En una época en la que la tecnología y los avances científicos parecen no tener límites, muchos son los que han vuelto a mirar al campo. A la belleza de las cosas naturales, intactas. A la protección del entorno natural y de las especies de la fauna y la flora autóctonas de cada zona del territorio nacional.
En en caso de la Comunidad de Madrid, todos los amantes de la Naturaleza giran sus ojos hacia grandes espacios naturales, como es el Pardo, o la sierra madrileña. Sin embargo, hay otros lugares, quizás menos conocidos, que se han convertido en la gran defensa de las especies autóctonas de la capital.
Tal vez uno de los lugares más desconocidos sea Valdemaqueda, ubicado en la Sierra Oeste madrileña. Un lugar que no sólo ofrece construcciones históricas, sino también paisajes autóctonos indispensables para los amantes de la Naturaleza. Así pues, sus parajes naturales incluyen los pinares de los cerros de Santa Catalina y Atalaya. Lugares donde aves como águilas, milanos, buitres, cigüeñas o búhos disfrutan de una Zona de Especial Protección (ZEPA).
Zona que, tal y como destaca la Comunidad de Madrid, se define por ser un “territorio designado para la conservación de las especies de aves silvestres incluidas en la Directiva europea”. Un espacio protegido que, junto a las Zonas Especiales de Conservación y los Lugares de Importancia Comunitaria, conforman la Red Natura 2000 de la Comunidad de Madrid. Protección que cubre el 39,85% del territorio madrileño.
SOTO DE VIÑUELAS, UN ESPACIO PRIVADO DE CONSERVACIÓN
El Monte de Viñuelas, también conocido como Soto de Viñuelas, también se ha convertido en una de las principales zonas de protección absoluta de la Naturaleza madrileña. Un lugar de acceso privado que se convierte en el límite oriental de El Pardo, y que se ha convertido en uno de los hogares de protección del águila imperial, en peligro de extinción.
Un lugar que actualmente está en manos privadas, pero que limita con el Parque del Terregal, en Tres Cantos, que sí permite el movimiento de los ciudadanos por sus terrenos. Unos terrenos en los que los viandantes pueden disfrutar de la naturaleza “mediterránea” del lugar.
“Bosque Mediterráneo”, tal y como han explicado fuentes expertas a este diario, en el que se puede disfrutar de encinas, catuesos, jaras, rosales silvestres y gran variedad de herbáceas autóctonas. Del mismo modo, animales tan especiales como el águila imperial ibérica, los buitres negros y leonados, o los autillos están al alcance de la vista de todos aquellos que pongan, durante unos instantes, la vista en el cielo.
Ecosistema natural con pastizales y encinares que no sólo protege a especies mediterráneas en Madrid, sino que también mitiga la actual crisis medioambiental que atraviesa el planeta. “Los ecosistemas naturales […] son capaces de mitigar la crisis ecológica en la que estamos inmersos, al contribuir, tanto a la mitigación del cambio climático, como a la conservación de la biodiversidad” destacan desde la Plataforma por el Entorno Natural de Tres Cantos.
LAS ZONAS INCLUIDAS EN LA RED NATURA 2000
Al igual que Valdemaqueda y Soto de Viñuelas se han convertido en lugares de conservación de la naturaleza mediterránea madrileña, muchas son las zonas que, desde la Comunidad de Madrid, se han convertido en espacios protegidos por la Red Natura 2000. Es el caso de la cuenca del río Lozoya y la sierra norte, donde existe la mayor población nidificante de buitre negro de la autonomía.
Como claro ejemplo de bosque mediterráneo, los madrileños también pueden disfrutar de la cuenca del río Guadalix. Un lugar que cuenta con un impresionante encinar de enebros que protege las poblaciones de fauna piscícola y aves acuáticas de la zona.
Del mismo modo, encontramos la cuenca del río Guadarrama, que cuenta con más de 300 especies entre sus ecosistemas y hábitats. Pluralidad de especies del área mediterránea que también se encuentran en las cuencas de los ríos Alberche y Cofio. Por su parte, la cuenca del río Jarama, así como la de Henares, tienen una especial importancia para la conservación de aves esteparias, gracias a la presencia de cereal en la estepa.
Preservación faunística que tiene su máxima expresión en los Páramos del Sureste de Madrid, abiertos al público en su gran parte. Y es que la abundancia de humedales y sotos asociados a sus ríos suponen un gran refugio para aves autóctonas. Aves que, junto a la flora de estos lugares y otras especies, suponen un paraíso natural al alcance de todos los madrileños que, en estos días, quieran volver a mirar al cielo.