Amanece un duro día más en la Cañada Real. Aquí, la realidad no es tan sencilla como en otros barrios de la capital. Miles de familias, generalmente de etnia gitana o marroquí, viven en condiciones tercermundistas en pleno centro de la Península Ibérica.
El invierno no está siendo fácil. Los hogares del asentamiento chabolista no tienen luz, no tienen calefacción y no tienen recursos para subsistir. Mientras miles de familias esperan el realojo, otras luchan por sobrevivir a este frio invierno en condiciones insalubres.
La droga, la falta de recursos y la pobreza se dan cita en este poblado donde crecen cientos de niños madrileños. Parece mentira que existan lugares tan deprimidos en Europa en pleno siglo XXI, pero aquí están, en Madrid, a la espera de soluciones para encontrar una vida mejor.
Cinco meses sin luz
La luz sigue siendo el tema candente en la Cañada Real. Hace cinco meses, el suministro eléctrico se suspendió en el poblado chabolista, a día de hoy, la luz no ha vuelto. Muchas familias con niños subsisten sin luz, sin agua potable y sin calefacción en este duro invierno.
“Queremos nuestra luz” clama Ludovina desde la casa que construyó con sus manos hace 30 años. Ludovina, es una mujer de etnia gitana que ha criado a sus seis hijos en el poblado madrileño. “Si vuelve la luz, no nos negaremos a pagarla”, ha recalcado juntos a sus vecinas que se encuentran en la misma situación.
Al tratarse de un asentamiento ilegal, la Cañada Real no cuenta con una infraestructura de suministro eléctrico homologada. Muchos son los vecinos que se enganchan ilegalmente a las torres más cercanas o que se abastecen con peligrosos generadores eléctricos. Pero en algunas casas, si que hubo luz durante años aunque nunca se llegara a pagar.
Hace cinco meses, la empresa energética Naturgy cortó el suministro de luz que no se estaba pagando ya que se estaba haciendo un consumo exagerado de la misma. Este consumo desproporcionado se debe a que se está usando el suministro eléctrico para plantaciones de marihuana en algunas chabolas. No en todas, pero por ello, pagan justos por pecadores.
“Toda la droga mala sigue teniendo luz”, protestan Saray y Jorge, una pareja que vive en el sector VI con sus dos hijas. El matrimonio de raza gitana nos explica que no saben cuando volverá porque les han robado los cables de la luz.
La cuestión de la luz en la Cañada Real ha llegado hasta la ONU. El pasado 23 de diciembre, un grupo de expertos en derechos humanos de la ONU solicitó que se restableciera “de inmediato” el suministro, asegurando que la privación de suministro “pone en peligro” la salud de los miles de menores que viven en este asentamiento ilegal.
“La ley no puede estar por encima de las personas”, lamenta Conrado, presidente de una de las ONG que trabaja en la Cañada Real.
Sin embargo, los vecinos de la Cañada Real Galiana proponen una posible solución a este delicado conflicto que consiste en identificar a los hogares que usan la luz para fines ilícitos y cortarles la luz a estos en vez de a todos. Para identificar estas chabolas, los vecinos proponen que Naturgy vea en que asentamientos se dispara el consumo o que la Policía entre casa por casa para comprobar para que se utiliza la luz.
Sin calefacción en un invierno muy duro
Además de la luz, otro problema que acarrea la falta de suministro eléctrico en la falta de calefacción. Miles de familias de la Cañada viven en sus chabolas sin calefacción durante este frío invierno que nos asola desde hace semanas.
Desgraciadamente, el frío ha provocado que un anciano muriera por hipotermia al carecer de electricidad para calentar su hogar. Además, se han sucedido múltiples intoxicaciones debido a los peligrosos calefactores con los que se abastecen las familias.
Fuentes de los bomberos nos explican que llevan a cabo numerosas actuaciones en el poblado ya que las casas son búnkeres muy peligrosos para la propagación de humo negro.
El pasado viernes 29 de enero en una chabola del sector VI, una niña de seis años tirita con fiebre al lado de la lumbre debido al frío. Su madre nos cuenta que está “con el moco agarrado en el pecho” y que “no se quiere levantar para ir al colegio por el frío que pasa”. “No hay luz, no hay agua, no hay dinero”, nos lamenta su padre con desasosiego.
La solidaridad de la Fundación Madrina llega a la Cañada Real
La pobreza instaurada en las familias de la Cañada Real hace que necesiten ayuda urgente. Es por ello, que la Fundación Madrina les proporciona suministros procedentes de donantes solidarios que consiguen mejorar su calidad de vida. Cada semana, la ONG madrileña acude al asentamiento ilegal para repartir alimentos, pañales o ropa, entre otras donaciones.
La semana pasada, voluntarios y trabajadores de Madrina proporcionaron estufas y leña para aminorar el frío que se pasa en las casa de la Cañada Real Galiana. La leña fue donada por un colegio madrileño en el que se habían caído cientos de troncos tras el paso de Filomena. En el caso de las estufas, estas provienen de una donante particular.
Además, los niños de las familias más vulnerables recibieron sudaderas y camisetas para protegerse del frío. ¡Gracias Madrina¡ gritaban los pequeños mientras las estufas se adentraban en sus casas.
La Fundación Madrid, está presidida por Conrado, un hombre al que todos aclaman cuando llega al sector más desfavorecido de todo el asentamiento. “Aquí el único que viene es Conrado”, nos dicen los vecinos del sector VI que se sienten “marginados y olvidados”.
La solidaridad de la Fundación Madrid no tiene límites y, en sus propios coches, trabajadores y voluntarios, se trasladan hasta la zona para aportar recursos a las familias más pobres de Madrid.
La Fundación Madrina se ocupa de cubrir las necesidades básicas de las familias en alto riesgo de exclusión social. Hay varias formas de colaborar con ellos:
Puedes realizar tu donación mediante bizum o transferencia bancaria. También puedes obtener toda la información sobre cómo colaborar con su labor solidaria en su página web.