Agosto es sinónimo de verbena en Madrid. Las calles se engalanan y los balcones se llenan de mantones y claveles. Tras San Cayetano, le llega al turno a San Lorenzo.
La segunda verbena de verano viene de la mano de San Lorenzo. Descubre el origen de esta castiza fiesta madrileña que cuenta con el título de ser la más antigua del barrio de Lavapiés.
SAN LORENZO DE ROMA, EL SANTO QUE MURIÓ ‘A LA PARRILLA’
Lorenzo de Roma es uno de los Santos Mártires más venerados en el mundo por la Iglesia Católica. Este fue conocido por llegar a convertirse en uno de los Siete Diáconos Regionarios de Roma.
A la orden del Papa Sixto II, este le confió la custodia de uno de los tesoros más importantes de la iglesia. San Lorenzo fue el encargado de proteger el Santo Grial, es decir, la copa en la que bebieron Jesús y los Apóstoles durante la Última Cena. La leyenda cuenta que este santo italiano la mandó a Huesca para evitar que fuera robada.
El Papa Sixto fue asesinado. Tras ello, el alcalde de Roma mandó llamar a San Lorenzo para que le entregara todos los bienes materiales de la Iglesia. El Santo mandó llamar a todos los pobres, lisiados, mendigos, ciegos a los que él mismo ayudaba. A todos ellos los presentó delante del pagano regidor de la ciudad. Ante el dijo: “Estos son los verdaderos tesoros de la Iglesia”.
El alcalde de Roma se enfadó tanto ante tal ofensa que le contesto: “Osas burlarte de Roma y del Emperador, y perecerás. Pero no creas que morirás en un instante, lo harás lentamente y soportando dolor de tu vida”.
San Lorenzo fue martirizado siendo atado en una parrilla y asado en el fuego. Esto ocurrió el 10 de agosto del año 258. Por este motivo, esta es la fecha elegida para celebrar la festividad en su honor.
EL GRAN MONUMENTO DE FELIPE II AL SANTO
San Lorenzo es uno de los santos patrones de la capital de Italia, junto a San Pedro y San Pablo. Cada 10 de agosto, en la Ciudad del Vaticano, se expone la supuesta cabeza del Santo martirizado en la parrilla.
Felipe II era uno de los que más le veneraba, pues al parecer el santo le hizo un favor. El 10 de agosto de 1557 el monarca español ganaba la Batalla de San Quintín frente al ejército francés. Al coincidir con la festividad de San Lorenzo, el rey “prudente” pensó que ganó gracias a San Lorenzo.
En honor a este hecho tan importante para el rumbo de la historia de España, Felipe II quiso construir un gran monumento en honor del santo italiano. De este gran homenaje hacia su persona nace el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Hasta El Escorial se trasladaron varias reliquias del santo. Entre ellas la supuesta cabeza de San Lorenzo y parte de la parrilla en la que murió. De hecho, si observas la forma del monasterio desde el aire, podrás observar que tiene forma de parrilla.
LA VERBENA DE SAN LORENZO, LA MÁS ANTIGUA DE MADRID
La veneración por San Lorenzo en la capital viene de la mano de los vecinos de Lavapiés. De hecho, la verbena en honor a este santo ostenta el título de ser la más antigua del barrio.
A finales del siglo XVII, Lavapiés no era en absoluto uno de los barrios más poblados de Madrid. Los parroquianos dependían de la iglesia de San Sebastián de la calle Atocha.
Lavapiés empezó a crecer mucho como barrio y esta iglesia quedaba muy lejos. Por este motivo, el arzobispo de Toledo mandó edificar un nuevo templo en el barrio para que los vecinos pudiera acudir más cómodamente a misa.
Varios historiadores cuentan que esta iglesia fue construida sobre lo que, en su tiempo, fue una sinagoga. Lo cierto es que esta teoría se cae pues Lavapiés se encontraba fuera de los muros de la muralla durante la época de los Reyes Católicos y extramuros no se solían construir templos. La expulsión de los judíos posterior ratifica esta suposición.
LA POPULAR ‘PARROQUIA DE LAS CHINCHES‘
Varios estudiosos cuentan que en realidad el templo fue erigido gracias a las donaciones de los vecinos. La verdad es que la Iglesia en honor a San Lorenzo era una de las más pobres de la capital, así la describen los cronistas del momento. Tanto era así que popularmente era conocida como “la parroquia de las chinches”.
La mala calidad de los materiales y el estado paupérrimo de los mismos propició que en este lugar se originaran varios incendios a lo largo de su larga historia. De hecho, las sucesivas desgracias que ocurrían dentro de la Parroquia de San Lorenzo hicieron pensar a varios madrileños que el templo estaba “maldito”.
Lejos de habladurías, lo cierto es que la Iglesia de San Lorenzo salió ardiendo en el año 1851. Las llamas la destruyeron por completo. Una vez reconstruida, los incendios de iglesias ocurridos durante los primeros coletazos de la Guerra Civil volvieron a acabar con ella.
Finalmente, el templo actual fue restaurado y reconstruido en los años 50. Sin embargo, el aspecto original no tiene absolutamente nada que ver con el que luce en la actualidad tras esta definitiva recuperación.
VERBENA BAJO LAS ESTRELLAS FUGACES
La verbena de San Lorenzo se celebra cada 10 de agosto en el barrio de Lavapiés. Muchos la consideran la “resaca” de San Cayetano, o la “previa” de la Paloma. Lo cierto es que las tres celebraciones se funden en una semana completa de ferias.
Además de la verbena, el 10 de agosto se produce uno de los fenómenos naturales más espectaculares del verano. Las ‘Perseidas’ o ‘Lágrimas de San Lorenzo’ surcan el cielo a modo de estrellas fugaces a las que confiar nuestros deseos más ansiados. Por desgracia, el cielo de Madrid no nos permite disfrutar de ellas.
Durante la verbena de San Lorenzo, la calle Argumosa se convierte en el epicentro castizo de la capital. Los chulapos y Manolos salen a las calles clavel en mano para disfrutar de su santo y de las fiestas de agosto.
Por segundo año consecutivo, la pandemia no nos va a dejar disfrutar de la verbena en su máximo esplendor. Sin embargo, los conciertos vuelven a la plaza de Arturo Barea, con todas las medidas de seguridad pertinentes para evitar contagios.
El que no saldrá en procesión por las calles Lavapiés será su querido San Lorenzo. Esperamos que el año que viene vuelva la normalidad plena y Madrid pueda recuperar para siempre la alegría que traen consigo sus verbenas.