En los márgenes del río Manzanares, a su paso por esta población, podemos encontrar los restos de antiguas infraestructuras hidráulicas que completaban el enorme complejo que formó la Fábrica de Papel Continuo instalada en la Villa a mediados del siglo XIX.
Fue en 1837, cuando Don Tomás Jordán y Cantó, editor y colaborador de la Imprenta Real de la Corte de Isabel II, compró el edificio que ocupaba el Batán del Real Hospicio de Madrid para construir la primera fábrica de bobinas de papel continuo de España. Su producción se destinaría a la emergente actividad editorial de los numerosos semanarios y diarios que se generalizaron desde mediados del siglo XIX.
En 1842, un incendio causó graves daños en el edificio principal de la fábrica. Su nuevo propietario, Don Mariano Abad, aprovechó esta catástrofe para reparar los daños y ampliar las infraestructuras con la adquisición de los dos molinos cercanos al pueblo. El Molino de la Tuerta y el Molino de Los Frailes o del Cura, completando la fábrica con otras dependencias importantes para su funcionamiento y mantenimiento.
La leñera, donde se abastecía a las máquinas de vapor, la fragua, donde se arreglaban la maquinaria y las herramientas, la carbonera, donde se guardaba el carbón que abastecía de energía a la fábrica, el almacén, donde se cortaba y embalaba el papel, las casas de Chamberí, situadas al comienzo de la Avenida de la Pedriza como vivienda de los operarios, y el Parador.
PARADOR
Situado al sur de la plaza y recientemente restaurado, el Parador tiene planta rectangular y está construido en mampostería de granito. En el patio interior se levantaba una singular fachada con entramado de madera que daba a un recinto cercado por un muro de más de dos metros de altura; allí, donde hoy está la plazuela que se abre delante de la fachada norte de la iglesia parroquial, se guardaban los carruajes. Su construcción se realizó a mediados del siglo XIX, cuando Mariano Abad amplió los espacios y edificios de la industria para alojar aquí las viviendas de los directivos de la fábrica, y acomodar a los viajantes y técnicos que venían a instalar o reparar la maquinaria. La planta superior parece que se destinaba a secadero de papel.
En 1908, el XVII Duque del Infantado, Don Joaquín de Arteaga y Echagüe, tras varios pleitos porque los vertidos de la Fábrica contaminaban el agua del Embalse de Santillana, compró la fábrica para cerrarla poco después, en 1911, y asegurar su nuevo proyecto de abastecimiento de agua a Madrid.
Durante los años 50 del pasado siglo XX, el edificio del Parador fue utilizado como escenario de alguna de las películas rodadas en Manzanares el Real y, desde los años sesenta hasta su reciente restauración, albergó una sala de cine que fue uno de los lugares de ocio preferidos de los manzanariegos.
Hoy, tras la restauración del edificio, el ayuntamiento ha acondicionado el espacio que ocupó el antiguo cine como nueva sala multiusos.