Transitada a diario por cientos de madrileños, la estación de Tirso de Molina se ha convertido en todo un referente en el plano del Metro de Madrid. Se trata de una de las tres líneas que comunican el barrio de La Latina con el resto de la capital, por lo que no es de extrañar que su fama cada vez vaya en aumento. Sin embargo, tras su decorado interior se oculta una leyenda de fantasma que aterroriza hasta al más valiente.
La estación fue inaugurada en el año 1921 bajo el nombre de Progreso, ya que por aquel entonces se situaba en este mismo lugar una concurrida plaza con que se llamaba así. En esta misma explanada, se encontraba el desaparecido Convento de la Merced que acabó siendo derruido tras la desamortización de Mendizabal. El convento tenía un gran claustro con jardín, decorado con una pequeña fuente que era conocida como «la joya de Madrid».
Allí vivió un conocido fraile de nombre Gabriel Téllez, conocido popularmente como Tirso de Molina. Junto al convento se encontraba una de las iglesias más grandes de Madrid y un pequeño cementerio donde los monjes de la congregación encontraban el descanso eterno. Sin embargo, el camposanto a diferencia de la iglesia y del convento, no se trasladó al derruir el edificio sino que se optó por dejarlo allí para siempre.
Con el paso del tiempo, este cementerio cayó en el olvido y la plaza madrileña fue levantada para comenzar las obras de una de las mayores arterias del Metro de Madrid. Durante las obras, la casualidad o el destino quiso que los trabajadores se topasen con los restos humanos de varios monjes. Al parecer, nadie se encargó de esos cuerpos que aparecieron por sorpresa un centenar de años después. Ante el asombro y el miedo de los obreros, las autoridades decidieron que la mejor opción sería que los huesos siguiesen ocultos bajo tierra, sepultándolos detrás de los azulejos de las paredes de la estación.
Los rumores y leyendas pronto comenzaron a circular por la capital, que aseguraban que Tirso de Molina estaba repleto de los fantasmas que deambulaban por las inmediaciones del metropolitano. El cementerio del convento, donde su enterraba a los frailes y nobles, estaba bajo el edificio, es decir, donde hoy se ubica la estación de metro.
HISTORIAS DE MIEDO EN EL METRO DE MADRID
El Metro de Madrid está repleto de historia y leyendas de terror como ésta. Es el caso de la historia de miedo de la joven que se subió en el último tren. Allí, habló con una médium que le dijo “no te muevas, no hables, no le mires a la cara, y bájate conmigo en la siguiente parada”, aunque con el paso del tiempo nunca se ha sabido si tenía algo de realidad.
Miles de historias han tenido como protagonista al subterráneo madrileño. Durante la guerra, el metro se convirtió en toda una comunidad de refugiados que huían del estruendo de las bombas. El Metro de Madrid era lo más seguro en el aquel entonces, aunque llegar hasta el suponía cierto riesgo puesto que había que esquivar a las decenas de francotiradores que apuntaban sin piedad. Por todo ello, las líneas del metropolitano han servido de amparo y protección a muchos madrileños, aunque no se puede descartar que los espíritus y las historias de miedo también empleen esta infraestructura como escenario principal.