Un portón invencible en forma circular custodia uno de los mayores tesoros de Madrid, la Caja de las Letras. En su interior, un total de 1767 cofres guardan objetos relacionados con la ciencia, las artes y las letras donados por personajes insignes de la cultura hispánica. Se trata de una verdadera cápsula del tiempo que conserva los legados más protegidos de músicos, actores, cineastas y escritores.
Oculta bajo el sótano del Instituto Cervantes, la cámara acorazada se encarga de velar por la seguridad de reliquias que pocas personas han tenido la oportunidad de poder apreciar. Objetos de artistas como Luis García Berlanga, Ana María Matute y Miguel Hernández permanecen en esta selecta sala desde el año 2007.
Más de 60 legados de personajes ilustres de la historia se encuentran bajo llave con la finalidad de conservar la memoria de la cultura de los España y los países hispanohablantes. Antes de que el edificio albergara la secreta cámara acorazada, era una sede del Banco Español del Río de la Plata. A principios del siglo XX, este banco situado en uno de los extremos de Alcalá de Henares se encontraba custodiado por cuatro cariátides situadas a los lados de la entrada principal.
Durante años, la identidad bancaria fue usada por los españoles que emigraron de Argentina hasta que año 2007. A partir de entonces, el Instituto Cervantes tomó el banco como su sede madrileña. En el sótano del nuevo instituto aún se encontraba la caja fuerte del banco, cuyos cubículos habían quedado vacíos de la antigua fortuna y oro que se encontraba en su interior. César Antonio Molina, director de la institución por aquel entonces, decidió que aquella cámara acorazada se merecía un nuevo uso por lo que pensó que en vez de llenarla de oro y riqueza podría llenarla de patrimonio cultural.
Al abrir el gran portón circular se puede observar dos plantas repletas de cajas metálicas que guardan tesoros únicos. El primero en depositar uno de sus bienes más preciados en la cámara 1032 de la caja fuerte de la Caja de las Letras fue el escritor Francisco Ayala, que con 100 años decidió depositar en una de las cabinas un secreto que será desvelado en el año 2057.
En otra materia completamente distinta, la bióloga molecular Margarita Salas fue una de las pioneras en dejar en una de las cámaras su primer cuaderno de protocolo, aunque éste ya no se encuentra allí ya que le fue devuelto años más tarde. Cada artista elegía que quería depositar en la cápsula y después en que momento quería que se abriese y se descubriese al mundo.
LEGADOS IN MEMORIAM
Además, entre los muros de la Caja de las Letras hay cubículos especiales para los donantes póstumos. En ellos, se colocan los legados In Memoriam donde los familiares y organizaciones cercanas a quienes se merecen un espacio propio en la cámara secreta depositan los objetos de las ilustres personas. Así es el caso de la pipa que usaba Buero Vallejo, la cual fue donada por su esposa tras su fallecimiento.
A pesar de que la gran mayoría de objetos serán descubiertos en un momento u otro, existen alguno de ellos que, por desgracia, jamás serán abiertos como los objetos depositados por Gabriel García Márquez. Gracias a las visita virtual que estrenó el Instituto Cervantes, se puede conocer este peculiar rincón madrileño y pasear entre las más de 1.500 cajas que contienen los tesoros más preciados de los personajes más destacados de la cultura hispánica.