Madrid-Barcelona. Un duelo futbolístico, político y hasta ambiental. El hecho es que Madrid ha cumplido por vez primera, desde que se hacen registros, con los límites de contaminación que impone la Unión Europea; Barcelona, por contra, ha suspendido. Sin embargo, desde los medios de izquierdas se lanzan desde hace una semana odas a la política ambiental de Ada Colau. ¿Cuál es la realidad? Madrid dispone de medidas mucho más ferreas y contundentes contra la contaminación, lo que ocurre es que no son las que más le gustan a la izquierda, que valora más los carriles bici que el hecho de que se hayan hecho prácticamente desaparecer las calderas de carbón en la ciudad de Madrid o su flota de autobuses públicos esté completamente descarbonizada. Almeida ha cumplido, lo que paradójicamente no le ha servido más que para recibir reproches políticos de los dos extremos.
Este martes, según datos de control de aqicn.org, el estado de la calidad del aire era naranja y amarillo en Barcelona, mientras se mantenía verde en casi toda la ciudad de Madrid. Madrid es una ciudad más limpia, pese a la barrera que impide su ventilación, la cercana Sierra de Guadarrama. Difícil encontrar en RRSS corriente de opinión reconociendo la calidad del aire de la capital de España, mientras no cesan las loas a las políticas de Colau que, pese a que ya lleva siete años en la alcaldía, sigue suspendiendo y sin acabar de llevar a cabo sus proyectos.
José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, se encontró una tesitura complicada a la llegada al despacho de Cibeles. Había hecho campaña cargando contra Madrid Central, la tardía idea estrella de su rival en las urnas, Manuela Carmena, pero no le iba a quedar más remedio que vivir con él. Madrid Central es la medida más visible de la estrategia ambiental del Gobierno del grupo de orientación de extrema izquierda con que Carmena llegó a la alcaldía. Esa estrategia se llamó Plan A y era básicamente anecdótico salvo en lo referente a las restricciones en el centro de la ciudad. De hecho, Carmena necesitó casi toda la legislatura para poder sacar esa estrategia, hasta el punto que Madrid Central, que no estaba en su programa, no se ejecutó hasta el mismo 2019, pocos meses antes de las elecciones municipales en las que Carmena fue derrotada. La tramitación fue tan chapucera que seis sentencias dictaminaron que era ilegal, hasta que una de ellas obligó a derogarlo.
AHORA EL PLAN ES MADRID 360
El Plan A de Almeida se llama Madrid 360. La idea de su equipo de gobierno es dar una visión global al problema de la contaminación, no solo en sus focos (tráficos, calefacciones, etc), sino también en cuanto a su ámbito. Mientras Carmena se centró en el distrito Centro (donde su electorado era masivo), el equipo de Borja Carabante puso en la cesta de las decisiones que el lugar más contaminado de Madrid era la Plaza Elíptica, en el Sur de la ciudad. Hacia el ecuador de la legislatura Madrid contaba con otra zona de bajas emisiones, justamente la más contaminada e ignorada por Carmena y Rita Maestre: Plaza Elíptica, el gran nudo gordiano de las comunicaciones del sur de Madrid.
Ayudas para el cambio de calderas de carbón a combustibles menos contaminantes, ayudas a los coches eléctricos, peatonalización de calles… Quedaba el elefante rosa en la habitación, Madrid Central. Pese al alarmismo de la izquierda, Madrid Central apenas ha visto modificada su naturaleza tras el revolcón en los tribunales y reconstruido con una nueva denominación –Distrito Centro– y sobre todo una nueva ordenanza, que nadie ha siquiera recurrido a los tribunales, no como la anterior.
AUTOBUSES 100% VERDES EN MADRID
Mientras, la flota de autobuses públicos de Madrid (EMT) ya ha conseguido ser 100% verde (mayoritariamente propulsada con gas y con una creciente flota eléctrica). TMB, la empresa pública de transportes de Barcelona está lejos aún del objetivo de descarbonización total, pese a sus esfuerzos.
Mientras, el enfoque de Colau seguía centrado en imposibilitar el tráfico rodado. Su Zona de bajas Emisiones (ZBE) llegó tarde y es más reducida que la de Madrid. La gran apuesta son la “súpermanzanas”, una medida polémica que consiste en expulsar al trafico no residente de determinadas áreas residenciales. Tampoco parece que esté dando frutos.
La otra gran apuesta en Barcelona ha sido la construcción de carriles bici. La red actual es de unos 245 kilómetros, de los que 12 son deficientes y necesitan reforma. Colau intenta llegar con 32 kilómetros nuevos a las elecciones. Madrid por su lado está ejecutando el gran carril bici que recorrerá la espina dorsal de la ciudad, entre Atocha y plaza de Castilla. La reforma de infraestructuras, como la demolición del ‘scaléxtric’ de Joaquín Costa generó también nuevos carriles bici, segregados y con señalización semafórica propia.
El desafío no es pequeño. Nuestro país se juega una importante multa por parte de la Comisión Europea en el caso de incumplimiento reiterado de los niveles de contaminación. El problema no está solo en Madrid o Barcelona, las grandes urbes, sino en otras insospechadas, como Granada. En ocasiones el problema ambiental de la calidad del aire no se produce solo por las excesivas emisiones -que también-, sino por los problemas de ventilación de ciudades que han crecido a la vera de sistemas montañosos como Guadarrama o Sierra Nevada.
De momento, desde el 1 de enero la almendra central de Madrid (M30 y en interior de la misma) es toda ella una ZBE a la que no pueden acceder vehículos sin etiqueta ambiental, solo los que disponen de la B, C, Eco o 0. La excepción son los vehículos domiciliados en el interior de este espacio.
DILEMA POLÍTICO
El problema político no es pequeño para el alcalde Almeida. Vox cree haber encontrado un ‘claim’ con el que atacar al alcalde, en base a la contradicción de hacer campaña prometiendo desmantelar Madrid Central para acabar haciendo todo Madrid un Madrid Central. La izquierda intenta sembrar dudas en las intenciones medioambientalistas del alcalde, a pesar de que lograr un año entero con el cielo limpio sea un logro que ellos no vieron ni de cerca.
La importancia de este hito no es baladí. Madrid no cumplió los parámetros que exige la Unión Europa ni siquiera el año del confinamiento (2020), pese a la drástica reducción de circulación, ni el año de Filomena (2021). Paradójicamente, en los días de Filomena, con la ciudad sepultada bajo un tsunami de nieve, sin tráfico, la ciudad tuvo valores altos de contaminación y hubo que poner en marcha el primer escenario de alerta por polución. Lo que podía leerse como que, pese a los mantras de la izquierda, la contaminación no está linealmente relacionada con el tráfico de coches contaminantes. Porque tampoco hay que olvidar que a día de hoy, el parque de coches que no contamina no para de crecer. Los modelos eléctricos de alta potencia, hay que recordarlo, contaminan al circular exactamente lo mismo que una bicicleta de BiciMAD.