Desconocido para muchos madrileños, hoy 14 de abril se celebra el Día del Bocata de Calamares. A pesar de que el origen de este icónico emblema madrileño es un tanto difuso, podemos confirmar que forma parte de la cultura madrileña y de la oferta culinaria de la ciudad. El bocadillo de este tipo de marisco es un clásico en el tapeo en toda España pero sobre todo en la gastronomía de la capital.
Con el paso de los años, los calamares fritos se han convertido en el plato estrella de las zonas más céntricas de Madrid. Sin embargo, la popularidad de este tradicional bocadillo no ha estado siempre presente. No fue hasta el siglo XX cuando llegó su época dorada. A comienzos del siglo XVI el pescado que llegaba desde Galicia era un manjar de ricos que llegaba en unas condiciones desfavorables.
El tiempo fue pasando y la popularidad del bocadillo de calamares comenzó a llegar a Madrid gracias a la mejora del ferrocarril que trasladaba el pescado fresco en menos tiempo. El hecho de que fuese un producto sin espinas y con poca merma hizo que su fama fuese aumentando poco a poco entre los madrileños que desconocían esta clase de pescado.
LA INFLUENCIA DE LA IGLESIA
Por otro lado, durante la cuaresma los madrileños se veían privados de comer carne, por lo que los calamares se fueron convirtiendo en una buena opción que contestase a la iglesia. Sin darse casi cuenta, los “gatos” habían hecho del bocadillo de calamares el “fast food castizo” que no tardó en expandir su fama al resto de culturas.
Cientos de turistas llegaban a Madrid con la idea de probar un popular tentempié al alcance de todos los bolsillos. Estudiantes, obreros y precarios fueron los principales consumidores de esta nueva tapa que tenía un bajo coste. Además, la llegada de cocineras del norte de la península contribuyó a que el bocadillo de calamares se arraigara a la capital y perdurase su fama hasta el día de hoy.
EL SEGUNDO MERCADO DE PESCADO MÁS GRANDE DEL MUNDO
Debemos de mencionar de que a pesar de que en sus comienzos el pescado era un producto que llegaba a la capital en un traslado que duraba 11 o 12 días, Madrid tiene hoy Mercamadrid, el segundo mercado de pescado más grande del mundo. Otra de las posibles razones por la que se ha incluido en la gastronomía madrileña este popular bocadillo es la influencia de la comida andaluza en la capital.
Lo que sí parece estar claro es que sería ya en el siglo XX cuando el bocadillo de calamares se convertiría en un clásico de Madrid. En los años 50 el bar de bocatas de calamares por excelencia, El Brillante, abría su primera sucursal en la ciudad. Se trata de uno de los principales responsables de la popularización del bocadillo de calamares en Madrid. Fue inaugurado en 1967 frente a la estación de Atocha. La persona que hay detrás de este bar con tanta historia es Alfredo Rodríguez Villa. Este leonés llegó a la capital como tantos otros en el año 1934 con tan solo cinco duros en el bolsillo con el único sueño de ganarse la vida.
La Campana es otro de los restaurantes míticos de Madrid respecto a los bocadillos de calamares que abrió sus puertas hace más de 150 años. Junto a él encontramos otro restaurante bautizado como «El Castizo Madrileño», en donde el bocadillo de calamares de Manero se ha convertido en un clásico entre los clásicos.