El día de la Comunidad de Madrid se celebra el 2 de mayo por un motivo concreto. Fue este día el que el pueblo de Madrid inició una revuelta popular contra la invasión francesa de las calles de la capital.
Recordando esta heroica gesta, recorremos todos los rincones de Madrid que fueron testigos de cómo los madrileños reivindicaron su valía como pueblo aquel 2 de mayo de 1808.
La ‘Plaza del 2 de mayo‘, el epicentro de la revuelta
Lo que hoy está lleno de jóvenes disfrutando del buen tiempo, en su tiempo fue el epicentro de la resistencia madrileña contra los franceses. Hablamos de la Plaza del 2 de mayo, en pleno corazón de Malasaña.
Creada en 1869, en el centro una estatua preside este emblemático lugar. No es otra que un arco con una estatua dedicada a dos de los protagonistas de la batalla de 2 de mayo de 1808.
Cuando los franceses llegaron a la capital, contaba con el beneplácito de la corona. El ejército español, por tanto, tenía orden de no intervenir. Sin embargo, fueron los madrileños los que salieron a las calles a defender su país.
Una serie de militares se negaron a ver impasibles cómo los invasores se quedaban con la ciudad. Estos fueron los que se encontraban en el parque de artillería del Cuartel de Monteleón, en lo que hoy conocemos como la plaza del 2 de Mayo.
Daoiz y Velarde eran dos de los militares que allí se encontraban. Ambos decidieron abrir las puertas de este almacén de armamento para poder administrar armas al pueblo civil de Madrid.
en la escena se encontraban 4000 franceses frente a poco más de 300 entre civiles y militares españoles
Las armas no eran las mejores pues muchas estaban destinadas al museo del ejército. Fue una decisión totalmente suicida pues en la escena se encontraban 4000 franceses frente a poco más de 300 entre civiles y militares españoles.
Velarde sería el primero en morir. Poco después y en su casa lo haría Daoiz. Sin embargo, su gran valentía quedaría grabada a fuego en la memoria de los madrileños.
La estatua de la plaza del 2 de mayo es homenaje a ellos, aunque en un principio estuvo instalada en El Retiro. Fue trasladada a la plaza para su inauguración en el año 1869. El arco de detrás pertenece a la entrada del ya desaparecido cuartel.
La montaña de Príncipe Pío y su cementerio de la Florida
Tras la revolución madrileña vino la represión de los franceses. Hay muchos historiadores que dicen que el día de la Comunidad de Madrid más que celebrar una victoria, reivindica una derrota.
Tras estos sucesos, los franceses comenzaron a detener a cualquiera que llevara a una navaja. Todos ellos serían fusilados en las inmediaciones de Recoletos, Puerta del Sol, Moncloa, paseo del Prado o la puerta de Alcalá.
los franceses comenzaron a ajusticiar a cualquiera que llevara a una navaja.
Una de esas famosas ejecuciones sucedió en la montaña de Príncipe Pío, donde hoy se encuentra el Templo de Debod. Allí se fusilaron a un total de 43 patriotas la noche del 2 al 3 de mayo.
Francisco de Goya inmortalizaría como nadie todos los sucesos de la guerra de la independencia. Desde su serie de grabados “Los Desastres de la Guerra”, hasta sus dos cuadros más emblemáticos: el 2 y el 3 de mayo. Esta última obra refleja precisamente estos ajusticiamientos en la montaña de Príncipe Pío.
El cercano Cementerio de la Florida tiene la suerte de contar con el título de ser el más antiguo de Madrid. Este alberga los restos de estos 43 patriotas fusilados por luchar por la libertad de la capital frente a los vecinos galos.
Los héroes anónimos del 2 de mayo
La revuelta del 2 de mayo en Madrid fue totalmente popular y espontánea. Fue el pueblo madrileño el que alzó la voz contra la injusticia que suponía ceder su soberanía a los franceses.
Por este motivo, los protagonistas de este día tan memorable fueron aquellos madrileños anónimos que gracias a su valentía se convirtieron en personas imborrables en la historia.
Uno de ellos era Blas de Molina. Este madrileño era un maestro cerrajero que nada tenía que ver con la política de la época. Aquel 2 de mayo los madrileños se agolpaban frente a la puerta del Palacio Real a la espera de noticias.
Allí podía ver cómo los reyes iban huyendo mientras en Madrid se instalaban más de 50.000 soldados franceses. Nadie hacía nada mientras eran testigos de cómo sus dirigentes les traicionaban frente a sus propios ojos.
De pronto, Blas levantó la voz en aquella plaza de Oriente y dijo:
Estas palabras calaron tanto entre los madrileños que se dice que este fue el comienzo de la revuelta. Aunque no fue el único, muy cerca de allí, en la plaza Mayor ocurría algo similar.
En el interior del arco de Cuchilleros encontramos un pequeño púlpito. En su tiempo, era la entrada a una de las tabernas más famosas del Madrid de la época. Desde aquí el fraile Antonio, a viva voz, también animaría a los madrileños a defender la ciudad de los franceses.
Una revolución con nombre de mujer
De entre todos los vecinos de la villa que decidieron salir a las calles aquel 2 de mayo, destaca mucho el valiente papel de las madrileñas. Su intervención fue clave en esta insurrección.
Muchas de ellas se dedicaron a tirar macetas a los franceses desde los balcones de sus casas. Las vecinas de Lavapiés, por su parte, sacaron todos los muebles de sus casas para crear barricadas para frenar el paso de los franceses.
Manuela Malasaña es de las más conocidas. Esta costurera madrileña tenía solo 17 años cuando le pilló la revuelta. Valiente como ella sola, transportaba entre sus faldas cartuchos para los militares que disputaban la contienda.
Sin embargo, la mala fortuna hizo que uno de los franceses le pillara con unas tijeras, herramienta que utilizaba para su trabajo. El enemigo pensó que era un arma y finalmente fue fusilada.
Otra de estas protagonistas fue Clara del Rey. Esta heroína madrileña vivía donde hoy se encuentra el famoso bar La Vía Láctea. Las crónicas cuentan que salió a las calles junto a su marido y sus hijos para ayudar a los militares del cuartel de Monteleón.
Clara del rey salió a la calle junto a sus marido y sus hijos a defender madrid de los franceses
Clara fue interceptada por una bala y acabó muriendo. Sin embargo, su nombre quedó imprimido para siempre en la historia y pasó a la eternidad siendo conocida como una valiente heroína.
Benita Pastrana, María Beano, Manuela Aramayona, Ángela Fernández, Francisca Olivares, Juana García, Ramona García… son parte de los nombres de aquellas mujeres valientes que lucharon por Madrid aquel 2 de mayo de 1808.
El cuartel general de los franceses en Madrid
Cuando los franceses llegaron a Madrid, enseguida se pusieron a buscar dónde plantar su centro de operaciones. Fue bastante fácil encontrarlo.
El Palacio del Buen Retiro fue construido por Felipe IV para el disfrute de la corona. Allí pasaban largas temporadas, gozando sus infinitos jardines. Este se encontraba en las inmediaciones de los Jerónimos, mucho antes del parque que hoy ocupa su lugar.
Esta es la zona alta de Madrid. Napoleón no dudó en instalar aquí su cuartel general pues era un lugar de alta estrategia militar. Según llegó, comenzó a fortificar el lugar talando árboles y derribando parte de este Real Sitio.
En el año 1812, cuando los franceses terminan por abandonar España, el Palacio del Buen Retiro estaba en la auténtica ruina. La única opción que se tuvo fue demolerlo, perdiendo para siempre un gran patrimonio arquitectónico.
En 1812, cuando los franceses abandonan España, el Palacio del Buen Retiro estaba en la auténtica ruina.
En su lugar quedó un gran solar que con los años se convertiría en el famoso Parque de El Retiro. Muy pocos madrileños saben que a Napoleón le gustó tanto como a ellos estos maravillosos jardines.
La herencia actual del 2 de mayo de 1808
Cuando Napoleón llegó aquel 2 de mayo, decidió que la mejor persona a la que le podía regalar un territorio como España era a su hermano. José Bonaparte se convertiría en el nuevo rey de España.
Aunque fue uno de los monarcas más odiados, lo cierto es que se esforzó mucho por caerle bien a los madrileños. El famoso ‘Pepe Botella’ se obligaba a ir a los toros o a comer paellas solo para agradar a los españoles. Lo cierto es que detestaba ambas cosas.
‘pepe botella’ se obligaba a ir a los toros y a comer paella cuando detestaba ambas cosas
En lo que respecta a Madrid, quiso hacer de la capital una ciudad moderna al estilo parisino. Para ello inició numerosas reformas arquitectónicas para mejorar su aspecto.
José Bonaparte sería conocido por los madrileños como ‘Pepe Plazuelas’ por la cantidad de edificios que derribó para crear plazas. Entre ellas se encuentran la plaza de Santa Ana, el mercado de San Miguel y el de Mostenses o la plaza de San Ildefonso.
La huella de aquel 2 de mayo también lo encontramos en los numerosos monumentos repartidos por Madrid que homenajean a los héroes de aquella hazaña. Uno de ellos se encuentra en plaza de la Lealtad, cerca del Museo del Prado.
Este obelisco tiene una llama que nunca se apaga. En uno de sus laterales una urna custodia las cenizas de muchos de los héroes que perecieron defendiendo Madrid.
Otras son las placas presentes en lugares tan emblemáticos como la puerta del Sol o el palacio Real. Cada 2 de mayo reciben flores, quedando patente que aquel día cambió para siempre la historia de Madrid.
En un tiempo en el que los franceses parecen volver a poblar nuestras calles, recordar la historia de aquellos que dieron a la vida por Madrid es de obligado cumplimiento.
El pueblo de Madrid, siempre valiente, sigue defendiendo su sitio en el mundo y reivindicando que ese “vivir a la madrileña” va mucho más allá de los bares, las terrazas y la fiesta.
En esta ciudad, uno pasa a ser automáticamente madrileño en el momento en el que pisan la capital. Por todo ello, feliz día a todos los que tienen la suerte de disfrutar a diario de Madrid y su apasionante historia.