Hoy se cumplen dieciocho años desde que el terror se apoderó de las calles de Madrid. Entre las 7:37 y 7:41, diez bombas estallaron en la ciudad en cuatro trenes de Cercanías. España entera se enmudeció ante el horror del ataque y entre lágrimas se preguntaban por qué había tenido lugar. El recuento de víctimas parecía no acabarse nunca hasta llegar a sumar casi a 200 fallecidos y 1.800 heridos.
España se tiñó de negro esa mañana y con ella todos los españoles. Las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia fueron los escenarios escogidos para el atroz crimen que perdura en la memoria de todos los ciudadanos. Esa mañana marcó un antes y un después en la historia del país, puesto que nunca antes había tenido lugar un acontecimiento similar.
Los atentados se produjeron tres días antes de que se celebrasen elecciones generales. Por ello, el primer pensamiento que fue a la cabeza de la mayor parte de la sociedad fue ETA. Con el paso de los días, los hechos se fueron esclareciendo hasta terminar atribuyendo los brutales atentados a Al Qaeda y al Grupo Islámico Combatiente Marroquí.
Los primeros minutos de confusión solo tenían una conclusión clara: había sido una masacre. Se trataba de hora puntas, ya que eran cientos los madrileños que acudían a sus puestos de trabajo o a estudiar, de modo que los daños llegaron a niveles nunca imaginados.
En total hubo 11 explosiones que dinamitaron todo lo que se encontraba a su alrededor. Los trenes fueron retirados de durante los días 12 y 13 de marzo, aunque antes de moverlos fueron despojados de muchas toneladas de material procedentes de los focos. Tan solo se consiguieron conservar 23 bolsitas de muestras en los almacenes de la unidad Tedax, las cuales habían sido antes analizadas en su laboratorio químico para determinar la naturaleza del explosivo utilizado.
Los trenes acabaron convertidos en chatarra a los pocos días, quedando solo visible el tren de Santa Eugenia. Al no existir el conjunto de trenes a la hora de realizar la investigación, los expertos tuvieron que recurrir a fotografías tomadas por policías municipales, ferroviarios y bomberos, sin que hubiese un reportaje fotográfico científico con el que poder esclarecer los hechos.
El conjunto de yihadistas que conformaron la red final del 11-M se pueden enmarcar en tres grupos: los miembros no detenidos de la célula de Abu Dahdah, las estructuras con las que contaba el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) en Europa occidental, especialmente en Bélgica y que estaban conectados con la reunión de Estambul, y la banda de “El Chino”, un grupo de delincuentes comunes que fueron radicalizándose en su concepción religiosa.
HOMENAJES A LAS VÍCTIMAS
Cuando parecía que todo se había acabado y la calma había vuelto a Madrid, tuvo lugar el 3 de abril de ese mismo año una fuerte explosión que acabó con la vida de siete de los terroristas y del subinspector Francisco Javier Torronteras, elevando la cifra a 193 muertos. Madrid siempre recordará a las víctimas de la tragedia, símbolo de ellos son los monumentos edificados tras el atentado en diferentes puntos de la Comunidad de Madrid. Entre ellos, posiblemente el que más destaca es la estructura cilíndrica de Atocha, en cuyos muros se encuentran grabados los nombres de las víctimas y mensajes de condolencia en varios idiomas.
Coincidiendo con el dieciocho aniversario de los atentados del 11-M, el Ayuntamiento de Madrid ha instalado una placa conmemorativa en el Bosque del Recuerdo del Parque de El Retiro en homenaje a las víctimas. “Monumento construido como homenaje a las víctimas de los atentados del terrorismo yihadista del 11 de marzo de 2004. Ayuntamiento de Madrid de 2022”, se puede leer en la inscripción de la misma.
La placa fue inaugurada el jueves en un acto al que acudió el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y la vicealcaldesa de la capital, Begoña Villacís, acompañados por el vicepresidente de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, Eulogio Paz. En este tiempo, el Estado ha indemnizado a las víctimas aunque sigue habiendo cientos de heridos y familiares de fallecidos que necesitan ayuda psicológica para superar el trauma. Lo que está claro es que Madrid, a pesar del paso del tiempo, sigue recordaron a las víctimas de la tragedia.