David lleva 9 años viviendo en San Fernando de Henares, a tan solo unos metros de lo que la Comunidad de Madrid ha calificado como Zona 0. Y desde hace 2 es uno de los 600 vecinos afectados por la línea 7B del metro. Para David, y el resto de vecinos, la única responsable es la Comunidad de Madrid, y desde hace tiempo exigen atención y, sobre todo, una vivienda digna. Ya van 80 desalojados y ninguna solución.
No obstante, David no niega la visita de algunos técnicos de la CAM y también del Ayuntamiento de Madrid, aunque se queja de la desidia de la administración pública y del trato recibido. Eso sí, la CAM puso, no hace mucho, una oficina de Atención a los vecinos de San Fernando Afectados por la línea 7B a disposición de la localidad madrileña que, según David, “no vale para nada, te dicen que ya te llamarán pero no lo hacen”.
Entre las muchas quejas, David confirma que no se han realizado informes completos de la situación y que la Comunidad de Madrid tampoco lleva un registro de las viviendas afectadas. Aunque lo increíble de esto es que, para la presidenta Isabel Diáz Ayuso, vecinos como David, que tienen su edificio y su vivienda llena de grietas no son considerados como afectados.
“Señora presidenta, la que miente es usted, y se lo dice un vecino, no un político”
El miedo de los vecinos en San Fernando es palpable. A día de hoy hay viviendas afectadas que hace un año se encontraban en perfecto estado, y temen que, poco a poco, toda la localidad acabe de la misma manera. De hecho, no son solo las viviendas. El destrozo causado por la línea 7b de Metro ha afectado también a edificios e infraestructuras públicas. Un solo paseo por la zona ha bastado para observar las innumerables grietas exteriores en los edificios, el levantamiento continuo de las aceras y el hundimiento de algunos bienes.
“Lo único que queremos es restablecer la vida que llevábamos antes y una vivienda digna”
Desde la terraza de David se puede observar la magnitud del problema, solares antes ocupados por viviendas que han tenido que ser derribadas por el mal estado. Y otras viviendas aún en pie pero desalojadas por miedo a derrumbes. Cuando David habla lo hace en nombre de sus vecinos, y todos coinciden en lo mismo: “están destruyendo vidas”.
Y es que de los 600 vecinos afectados son 80 las familias realojadas en hoteles o apartamentos, soluciones temporales que no convencen a nadie. “Yo no pido nada, y mis vecinos tampoco. Lo único que queremos es restablecer la vida que llevábamos antes y una vivienda digna para todos los afectados por los derribos”.