La ilusión con la que viven los niños acontecimientos cotidianos como la caída de un diente es algo que de adultos deberíamos mantener. Esos nervios a la hora de acostarte eran el presagio de que, durante la noche, alguien nos haría una visita.
Ese alguien te esperado era el Ratoncito Pérez, uno de los personajes de nuestra infancia que seguro no sabías que era de origen madrileño. Hoy te lo contamos aquí, esperando que sigas guardando esa magia con el mismo cariño con que guardabas el diente bajo la almohada.
Alfonso XIII, un rey aterrado
Para poder explicar el origen del Ratoncito Pérez, nos tenemos que trasladar al Madrid de finales del siglo XVIII. El Rey Alfonso XII muere muy joven y es su mujer, María Cristina, la que se hace cargo de los asuntos de estado como reina regente.
Su hijo, el futuro Alfonso XIII, aún era muy pequeño. Su madre ocuparía su lugar hasta que cumpliera la mayoría de edad que le permitiera convertirse en monarca soberano de España.
El pequeño Alfonso era un niño muy asustadizo. También había vivido entre sábanas de seda y rincones de oro. Por ello, hasta el más mínimo raspón le hacia sentir verdadero pavor. Un gran susto se llevó cuando se le cayó el primer diente de leche.
Su madre, que quería protegerle a toda costa, ideó un plan para que al joven rey no le asustase tal acontecimiento. Para ello, contó con la ayuda del Padre Luis Coloma, un cura jesuita al servicio de la corona.
María Cristina le encargó un cuento al religioso que consiguiera calmar los temores de este pequeño y frágil niño. En seguida el Padre Luis se puso a trabajar y, en poco tiempo, escribió un relato de 13 páginas dedicado para el futuro rey.
El pequeño Rey Buby I y su amigo el Ratón Pérez
El cuento que escribió el Padre Luis Coloma lo protagoniza un pequeño rey llamado Buby I. Así era como la reina María Cristina se dirigía cariñosamente a su pequeño Alfonsito.
Buby I conoce a un ratón llamado Pérez. Juntos emprenden un valeroso viaje a lo largo del país para conocer cómo vivían los súbditos de su reino. Este singular personaje le pide al monarca que le acompañe a recoger el diente de un niño muy pobre.
De esta manera, los dos recorren diferentes escenarios que le muestran al joven rey la pobreza, la desigualdad y el hambre. El objetivo era enseñarle al protagonista de la historia que la vida fuera de los muros de palacio no era tan brillante y lujosa como él había vivido siempre.
Gracias a este cuento, Alfonso XIII no volvió a tener miedo cada vez que sus dientes de leche se empezaban a mover. Desde entonces, dejaba sus dientecillos bajo la almohada esperando que, como al rey Buby, a él también le visitara el famoso Ratón Pérez.
El manuscrito de esta historia está autografiado por el Padre Coloma y dedicado especialmente para el rey Alfonso XIII. En la actualidad, se conserva en la cámara de seguridad de la Real Biblioteca del Palacio Real. Y dice lo siguiente:
La casa del Ratoncito Pérez se puede visitar en Madrid
Coloma hizo de su particular Ratoncito Pérez un señorito de Madrid que vivía con su acomodada familia en una caja de galletas en el número 8 de la céntrica calle Arenal, cerca de la Puerta del Sol.
Esta singular caja de galletas se guardaba en el almacén de una confitería que estaba situada justo en ese lugar de la calle Arenal de Madrid. Se sabe que esta tienda de dulces existió de verdad bajo el nombre de ‘Prast‘.
En este lugar se encuentra ahora uno de los museos más curiosos de la capital: la Casa del Ratón Pérez. Desde el 2008 lleva recibiendo a niños y adultos en Madrid para que conozcan de primera mano la historia de este popular ratoncito.
Cuando uno visita la casa del Ratoncito Pérez, no se sabe si disfrutan más los niños o los mayores. Allí te explican esta entrañable historia desde el lugar donde el mismo ratón salía cada noche para repartir regalos a los niños mellados.
En su interior podrás encontrar un buzón donde los pequeños podrán dejarle sus cartas al Ratoncito Pérez. Este seguro que las leerá con detenimiento y emoción, deseando ver cómo los niños siguen valorando su arduo trabajo.
Mantener la magia debería ser un objetivo primordial en la vida de cualquier adulto. La emoción aquellas noches en las que esperábamos que viniera el Ratoncito Pérez a visitarnos es algo inolvidable. Ahora, además, sabemos que Pérez era madrileño.