La expansión de la Línea 11 del Metro y la tala de árboles, liderada por el gobierno de Isabel Díaz Ayuso, ha generado una ola de indignación entre los movimientos vecinales y ecologistas. A pesar de las movilizaciones iniciadas en febrero, la semana pasada marcó un triste hito con el inesperado sonido de las motosierras en los parques de Arganzuela y Comillas, donde los árboles, condenados a ser talados, cayeron ante el avance de las obras.
La resistencia vecinal ha enfrentado obstáculos significativos, y uno de los golpes más duros fue el rechazo de la Comunidad de Madrid a la intervención del Equipo de Mediación del Mecanismo de Reclamaciones del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Este equipo europeo había expresado su disposición a examinar las propuestas alternativas presentadas por el movimiento vecinal, propuestas que prometían un impacto ambiental mucho menor que el proyecto actual.
La Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) y la Asociación Vecinal Pasillo Verde Imperial presentaron una denuncia en septiembre pasado ante el BEI por la tala de árboles. En ella, solicitaban la consideración de alternativas al proyecto de la Comunidad de Madrid, que está financiado por un crédito de 372 millones de euros gestionados por el banco europeo. La negativa a esta intervención deja a los activistas en una situación desfavorable, sin la posibilidad de que se examinen de manera independiente las propuestas que buscan preservar el entorno urbano.
PROYECTO ACTUAL DE LA TALA DE ÁRBOLES: CONSECUENCIAS DIRECTAS PARA LA CIUDAD
El proyecto de expansión de la Línea 11 del Metro de Madrid ha experimentado diversas modificaciones desde su concepción. Inicialmente, la propuesta de la Comunidad de Madrid contemplaba la tala de árboles, exactamente, 79. Sin embargo, la realidad que se está viviendo es mucho más devastadora: 676 árboles están siendo sacrificados en el altar del progreso, un número que supera con creces las estimaciones iniciales.
La magnitud del impacto ambiental se refleja también en las áreas verdes afectadas. Mientras que la propuesta original preveía la intervención en 9.624,60 metros cuadrados, la ejecución del proyecto ha llevado la cifra a 48.170 metros cuadrados, una extensión cinco veces mayor de lo proyectado. Este cambio drástico está dejando a su paso un rastro de destrucción, siendo el parque de Comillas uno de los lugares más afectados.
PARQUE DE COMILLAS: ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
El parque de Comillas, ahora en el epicentro de la polémica, sufre una transformación impactante. La apertura del pozo de ataque de la tuneladora de las obras ha provocado la casi completa destrucción de este espacio verde. Los árboles, que antes ofrecían sombra y frescura, ahora yacen talados, mientras que la población vulnerable del colegio Perú se ve afectada directamente. El consiguiente impacto en la calidad de vida de estos vecinos ha llevado a críticas hacia la administración regional, acusada de actuar con indiferencia ante las consecuencias para la comunidad.
A pesar del desaire por parte del gobierno de Ayuso, los colectivos vecinales no se dan por vencidos. Han alertado al BEI de que, considerando las irregularidades denunciadas, es probable que un tribunal de justicia declare ilegales las obras de ampliación de la Línea 11 de Metro en un futuro cercano. Argumentan que la Comunidad de Madrid ha infringido la normativa medioambiental europea al modificar el proyecto sin notificarlo, lo que podría constituir graves irregularidades en violación de las normas medioambientales y sociales del BEI, conocido también como el Banco del Clima.
PROTESTAS Y ACTOS DE RESISTENCIA: LA CIUDAD SE MOVILIZA
Mientras las talas prosiguen en los parques de Arganzuela y Comillas, la sociedad civil se mantiene activa en su resistencia. Dos actos de protesta han sido convocados para el viernes 15 de diciembre. La primera será una asamblea informativa a las 16:00 en la entrada del Colegio Perú, junto al parque de Comillas (acceso calle Antonio Leyva). La segunda, una manifestación a las 19:00 desde el Jardín de Palestina (Metro Palos de la Frontera). Estos eventos buscan mantener viva la llama de la protesta y expresar la indignación ante la aparente indiferencia de las autoridades regionales.
La ciudad de Madrid se encuentra dividida entre el desarrollo urbano y la sostenibilidad ambiental. Mientras el gobierno regional avanza con la expansión de la Línea 11 del Metro, los vecinos luchan por preservar sus espacios verdes y la calidad de vida que estos proporcionan. La persistencia vecinal en medio de la controversia plantea interrogantes sobre el equilibrio entre el progreso y la responsabilidad ambiental, dejando claro que la batalla está lejos de llegar a su fin. A medida que los activistas siguen luchando, el destino de los árboles y parques de Madrid pende en la balanza entre el crecimiento de la ciudad y la preservación de su patrimonio natural.