En pleno centro de Madrid se abre un espacio donde los madrileรฑos conquistaron el espacio y los coches tienen prohibido el paso. Esta no es otra que la mรญtica Plaza de Santa Ana.
Desde sus vecinos mรกs ilustres, hasta la historia de sus establecimientos mรกs mรญticos. Recorre los pasos que antes ya recorrieron personajes como Lorca, Calderรณn de la Barca o la mismรญsima Ava Gardner.
Una plaza de padre francรฉs
Antes de hablar de la historia de la Plaza de Santa Ana hay que remontarse a lo que habรญa en este lugar antes de su construcciรณn. Para ello, viajamos a pleno siglo XVII.
Histรณricamente, en este lugar se encontraba el Convento de las Carmelitas Descalzas de San Josรฉ y Santa Ana. Este era uno de los muchos centros religiosos que habรญa en el Madrid de la รฉpoca.
Sin embargo, el futuro de este convento cambiรณ radicalmente con la llegada del hermano de Napoleรณn a la capital. Josรฉ Bonaparte, entre otros muchos motes, era conocido como ‘el Rey Plazuelas’.
Este sobrenombre le venรญa de que tenรญa una gran obsesiรณn con abrir espacios en mitad de la ciudad, derribando edificios para crear amplias plazas. El Convento de las Carmelitas fue una de sus vรญctimas.
Asรญ era la primera Plaza de Santa Ana
Corrรญa entonces el aรฑo 1810 cuando se iniciaron las obras para construir la nueva Plaza de Santa Ana. Este lugar tomarรญa su nombre como homenaje al antiguo convento que ocupaba su lugar.
A pesar de ello, no siempre se llamรณ asรญ. En 1860 le cambiaron el nombre por ‘Plaza del Prรญncipe Alfonso‘, sin embargo, los madrileรฑos se negaron a llamarla asรญ y en durante la II Repรบblica volviรณ a su nombre original.
La Plaza de Santa Ana serรญa un lugar totalmente pionero en la capital. En primer lugar, en 1812 serรญa la primera plaza pรบblica con zonas verdes de Madrid. En 1925, se convertirรญa en la primera plaza peatonal de la Villa.
Una vez construida, llegรณ el dilema de cรณmo decorarla. Lo primero que se instalรณ fue una monumental fuente que presidรญa el espacio. Una estatua titulada ‘Carlos V con el furor’ coronaba este lugar.
Un rumor empezรณ a correr por Madrid que decรญa que esta estatua representaba la supremacรญa del Emperador sobre los pueblos castellanos, cosa que instaba muchos a derribarla. Ante el miedo a los vรกndalos, el ayuntamiento decidiรณ retirarla.
Tras ella, en 1825 se instalรณ un obelisco en el lugar que ocupaba la fuente. En este lugar se citaban los aguadores del barrio para llenar sus cantaros. Con el tiempo acabarรญa siendo remplazada.
Los mรญticos comercios de la Plaza de Santa Ana
Debido a su carรกcter peatonal, la Plaza de Santa Ana en seguida se convirtiรณ en un lugar de encuentro de todos los madrileรฑos. En los bajos de sus edificios se instalaron todo tipo de negocios.
Los primeros establecimientos que estuvieron allรญ fueron la prenderรญa ‘Doรฑa Margarita’, una barberรญa, un almacรฉn de papel, una neverรญa. Tambiรฉn habรญa una famosa cafeterรญa que hacรญa cafรฉ con ‘leche de oveja’.
En la Plaza de Santa Ana tambiรฉn se instalรณ una de las primeras academias de idiomas de todo Madrid. A ella los madrileรฑos acudรญan a aprender francรฉs, inglรฉs y alemรกn. Estuvo abierta muchos aรฑos.
Con el tiempo no ha perdido este carรกcter festivo. Muchos de esos aรบn se conservan. Es el caso de la Cervecerรญa Alemana del nรบmero seis de la Plaza de Santa Ana. Naciรณ en 1904 y en su historia recibiรณ a clientes tan mรญticos como Ava Gardner o Ernest Hemingway.
El Teatro Espaรฑol y sus dos vecinos mรกs ilustres
A pesar de toda la vida que tiene la Plaza de Santa Ana, si hay un edificio que corona este lugar, ese es el Teatro Espaรฑol. Sin embargo, antes de รฉl, ya existiรณ un lugar donde se representaban todo tipo de obras en este mismo sitio.
El ‘Corral del Prรญncipe’ ocupaba el lugar que hoy preside el Teatro Espaรฑol. Este naciรณ gracias a Felipe II, que decidiรณ autorizar la construcciรณn de una serie de espacios permanentes dedicados al teatro.
Este fue testigo de las mejores noches de la historia del teatro espaรฑol del Siglo de Oro. Sin embargo, a pesar de este รฉxito, tenรญa un problema: se incendiaba habitualmente.
A lo largo del siglo se intentรณ remodelar en varias ocasiones, hasta que en 1849 la reina Isabel II decide cambiarle el nombre y pasรณ a llamarse Teatro Espaรฑol. Dos aรฑos despuรฉs el Ayuntamiento de Madrid se hizo propietario del inmueble.
En la puerta del Teatro Espaรฑol hay dos vecinos de la Plaza de Santa Ana que viven inmรณviles recordar los dรญas en los que ellos eran los reyes de este lugar. No son otros que Calderรณn de la Barca y Federico Garcรญa Lorca.
Calderรณn de la Barca viviรณ en la villa durante el Siglo de Oro del teatro. Sus obras se estrenaron en los corrales de Madrid pero, de entre ellos, el favorito era el Corral del Prรญncipe.
Por su parte, Federico Garcรญa Lorca estrenรณ en 1934 su obra Yerma en la sala principal del Teatro Espaรฑol. El poeta granadino se convirtiรณ en uno de los habituales entre las butacas de este templo a la dramaturgia.
Si nos fijamos, ambos se encuentran mirando al teatro, como recordando aquella รฉpoca en la que largas colas de gente esperaban en la puerta para poder disfrutar de sus obras.
Lo mรกs curioso de la Plaza de Santa Ana
En la actualidad, la Plaza de Santa Ana sigue albergando esas colas esperando a entrar al Teatro Espaรฑol. Sin embargo, estas se entremezclan entre todos los madrileรฑos que buscan disfrutar de un rato libre en sus terrazas.
Si hacemos un pequeรฑo recorrido por sus fachadas, lo primero que nos encontramos es antiguo Hotel Reina Victoria. Este era conocido como el ‘hotel de los toreros’, pues todos se solรญan alojar aquรญ cuando venรญan a torear a Madrid.
Este edificio tan pintoresco tambiรฉn albergarรญa a los famosos Almacenes Simeรณn en su planta mรกs baja. Durante mucho tiempo, fue uno de los establecimientos comerciales mรกs famosos de todo Madrid.
Durante los aรฑos 60, la Plaza de Santa Ana se convirtiรณ en el epicentro del movimiento hippie madrileรฑo. Allรญ se reunรญan alrededor de un mercado de artesanรญa que habรญan instalado para vender sus creaciones.
Despuรฉs de recorre la historia de esta mรญtica plaza madrileรฑa, estamos seguros de que Lorca, Calderรณn, Hemingway o Ava estarรญan encantados de volver a pasar una tarde tomando algo disfrutando del sol de las terrazas de la Plaza de Santa Ana.