra opción reside en el bar Casa Amadeo, ubicado en la Plaza de Cascorro 18, en La Latina. ¡No te quedes sin probarlos!
El Pescador
El Pescador es un bar tradicional que lleva sirviendo los mejores calamares fritos de Madrid más de 60 años. Crujientes por fuera y tiernos por dentro, tienen un sabor indescriptible, y los puedes tomar a modo de bocadillo o como ración.
Las bravas son otra de sus especialidades, acompañadas de una salsa única de la que guardan su receta como un auténtico secreto. La oferta se completa con otros clasicazos como boquerones fritos o en vinagre, croquetas o champiñones al ajillo.
Y para beber, no pidas otra cosa que no sea su maravillosa cerveza de barril. Suele estar siempre lleno, pero es fácil hacerse un hueco porque atienden rápido y muy bien. En primavera y verano la terraza es de lo más cotizado del bar.
Se encuentra en la calle Ronda de Toledo 2, en la misma Glorieta de Puerta de Toledo.
Bar Cruz
El bar Cruz es otro de los míticos de Madrid y, por tanto, una parada necesaria en el Rastro. Se trata de uno de esos lugares antiguos que no pasan de moda.
No puedes pasar por aquí probar sus deliciosas navajas. Son tan buenas que este local es conocido como ‘La casa de las navajas’, y es lo primero que el camarero te ofrecerá nada más cruza el umbral de la puerta. Además, el precio es inmejorable.
Debes tener dos cosas muy presentes: casi con total seguridad no vas a poder sentarte y tendrás que hablar a gritos, porque siempre hay muchísimo barullo.
Se sitúa en la calle de las Maldonadas 1, en La Latina.
Bar Santurce
El Santurce es al Rastro de Madrid lo que era el Palentino a Malasaña.
Más de cuatro décadas lleva el modesto bar de Félix Lázaro sirviendo las mejores sardinas a la plancha de todo Madrid. Los fines de semana de Rastro se pone hasta arriba y el olor a pescado frito casi se percibe desde la Puerta de Alcalá.
Calamares, puntillitas o cazón son otras de las opciones de este imprescindible de la zona, en el que os encontraréis poca sofisticación y mucha solera. Suelen frecuentarlo grupos de gente joven, por lo que es bastante bullicioso.
Se localiza en la Plaza General Vara del Rey 14, a escasos metros de La Latina.
La Paloma
La Paloma es otro de los pesos pesados del Rastro. A pesar de que el local es bastante pequeño y sin sillas para sentarse, se llena todos los domingos al olor de las gambas.
Las gambas a la plancha de La Paloma son solemnemente veneradas por todos aquellos que pisan esta singular tasca. ¿Destino o casualidad que en otro tiempo albergara un mercado de pescado?
La combinación perfecta es pedir una ración de gambitas blancas de Huelva con un buen vermú de grifo. Y cuando uno quiere venirse arriba, todo un surtido de marisco fresco para darse un festín.
Se encuentra en la calle de Toledo 85, muy próximo a La Latina.
El Capricho Extremeño
El Rastro de Madrid no es especialmente conocido por las tostas, pero este pequeño rincón de Extremadura es la excepción que confirma la regla.
Y es que sus tostas de pulpo o jamón ibérico causan sensación. Si a ello le sumas que puedes terminar la faena con perrunillas, uno de los dulces más tradicionales del país, no hay nada mucho más que añadir.
Se sitúa en la calle de Carlos Arniches 30, en la paralela a la propia calle del Rastro de Madrid.
Además, tienen otro restaurante, El Capricho Extremeño 2, donde preparan unas migas extremeñas de campeonato. Puede ser el final perfecto para reponer fuerzas después caminar entre tanto puesto.
Freiduría de Gallinejas Embajadores
Los entresijos y las gallinejas o los amas o los odias, no existe un término medio.
Forman parte de esa gastronomía castiza, con raíces humildes y que se niegan a caer en el olvido. Siguen teniendo un público fiel, haciendo las delicias a aquellos amantes de los sabores fuertes y la casquería.
Si tu recorrido por el Rastro es de la Plaza de Cascorro hacia abajo y terminas en Embajadores, lo suyo es pedir un bocadillo de gallinejas en este mítico lugar. Se localiza en la calle de Embajadores 84, muy cerca del metro.
Pero, si por el contrario, terminas al final de la Ribera de Curtidores, sigue la calle Toledo hasta el final y pide el bocata de gallinejas en El Mirador de San Isidro. Lo encontrarás en el calle de Toledo 171.
La Burbuja que ríe
La Burbuja que ríe posiblemente sea uno de los bares más concurridos de La Latina. Especialmente, los míticos domingos de Rastro y tapeo.
El secreto de su éxito está en la abundancia de sus raciones, hecho que empuja a peregrinar hasta allí tras una jornada intensiva de regateos y búsquedas por los puestos.
En La Burbuja es imprescindible maridar una sidrina con sus patatas burbuja o su inmensa parrillada de verduras. Pero lo que más seduce se encuentra en sus croquetas de cabrales.
Se encuentra en la calle del Ángel 16, al lado del Mercado de La Cebada, en La Latina.