La hidrofobia es un miedo exagerado al agua que se manifiesta a través de síntomas como la sudoración excesiva, palpitaciones o taquicardia, mareos y náuseas.
Las personas que la sufren también pueden experimentar sensación de ahogo, dificultad para respirar o hiperventilación. Suele aparecer en la niñez y se agudiza a medida que el individuo crece. Enfocados en este problema, un grupo de expertos ha diseñado el método Nadar Sin Miedo (NSM). Este consiste en clases de natación especialmente diseñadas para personas adultas con miedo al agua. Este método ya lleva 10 años en el mercado.
Causas que pueden originar la hidrofobia
Estos expertos sostienen que el miedo al agua, también conocido como acuafobia, se puede originar por determinadas circunstancias, como, por ejemplo, por un evento traumático, especialmente en la niñez y que esté relacionado con el agua. Estas experiencias no necesariamente se tienen que vivir en primera persona, ya que con solo presenciarlas pueden ser un detonante.
Algunas escuelas de psicología atribuyen la aparición de la hidrofobia a conductas aprendidas desde la infancia, a través de mensajes en ocasiones exagerados. Un ejemplo de los mismos puede ser “si te metes muchos al mar te ahogas” o “se te va a llevar la corriente”. Mitos como “meterse al agua después de comer es peligroso” también generan una predisposición negativa.
Existe la posibilidad de que la hidrofobia que padece una persona tenga su origen en un condicionamiento genético que predisponga a la ansiedad. Las reacciones fisiológicas al beber agua, como la inflamación de la laringe, suelen vincularse con esta patología. Esto ocurre porque la mente relaciona el líquido con el dolor o la molestia que produce ingerirlo.
Todo se puede solucionar con el método NSM
El equipo de Nadar Sin Miedo asegura que ha creado un método efectivo para ayudar a superar el temor al agua. Explican que con su orientación la gente gana confianza para interactuar con los cuerpos acuíferos como, por ejemplo, flotar de pie en una zona profunda. También les enseñan a meter la cabeza dentro del agua o a flotar tumbado sobre ella.
Lo primero que hace es una evaluación de cada alumno y en función del diagnóstico elaboran el itinerario de las clases. Este suele variar en función de las necesidades y la edad de cada individuo. Luego crea grupos que no superan las 5 personas para que la atención del profesor sea lo más personalizada posible.
Una vez organizados los grupos y las clases se enseñan los movimientos y conceptos para que las personas se familiaricen con el agua. Con los conocimientos adquiridos se procede de manera metódica a realizar las prácticas orientadas a enfrentar el miedo y vencerlo. En todas las etapas, la asistencia profesional del profesor será una constante para garantizar el éxito del programa.