En las afueras de la capital, cada semana se dan cita los aficionados a las carreras de caballo para disfrutar de un domingo en el Hipódromo de la Zarzuela. Este conjunto celebra este año su 80 aniversario.
Las carreras de caballos se asentaron en Madrid gracias a los Duques de Osuna. Conoce la historia de este recinto y rememora aquellos domingos en los que las pamelas poblaban las gradas de este hipódromo madrileño.
Los Duques de Osuna, los padres de las carreras de caballo
Las carreras de caballo se venían celebrando en Madrid desde hace siglos, sin embargo, sería el siglo XIX el que vería nacer una gran afición en la capital.
Los Duques de Osuna eran unos grandes aficionados a este deporte. Por este motivo, hicieron todo posible para poder fomentar su práctica y afición entre los madrileños de aquel momento.
El duque llegaría a crear su propia yeguada. Además de ello, junto a su hermano y a unos amigos, fundaría una sociedad que supuso un gran impulso hacia la institucionalización de las carreras de caballo.
En 1835 se celebraría la primera carrera de caballos oficial en Madrid. Esta tuvo lugar en una de las grandes fincas de la Alameda de Osuna, pertenecientes a estos mediáticos duques de la época.
Este lugar era conocido como ‘Casa Blanca’ y se considera el primer hipódromo madrileño. También se tiene conocimiento de que se celebraron más carreras en el paseo de las Delicias y en la Casa de Campo.
Del Hipódromo de la Castellana a Nuevos Ministerios
Estas primeras carreras se celebraban prácticamente sin público. Sin duda era una excusa para que la aristocracia madrileña se reuniese en torno a esta afición. Sin embargo, aún era muy minoritario.
El primer gran hipódromo de Madrid estuvo en la Castellana. Este se inauguró en 1878, aún a medio construir. Esto fue porque querían que coincidiera con la boda de Alfonso XII y María de las Mercedes.
Poco después se celebraría en este lugar el primer Gran Premio de Madrid. De forma paralela se empezó a construir otro en Aranjuez que estaría activo hasta el año 1934.
Sin embargo, en el año 1933 se acabó la concesión de los terrenos. Madrid tenía otro plan para este lugar y este era la construcción de los Nuevos Ministerios. Para realizar esta ampliación de la capital, se derribó el antiguo Hipódromo de la Castellana. Todo se traslada al de Aranjuez.
El (casi) nacimiento del Hipódromo de la Zarzuela
En 1934, en plena Segunda república, el Gobierno da el visto bueno a la construcción de un nuevo hipódromo a las afueras de la capital. Para ello, sacaría un concurso público para que todos los arquitectos que quisieran presentaran sus proyectos.
Los ganadores fueron el ingeniero Torroja y los arquitectos Arniches y Domínguez. Para crear este nuevo Hipódromo de la Zarzuela se inspiraron el de San Siro, en Milán.
Un año después, en 1935 empezaron las obras. La llegada de la Guerra Civil hizo que todo se paralizara. Este lugar se convirtió en una gran montaña de escombros al encontrarse justo en un frente de batalla.
Finalmente, en mayo del año 1941 se inauguraría por fin el Hipódromo del a Zarzuela. En plena posguerra, en primeras carreras que aquí se celebraron se tuvieron que traer caballos del extranjero, ya que en España no había.
La época dorada de las carreras de caballos
Tras la inauguración, una gran época de esplendor llegó al Hipódromo de la Zarzuela. En los años 50 numerosos madrileños se daban cita en este recinto para disfrutar de las carreras de caballos.
El diseño aplicado aquí pertenece al llamado racionalismo madrileño. En esta corriente arquitectónica sería común el uso del hormigón, del ladrillo visto o de las fachadas lisas sin decorar.
Las gradas del hipódromo son el mejor ejemplo de ello. Este recinto es considerado como el último gran proyecto arquitectónico de la II República. De la época también es el Viaducto de la calle Bailén.
De la época dorada se pasó a un momento oscuro en el que la quiebra de sus dueños hizo que en otoño de 1996 el Hipódromo de la Zarzuela tuviera que echar el cierre tras 55 años ininterrumpidos.
Sin embargo, el 23 de octubre de 2005 y tras casi nueve años de cierre, el Hipódromo de la Zarzuela vuelve abrir sus puertas para que todos los madrileños puedan disfrutar de una gran tarde de caballos e historia.