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La calle del Pez: un río repleto de historia y cultura

La calle del Pez comienza en San Bernardo y acaba a los pies de la iglesia de San Antonio de los Alemanes, en la Corredera Baja de San Pablo. Entre sus baldosas guarda un montón de historias esperando ser descubiertas.

Esta sigue siendo una de las más concurridas del ya desaparecido ‘Barrio de Maravillas’. Descubre todas las curiosidades alrededor de esta famosa calle por la que a diario pasean cientos de madrileños.

¿Qué había antes de la calle del Pez?

Vecina de la calle del Pez es la calle Pozas. Para entender el pasado de esta zona tenemos que situarnos justo aquí y en la historia de su nombre.

Muy cerca de allí, había otra vía que se llamaba calle Fuente del Cura. El nombre es muy sencillo: en aquel lugar había una fuente que pertenecía a Diego Henríquez, un cura madrileño.

La calle del Pez: un río repleto de historia y cultura Placa de la calle de Pozas
Placa de la calle Pozas

En los jardines de Henríquez había cinco pozos y una fuente que muy famosa en el Madrid de la época. El agua de este cura tenía fama de fina y era muy apreciada por los madrileños.

Cada cierto tiempo, este cura abría las puertas de sus jardines para que todo el que quisiera pudiera disfrutar de ellos. Muchos madrileños se acercaban allí a beber el agua de estas fuentes.

Hay que recordar que todo esto se encontraba en Madrid mucho antes de que esta pequeña villa del centro se convirtiera de la mano de Felipe II en la gran capital del reino.

El famoso pez de Blanca Coronel

Felipe II a su llegada adquiriría estos terrenos para construir viviendas y así ensanchar la Villa y Corte. Allí construiría otra fuente que seguiría abasteciendo a los vecinos de la zona y le cedería el terreno a Juan Coronel, marqués de Escalona.

El jardín del Cura Henríquez tenía un estanque repleto de peces de colores. Cuando pasó a manos del marqués, su hija pasaba las tardes jugando con estos pequeños animales.

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Casa del Marqués de Escalona

Poco a poco fueron muriendo todos. Cuando solo quedaba uno, su hija Blanca Coronel, lo recogió con la idea de cuidarlo y mantenerlo con vida todo el tiempo posible.

Por desgracia, el pez murió. El desconsuelo de la pequeña marquesa fue tan grande que su padre pidió labrar en la fachada de su casa un pez de piedra con un letrero que ponía: ‘Casa del Pez’.

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El famoso Pez que le da nombre a esta calle madrileña

Todavía hoy podemos ver aquel pez en la fachada del edificio que hace esquina con la calle Jesús del Valle. Este fue el origen del nombre de la concurrida calle del Pez.

El convento más truculento de todo Madrid

Esta inocente historia que le da nombre a la calle del Pez no debe sugestionarnos. En esta vía pasaron historias realmente escabrosas que ponen los pelos de punta.

El convento de San Plácido se construyó en esta calle por orden de doña Teresa del Valle de la Cerda. Esta fue una rica dama madrileña que dejó a su prometido plantado en el altar.

Para pedirle perdón y compensar este desplante, doña Teresa nombró patrono de este convento a su ex-prometido. Ella sería la priora de la congregación. Curiosa forma disculparse la de esta noble madrileña.

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Fachada del convento de San Plácido, en la calle del Pez

Sin embargo, este no fue el suceso más curioso que ocurrió en este convento de la calle del Pez. Cuatro años después de su inauguración, un fraile pondría el grito en el cielo y asustaría a todo Madrid.

Este religioso aseguró que la mayoría de las monjas que allí se hospedaban habían sido poseídas por Lucifer. Solo se habían salvado las más mayores y las más feas.

La inquisición detuvo al cura y a las monjas. Todos acabaron en la cárcel de Toledo. Pero no terminó todo allí, aquel convento aún tiene más historias curiosas.

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Convento de San Plácido, interior.

Cuando se recuperaron del susto, a Felipe IV le presentaron a una novicia de gran belleza de la que el monarca se enamoró perdidamente. Para ir a verla, se disfrazaba y todas las noches iba a visitarla a este convento.

De nuevo, se enteró la Inquisición de este escándalo. En aquel tiempo, el Santo Oficio tenía más fuerza que el propio rey. La iglesia acabaría con este idilio del rey Felipe IV.

El primer cine con voz estuvo en la calle del Pez

En el siglo XX el curioso Convento de San Plácido sería sustituido por el coliseo Ena Victoria. Este lugar fue pionero en Madrid porque aquí se instaló uno de los primeros cinematógrafos de la capital.

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Coliseo Ena Victoria, Madrid.

Sus emisiones comenzaron el 19 de diciembre de 1906 y era propiedad de dos militares. Entre su programación había películas y obras de teatro. En aquel tiempo, era fascinante para los madrileños.

Aunque no fue el primer cine, si que fue el primer local que proyectó cine con voz. El éxito estaba asegurado. Sin embargo, el cine Ena Victoria tuvo un trágico final.

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Incendio del Ena Victoria, en 1908

Dos años después, el 2 de enero de 1908, sufrió un aparatoso incendio. Como en la película de Cinema Paradiso, las llamas devoraron las salas de proyección de este pionero cine.

Para poder visitar este antiguo cine solo tienes que acercarte al Teatro Alfil. El edificio que alberga este escenario era dónde se encontraba el antiguo Cine Ena.

Cultura y alegría: los nuevos peces de esta calle

Si paseamos por la calle del Pez actualmente, es imposible no toparse con alguien disfrutando de sus bares y terrazas. Desde sus inicios siempre fue un punto de encuentro de todos los madrileños.

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El Palentino, el bar más mítico de la calle del Pez

Durante muchos años, fue el hogar de Casto y su mítico bar: El Palentino. Lamentablemente este murió y, tras un pequeño idilio con una empresa que decidió rescatarlo, vuelve a cerrar.

Un poco más abajo tenemos el teatro Alfil, del que ya conocemos su curiosa historia. En la esquina con San Bernardo y apoyada sobre la pared, una estudiante con una lucha fascinante detrás.

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La estudiante de la universidad central de Madrid, en la calle del Pez

Los exorcismos del convento, el pequeño pececito de Blanca, las fuentes del Padre Henríquez… todos protagonistas de una historia que no se imprime en los libros, sino que se escribe en las calles de Madrid.