Caminando por Carabanchel, más exactamente por la zona de San Isidro, hay un lugar que pasa desapercibido pero que llama mucho la atención. Este no es otro que el Cementerio Británico de Madrid.
Desconocido para muchos, este lugar sagrado para la comunidad británica, lleva en Madrid más de 150 años. ¿Nunca os habéis preguntado por qué? Hoy hablamos de su historia y de las ilustres familias inglesas que aquí descansan.
La prohibición de enterrar a los ‘no católicos’
La relación entre Inglaterra y España siempre ha sido bastante intermitente. A pesar de las diferencias, a finales del siglo XIX, en Madrid había una importante comunidad de británicos.
En aquel tiempo, existía una ley que prohibía dar sepultura en los cementerios católicos a todos aquellos que pertenecieran a otra confesión. Los ingleses, que mayoritariamente eran protestantes, por tanto no podían ser enterrados en Madrid.
Para solucionar este problema, en 1796 la embajada inglesa compró unos terrenos muy cerca de la plaza de Colón. El objetivo era poder realizar aquí los enterramientos de los ingleses de la ciudad.
Sin embargo, Madrid crecía a pasos agigantados y esta zona quedaba muy cercana al centro como para construir allí un cementerio. Finalmente, se ubicó aquí el consulado británico.
El problema seguía allí. Por ello, ambos gobiernos intercambiaron unos terrenos para acabar construyendo el cementerio británico en lo que sería el barrio de Carabanchel. Corría el año 1650 por entonces.
Así es el Cementerio Británico de Madrid
Una vez conseguido los terrenos, el gobierno español les puso una condición: los enterramientos serían “sin culto, ritual, pompa, ni publicidad”. Sin embargo, no siempre fue así. Hay periódicos que recogen que algunos tuvieron un cortejo fúnebre de “hasta ocho carruajes”.
Con el tiempo, este Cementerio Británico no solo guardaría el descanso de los ingleses. También albergaría las tumbas de miembros de otras confesiones como judíos, musulmanes u ortodoxos.
En total existen 600 tumbas en las que encontramos personas pertenecientes a 43 nacionalidades distintas. Este Cementerio Británico sigue en activo, pero la falta de espacio solo permite depositar urnas con cenizas.
Sobre la puerta principal del recinto podemos encontrar el escudo del Reino Unido. En 1997 se creó una fundación que restauraría el Cementerio Británico y que hoy es la encargada de fomentar su cuidado y conservación.
¿Quién está enterrado aquí?
600 tumbas dan para mucho. La primera persona que se enterró aquí fue ‘Arthur Thorold’. En su epitafio pone que murió el 10 de febrero de 1854. Sobre lápida podemos ver la famosa espada Excalibur.
Dentro solo hay un panteón. Pertenece a una popular familia de banqueros: los Bauer. El estilo de construcción seguido fue el neoegipcio. En sus paredes se pueden leer inscripciones en hebreo.
Una de las familias que descansan aquí son los Parish. Estos eran los propietarios del famoso Circo Price. A pesar de ello, los restos del cabeza de familia, Thomas Price, se encuentran en Valencia.
También podemos encontrar aquí las tumbas de los Loewes, propietarios de la lujosa firma de moda. Además de ello, aquí yacen varios miembros de la familia real de Georgia que llegaron a España tras su exilio.
Respeto y silencio en este camposanto británico
La mayoría de ellos son propiedad del Gobierno Inglés, sin embargo, otros muchos son mantenido gracias a las cuotas que pagan los familiares. Aunque, los Cementerios Británicos no son un caso aislado de la ciudad de Madrid.
Por España existen casi 30 cementerios de esta tipología repartidos por todo el territorio nacional. En la actualidad, no solo se limitan a albergar los restos de los ciudadanos ingleses, sino que aquí descansan personas de todas las confesiones.
Valencia, Bilbao, Huelva… son algunas de las ciudades que también poseen un cementerio británico. Si quieres conocer cómo son, solo tienes que acercarte a la calle Comandante Fontanes, número 7.
Los días de visita son los martes, jueves y sábado de 10:30 a 13:00h. Lo único que piden es silencio porque, aunque sea un monumento histórico, no hay que perder de vista que se trata de un camposanto y, como tal, merece respeto.