Así recorrió el tranvía Madrid durante 100 años

En los últimos años del siglo XIX, la capital madrileña daba la bienvenida al nuevo medio de transporte, el tranvía. La movilidad de los madrileños siempre ha sido un asunto de gran relevancia para los matritenses, puesto que cada vez la ciudad se expandía más y se hacía muy necesario tener diferente modos de ir de un lugar a otro.

El 31 de mayo de 1871 se inauguraba la primera línea que uniría la Puerta del Sol con el Barrio de Salamanca, con su última parada en el cruce entre las calles de Serrano y Maldonado. Fue todo un evento en el momento creando una gran expectación popular, ya que suponía un gran paso hacia la modernidad y un avance en todos los sentidos para la capital española.

Un año más tarde, el responsable de la compañía cambió pasando a formar parte de “The Madrid Street Tramway Company Limited”, filial de “The Tramway Union Company Limited”, cuyo representante en Madrid era D. Carlos Spearing.

Con el paso del tiempo, el tranvía fue cambiando y dando lugar a máquinas más modernas. En sus comienzos se le llamaba popularmente “el tranvía de sangre” puesto que eran tirados por mulos o caballos, una forma de viajar que desapareció y fue mutando hasta llegar al conocido tranvía eléctrico.

El recorrido de esta primera línea pasaba por Cibeles, la Puerta del Sol, las calles Mayor y Bailén, hasta llegar a Argüelles, que entonces se conocía como el barrio de las Pozas. El éxito que tuvo dio lugar a que se creará una nueva línea que circulaba entre la Plaza Mayor y el Puente de Toledo.

Así recorrió el tranvía Madrid durante 100 años unnamed 2 1

El tranvía se convirtió en un medio utilizado por los madrileños a diario, que empleaban para moverse por la capital de una manera rápida y segura. Para poder recoger al mayor número de personas, contaban con dos pisos en los que los pasajeros iban de pies hasta llegar a su destino.

Lo que al principio era solo una línea acabó multiplicándose hasta dar lugar a seis compañías diferentes que ofertaban sus servicios de transporte. Era evidente el crecimiento de la población que estaba viviendo Madrid unido al desarrollo de la ciudad. Cada compañía establecía sus propios precios e incluso tenían distintos anchos de vía.

La Puerta de Sol se estableció como punto de inicio de las diferentes líneas que cada vez llegaban más lejos. Ya en 1898 se dejó atrás el uso de la fuerza de animales para mover el tranvía y se empezó a usar la electricidad para sus desplazamientos. La empresa que primero electrificó sus líneas fue la Compañía del Tranvía de Madrid, coincidiendo con que esa misma había sido la primera en poner en marcha la línea de tracción animal de la ciudad.

LA DESAPARICIÓN DEL TRANVÍA

La primera línea tenía un total de 24 coches en los que entraban 24 pasajeros en cada uno. Por raro que nos resulte ahora mismo, los tranvías recorrían a diario la Puerta del Sol siendo testigos de multitud de acontecimientos históricos, de modo que convivían con los madrileños año tras año, sin que nadie se esperase que tras 100 años de uso acabasen desapareciendo.

Nada es eterno y la historia de los tranvías es el claro ejemplo de ello. Tras la Guerra Civil Española los queridos tranvías fueron desapareciendo poco a poco. En el año 1945 se desmantelaron las vías de la Puerta del Sol aunque aún se mantenían algunas líneas como la que iba en dirección a Preciados.

Dos años más tarde, con la creación de la Empresa Municipal de Transporte (EMT), el ayuntamiento unificó las tarifas y los servicios de movilidad de la ciudad. Durante los primeros años el tranvía pudo convivir con los autobuses y el trolebús pero esto solo duro 30 años, pues después los tranvías pasarían a formar parte de la historia.

El tranvía marcó la historia de Madrid durante su centenar de año en funcionamiento y dejó huella en la sociedad actual como la frase “más chulo que un ocho”, que hace referencia a la línea ocho del tranvía que llegaba a la zona de la Bombilla.

Actualmente tenemos en Madrid el Metro Ligero, que honra en parte la memoria del los antiguos tranvías, aunque por mal que nos pese no podemos retroceder en el tiempo y vivir nosotros mismos lo que era un paseo en tranvía viendo el reloj de la Puerta del Sol.