Todo el mundo ha oído hablar de las famosas ‘noticias falsas’. Muchos son los que debaten sobre las llamadas ‘fake news’ y sus efectos en la sociedad. A diario nos llegan muchas de ellas por las redes sociales, o por el propio whatsapp. Identificarlas no siempre es fácil.
Están tan presentes en la actualidad que muchos piensan que estas se han inventado en el reciente siglo XXI. Hoy vamos a demostrar que no es así, con un curioso caso que tuvo al Museo del Prado de Madrid como protagonista.
La prensa, un lugar de encuentro para los madrileños
El siglo XIX fue uno de los más frenéticos de la historia mundial, pues fue en aquel entonces cuando se empezó a desarrollar la prensa tal y como la conocemos.
Los madrileños de la época devoraban los periódicos. Estos eran el único medio por donde ser informados de lo que sucedía en la ciudad. Algunos hasta tenían que sacar un par de ediciones diarias para satisfacer la demanda que tenía.
Los ciegos eran los encargados de vender por las calles de la capital los periódicos de la época. También los niños hacían esta misión de repartidores. Aunque había gente que no se podía permitir comprar el periódico, muchos madrileños se turnaban las publicaciones de manera solidaria para que así la información llegara a todavía más gente.
El ‘fuego’ que ‘casi devora’ los tesoros del Museo del Prado
Para narrar esta historia nos vamos a situar en 1891.El jueves 25 de noviembre de aquel año, el periódico El Liberal abre con esta impactante noticia firmada por el periodista Mariano de Cavia. La letra es horrible, pero así era la prensa del siglo XIX en España.
En esta pieza, Mariano de Cavia relata con todo detalle que durante la madrugada del día anterior, se había producido un gran incendio dentro de el Museo del Prado.
Por aquel entonces, como ya hemos comentado, casi todo el mundo leía la prensa. Mucha gente leyó esta triste noticia y empezó a acudir en masa al Museo del Prado para comprobar con sus propios ojos lo que había pasado.
“¡QUé desdicha! ¡Qué catástrofe! ¡Perdemos lo único que aquí tenemos presentable!”
Esto es lo que se escuchaba por las calles de la capital aquel 25 de noviembre.
Muchos madrileños se agolpaban en el Paseo del Prado para ver qué había pasado con su museo. Sin embargo, la mayoría se llevarían una gran sorpresa al aparecer por allí.
La curiosa jugada de Mariano de Cavia
Lo más significativo de este hecho es que era todo mentira. La noticia, el relato… todo era invención del periodista. Pero, ¿por qué decidió Mariano de Cavia publicar semejante barbaridad sabiendo que era completamente falso? Pues fue por una buena razón.
En aquel momento, el Museo del Prado no es ni la sombra de lo que es hoy en día. Las instalaciones estaban totalmente descuidadas y se encontraban en un estado lamentable. Los propios trabajadores del museo vivían en sótanos y hasta hacía hogueras dentro para poder calentarse, cosa que aumentaba el riesgo de incendio.
Federico Madrazo y Kuntz era entonces el director de El Prado. En numerosas ocasiones advirtió a las instituciones de la penosa situación que atravesaba el museo. Tuvo que ser necesario una invención de tal magnitud para que todo el mundo se diera cuenta del precario estado en el que se encontraba tal tesoro nacional.
Las paredes de las salas se caían. La humedad estaba deteriorando las grandes obras de arte que allí se guardaban. Lo peor de todo es que nadie estaba al tanto de esta situación, pues los madrileños ni si quiera se pasaban por allí para admirar lo que se encerraba tras sus puertas.
“Hemos inventado una catástrofe… para evitarla”
Al día siguiente, Mariano de Cavia, vuelve a sacar un artículo en la portada de su periódico.
A pesar de la invención, ese mismo año ya se incendió de manera poco importante el Museo del Prado, pero a nadie le importó. Por suerte, no hubo que lamentar ninguna perdida. No era la primera vez que en Madrid el fuego borraba de su historia parte de su gran legado.
Este acontecimiento llegó a oídas de las instituciones. Tal revuelo se formó en la Villa que tres días después el Ministro de Fomento de la época se presentó en el Museo del Prado. Allí comprobaría el mal estado del edificio y lo necesario que era intervenir para no perder tal legado.
El Gobierno de Antonio Cánovas del Castillo, debido a la presión social, acabaría aprobando una gran reforma para el Museo del Prado de Madrid. El encargado sería el arquitecto Francisco Jareño y Alarcón, conocido por ser el padre del actual edificio de la Biblioteca Nacional.
Jareño sustituiría el tejado de madera por una estructura de metal. También cambiaría las estufas de leña por un auténtico gran sistema de calefacción totalmente invisible. Se reformaría además la Sala de las Esculturas y se construirían viviendas para el personal, para evitar todo peligro de incendios.
La ‘noticia falsa’ que salvó al museo
Mariano de Cavia, periodista de El Liberal, acababa de demostrar con su inusual jugada que las ‘noticias falsas’ no aparecieron con el nacimiento de internet. Ya desde hace muchos años se han utilizado para “manipular” de cierta manera a la sociedad.
El fin de este periodista era totalmente inocente. Además, gracias a su acción consiguió evitar una desgracia de grandes dimensiones. Sin embargo, no siempre es así.
Es tarea de los periodistas realizar nuestro trabajo de manera correcta, pues el acceso a la información es un servicio público al que debemos atender. Pero también es necesario que, ante la presencia de bulos, la gente esté concienciada y no propague aquello que es mentira.
Quizás los vecinos de la época se sintieron algo decepcionados cuando acudieron a las inmediaciones de El Prado en aquel momento. No obstante, seguro es también que los madrileños actuales le estamos profundamente agradecidos al señor De Cavia por salvar el tesoro más grande que guarda Madrid: las pinturas de su museo más querido.