En pleno paseo del Prado, un verde lugar destaca por encima de todos. Este es el Real Jardín Botánico. Este emblemático monumento celebra este año su 265 aniversario.
Conoce la historia que rodea al Jardín Botánico de Madrid. Desde los tesoros que esconden sus jardineras hasta los dos grandes arquitectos que trabajaron en su construcción.
Los Reyes que hicieron posible este templo de la botánica
Felipe II ya era un gran amante de la botánica. En los jardines del Palacio de Aranjuez ya instaló una especie de construcciones destinadas a estudiar las plantas y vegetación que allí se plantaba.
Sin embargo, el padre del Real Jardín Botánico de Madrid fue Fernando VI. En 1755 fundaría esta institución y la ubicaría en la huerta de Migas Calientes, a las afueras de Madrid, cerca de Puerta del Hierro.
Cuando Carlos III llega a Madrid, este decide destinar un gran espacio de la capital al estudio de las ciencias. Para ello, en el actual paseo del Prado se construyen tres edificios en los que se homenajearía a la propia naturaleza.
Uno de ellos sería el Real Observatorio Astronómico. El otro es el Real Gabinete de Historia Natural, que posteriormente se convertiría en el Museo del Prado. El último centro que completaría esta santísima trinidad de las ciencias sería el Real Jardín Botánico.
El pique entre arquitectos que dio luz a este jardín
Cuando el proyecto se hizo realidad, el monarca napolitano trasladó en 1774 estos jardines fundados por su hermano a su actual ubicación. Para construir el nuevo recinto llamaría a sus dos mejores arquitectos: Sabatini y Villanueva.
El Real Jardín Botánico tiene dos puertas. La primera de ella es la que se encuentra en el paseo del Prado. Fue diseñada por Francisco Sabatini a finales del siglo XIX.
El estilo elegido para construir esta entrada es el neoclásica. Es tan monumental que recuerda a las famosas construcciones de arco de triunfo. Está construida con hierro forjado y granito.
Se divide en tres huecos. El del medio está formado por dos columnas dóricas. Una reja metálica cierra esta puerta. En la actualidad, permanece cerrada.
La segunda entrada recibe el nombre de Puerta de Murillo. Esta denominación le viene del lugar que ocupa, pues se encuentra frente a una de las fachadas del Museo del Prado. Su autor sería Juan de Villanueva.
Lo cierto es que existía cierto pique entre estos dos grandes arquitectos de Madrid. El proyecto del italiano no convencía, por ello el Real Jardín Botánico se considera uno de los fracasos de este grande de las construcciones madrileñas.
Le sustituiría Villanueva, creando un diseño más funcional y eficaz. Su gran baza fue el sistema de riego inspirado en las acequias hispano-árabe, que llevaba agua a todas las plantas del Jardín.
Las tres terrazas del Real Jardín Botánico
El Real Jardín Botánico se divide en tres espacios aterrazados. Cada uno de ellos está dedicado a un tipo de botánica. En total encontramos más de 10 hectáreas destinadas al estudio y la promoción de la flora nacional e internacional.
La Terraza de los Cuadros es la más baja y a la vez la más espaciosa. En su interior conviven plantas ornamentales con otras medicinales. También podrás encontrar rosales o numerosas plantas aromáticas.
La segunda de las terrazas se llama ‘plano de la flor’. De estilo romántico, múltiples arboles y arbustos crecen sin orden aparente. En su interior guarda el Palacio Villanueva, dedicado a la celebración de actos y exposiciones.
También posee un invernadero en el que se conservan plantas tropicales a una temperatura ideal para que estas puedan creer en buenas condiciones.
Por último, la terraza alta o ‘de los laurales’ pertenece a una ampliación realizada en el año 2005. Esta alberga exposiciones temporales y colecciones especiales. Una de las más curiosas es la colección de bonsáis del expresidente Felipe González.
El Real Jardín Botánico, un museo natural mutante
En la actualidad cuenta con más de 5.000 plantas traídas de todas partes del mundo. En el siglo XIX el Real Jardín Botánico se convirtió en uno de los lugares favoritos de las clases altas para dar largos paseos.
Cuando abrió, además de dedicarse a estudiar en profundidad la botánica, también proporcionaba gratuitamente plantas medicinales a todos los madrileños que lo solicitaban.
Durante la Guerra de la Independencia, al igual que todos los edificios que conformaban el paseo del Prado, sufrió un gran abandono. Finalmente, en el año 1942 se convirtió en el Monumento Nacional, recuperando la importancia que se merece.
Para conmemorar este aniversario, Loterías y Apuestas del Estado imprimirá un cupón ilustrado con un dibujo del siglo XVIII para el sorteo que se celebrará el próximo 1 de mayo.
El Real Jardín Botánico es uno de los museos naturales más mágicos por Madrid porque es mutante. Dependiendo del mes del año en el que lo visites, te encontrarás con un espacio totalmente distinto modelado por la mismísima naturaleza.