Es imposible saber cuál fue el primer puente de la historia. Seguramente, alguno de nuestros antepasados colocaría un tronco sobre un río para poder cruzarlo sin necesidad de mojarse.
Desde entonces, los puentes han evolucionado y consiguen superar prácticamente todo tipo de obstáculos: ríos, pero también calles, carreteras, caminos o vías férreas. Auténticos prodigios de la ingeniería de distintas épocas que hoy en día siguen en pie, conformando el paisaje urbano e invitándote a cruzarlos.
No estamos descubriendo América si decimos que en Madrid no tenemos un gran río -con perdón del Manzanares-, pero eso no quita para que podamos presumir de puentes bonitos. Y estos son los más atractivos de toda la capital.
Puente de Toledo
El Puente de Toledo es de estilo barroco churrigueresco y fue construido por el arquitecto Pedro de Ribera.
Une ambas riberas del río Manzanares: enlaza la glorieta de Pirámides, en la orilla este, con la glorieta del Marqués de Vadillo, en la orilla oeste.
El puente, construido entre 1718 y 1732, se compone de nueve arcos de medio punto con sólidos contrafuertes y tambores que se rematan en balconcillos. El tablero tiene un ancho de 4’95 metros.
En la zona central se encuentran dos hornacinas o templetes adornados con elementos churriguerescos y que contienen las estatuas en piedra caliza de los patrones de Madrid, San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza.
Viaducto de la calle Segovia
El actual viaducto se construyó en los años 30 con el objetivo de sustituir a uno anterior.
El antecesor, nacido en el año 1874, pese a ser un prodigio de ingeniería en su momento, se había quedado pequeño para el creciente tráfico de la calle Bailén.
Da igual que pases por arriba o por debajo: ambas opciones son igualmente recomendables cuando se trata del viaducto de Segovia, otra de esas postales clásicas del centro de Madrid.
Puente del Rey
Al rey Felipe II le gustaba cruzar a su palacete de la Casa de Campo desde el Palacio Real. Y claro, para ello necesitaba un túnel de uso exclusivo.
Así, mandó su construcción a Juan de Villanueva. Pero un discípulo suyo, Isidro González Velázquez, fue quien diseñaría más tarde el puente que hasta 1931 no pudo ser usado por el pueblo.
Fue rebautizado como Puente de la República. Hoy en día, aunque mantiene su denominación original, cualquiera puede cruzarlo y sentirse como un rey.
Puente de la Culebra
Todavía hay madrileños que no conocen esta joya escondida de la Casa de Campo. Es el Puente de la Culebra, cuyo nombre se entiende rápidamente al ver su sinuosa forma, fue construido en 1782.
Lo hizo Sabatini, arquitecto predilecto de Carlos III y autor de obras tan típicamente madrileñas como la Puerta de Alcalá, el Palacio Real o el Jardín Botánico.
Cruza el cauce del arroyo de Meaques, afluente del río Manzanares y el Jarama, y constituye un curioso ejemplo de barroco italiano en pleno Madrid.
Puente de Segovia
Probablemente estemos ante el más emblemático de todos los puentes de Madrid.
El Puente de Segovia, construido entre 1582 y 1584 sobre otro anterior, fue encargado por Felipe II a su arquitecto preferido, Juan de Herrera, también autor del Monasterio de El Escorial y del Palacio Real de Aranjuez.
Fue volado durante la Guerra Civil y posteriormente reconstruido. Hasta el año 2007, bajo sus arcos pasaba la M-30. Si no lo has cruzado nunca, difícilmente te puedes considerar madrileño.
Puente monumental de Arganzuela
También conocido como puente de Perrault en honor a su creador, el arquitecto francés Dominique Perrault, esta estructura de acero inoxidable se ha convertido en uno de los iconos por antonomasia de Madrid Río.
El puente, que comunica los distritos de Carabanchel y Arganzuela, fue inaugurado en marzo de 2011 y tiene una longitud de 278 metros. Modernidad y elegancia.
Puente de la Reina Victoria
Ha llovido mucho desde que, en julio de 1909, se inaugurara el Puente de la Reina Victoria, popularmente conocido como el Puente de la Reina.
Una infraestructura que une la colonia de San Antonio de la Florida con la colonia del Manzanares y que incorpora una serie de elementos modernistas que lo hacen inconfundible.
Puente de Juan Bravo
Un puente de hormigón construido en pleno desarrollismo franquista. Sí: es posible que el puente de Juan Bravo -cuyo nombre oficial es Puente Enrique de la Mata Gorostizaga en honor a su arquitecto- no destaque por su particular belleza.
Pero tiene algo que lo hace especial: debajo se encuentra el Museo de Escultura al Aire Libre de La Castellana, donde podrás ver obras de Chillida, Miró o Chirino.
Además, de sus barandillas se colgaron Eduardo Noriega y Aitor Merino en una de las más recordadas escenas de ‘Historias del Kronen’.
Corredor voladizo de Cisneros
Hay puentes que conectan orillas… y puentes que conectan edificios. Este es el caso del Corredor voladizo de Cisneros.
Está ubicado en un rincón tan castizo como la Plaza de la Villa. En concreto, en la calle Madrid, paradójicamente una de las más cortas de la ciudad.
Aunque no es especialmente antiguo, ya que data de principios del S. XX, es un homenaje a las muchas infraestructuras de este tipo que había en el Madrid de hace siglos.
Hablamos de la época en la que las viviendas de la alta sociedad se conectaban entre sí o con las iglesias cercanas para evitar que sus poseedores tuvieran que pisar las calles, sucias y peligrosas.
Puentes gemelos de Madrid Rio
El Puente de Invernadero y el Puente de Matadero, conocidos como los Puentes gemelos de Madrid Río, se han convertido en dos de los principales símbolos de este céntrico parque de la capital.
Entre otras cosas, y además de por sus formas sinuosas, por las obras que decoran sus bóvedas, obras de Daniel Canogar y bautizadas como ‘Constelaciones’. Son dos de los techos más ‘instagrameados’ de la capital.