El Mercado de Flores de Tirso de Molina hoy es uno de los protagonistas del barrio de Lavapiés. Aunque parece que lleva aquí toda la vida, lo cierto es que estos puestos llegaron a la capital en el año 2006. Desde entonces, su historia ha vivido varios altibajos.
Tras revolucionar Tirso de Molina con su llegada y situarla en todas las guías turísticas del mundo, las flores de esta plaza han estado apunto de desaparecer. Hoy el Ayuntamiento emprende una ambiciosa reforma para devolverles el esplendor que lucían cuando llegaron a Madrid.
TIRSO DE MOLINA ANTES DE LA LLEGADA DE LAS FLORES
La plaza de Tirso de Molina antes de la llegada del Mercado de Flores no era tal y cómo la conocemos ahora. Esta era una de las zonas más peligrosas del centro de Madrid. De hecho, muchos madrileños evitaban pasar por aquí.
La plaza del Progreso original fue renombrada tras la Guerra Civil con el nombre que hoy luce: de Tirso de Molina. Este lugar fue tan importante que aquí fijaron su residencia personajes tan importantes como Joaquín Sorolla o los hermanos Bécquer.
A finales del siglo XX y principios del siguiente, Lavapiés no era un barrio precisamente apacible. La droga y la suciedad se habían apropiado de uno de los barrios más castizos de la capital. De hecho, era muy común ver a gente vendiendo estupefacientes en la plaza de Tirso, al igual que eran muy famosas sus peleas diarias a navajazos.
Tan mala fama tenía el barrio que se convirtió en “un lugar a evitar” por los madrileños. La pena era enorme, pues Lavapiés puede ser considerado como el casco histórico de la Villa y Corte madrileña.
UN MERCADO ÚNICO EN LA CAPITAL
Con la llegada del siglo XXI vinieron las reformas. Cuando Alberto Ruíz Gallardón llegó al Ayuntamiento de Madrid comenzó un lavado de cara de Lavapiés. Las aguas políticas del Madrid de entonces estaba bastante revueltas y no a muchos les pareció buena idea.
Una de las líneas de actuación de este proyecto era la mejora de la plaza de Tirso de Molina. Para ello, el consistorio decidió instalar aquí lo que sería el primer mercado temático de Madrid. En este caso, estaría dedicado a la venta de flores.
El Ayuntamiento alquiló a mayoristas de Mercamadrid lo que en un principio iban a ser 16 puestos de flores. Finalmente, se quedó en 8 por falta de demanda. Tirso de Molina se llenó de color gracias a este mercado que se inauguró el 16 de enero del 2006.
Cada uno de los 8 puestos tienen nombre de obra del escritor Tirso de Molina. Así nos podemos encontrar con el “El Amor y la Amistad”, el “Amar por arte Mayor” o “La Huerta de Juan Hernández”. Qué mejor homenaje para una de las mejores letras de la literatura española.
EL CAMBIO RADICAL DE LA PLAZA DE TIRSO
La mayoría de los dueños de los puestos del Mercado de Flores de Tirso de Molina son de origen extranjero. España no tiene una gran tradición de regalar flores, pero su llegada consiguió colocar este enclave madrileño en todas las guías turísticas del mundo. Muchos turistas llegan a Madrid preguntando por “la plaza de las flores”.
El esfuerzo de estos tenderos consiguió cambiar radicalmente el panorama de la plaza de Tirso de Molina. Algunos comentan que los inicios no fueron fáciles. “A veces te entraban a robar mientras estabas atendiendo. Incluso muchos toxicómanos orinaban sobre las flores”, explica uno de ellos.
Allí estuvieron durante años, soportando viento, lluvia y frío. Las casetas del Mercado de Flores no tienen ni calefacción, ni aire acondicionado. Tampoco tienen baño. Ni siquiera existe la posibilidad de poder guardar el género en cámaras frigoríficas para conservarlo. Sin embargo, hoy son uno de los grandes símbolos de la capital.
UNA LUCHA CONTRA VIENTO Y MAREA
Los floristas del Mercado de Flores de Tirso de Molina tenían que pagar 600€ al mes de alquiler directamente a Mercamadrid. Sin embargo, a principios del año 2020 todo cambió.
En aquel momento, el Ayuntamiento de Madrid sacó a concurso el alquiler de estos puestos. Por primera vez, las grandes empresas de la floristería podían pujar por uno de ellos, peligrando el lugar de los floristas originales. Comenzaba una lucha de David contra Goliat.
Tras esto, pocos meses después, estalló la pandemia. Todos nos encerramos en casa y las flores de Tirso de Molina, como el resto del país, se empezaron a marchitar. Esto hacía aún más tambalear la continuidad de este ya mítico mercado madrileño.
LA GRAN REFORMA DE LA ‘PRIMAVERA’ DE TIRSO
Tras este año y medio de incertidumbre y pandemia, los puestos de flores del Mercado de Tirso de Molina empiezan a ver la luz. El Ayuntamiento se ha puesto de su lado y ha decidido otorgarles el protagonismo que se merecen.
El consistorio de la capital ha decidido apostar por ellos y destinará 88.000€ a realizar un lavado de cara que les devuelva el esplendor que les convirtió en uno de los grandes símbolos de la capital.
Los puestos serán reformados en una serie de actuaciones que durarán 5 meses y se realizarán en dos fases. A través de estas, se instalarán nuevos toldos, se mejorará la madera que les recubre y se acondicionará estos cubículos para mejorar la calidad de vida de sus tenderos.
Este proyecto entra dentro del ‘Plan Lavapiés en Positivo’ que está llevando a cabo el Distrito Centro para mejorar este castizo barrio madrileño. Entre otras obras, se añadirán más zonas verdes y se mejorará la accesibilidad para devolverle el brillo a esta zona de Madrid.
El día que la primavera llegó a Tirso de Molina, este se convirtió en una referencia en el mundo. Sus tenderos, luchando contra viento y marea, han conseguido iniciar una revolución que, como otras muchos, también comenzaron con una flor.