En el corazón del barrio de Chamartín, en unos terrenos cedidos por el Duque de Pastrana, yace el colegio Sagrado Corazón. Este centro educativo, en el que estudian más de 1.000 alumnos, cuenta con clases inclusivas en las que los alumnos con necesidades educativas especiales comparten pupitre con el resto de escolares que no necesitan profesorado adaptado. Desde 1985, el colegio cuenta con un potente programa de atención a alumnos con discapacidad que pasa por una inclusión total con el resto de la comunidad educativa. Estos alumnos reciben clases de apoyo pero comparten tutorías, recreos y aula como uno más. Así, el colegio Sagrado Corazón de Chamartín se configura como un centro inclusivo donde todos los alumnos son iguales.
Entre las misiones del centro educativo madrileño está la de ofrecer una educación personalizada y abierta a todos. Esta amplitud abarca a todos aquellos alumnos que cuentan con alguna discapacidad. Entre los escolares del colegio Sagrado Corazón de Chamartín se encuentran varios casos de niños y adolescentes con Síndrome de Down que conviven sin distinción alguna con el resto de escolares. Asimismo, entre los valores del colegio religioso se encuentra el del respeto y la valoración de las personas en su diferencia.
Entre las misiones del centro educativo madrileño está la de ofrecer una educación personalizada y abierta a todos
En el colegio Sagrado Corazón de Chamartín no solo se enseñan conocimientos sino que también se forman personas. Según consta en su página web, el centro concertado, guiado por la vocación de ser un buen colegio, tiene la misión formar personas felices, competentes y transformadoras de la sociedad. Los valores que se adquieren en el centro son una parte intrínseca del tipo de educación ofrecida las familias.
MÁS DE 150 AÑOS DE HISTORIA
Este centro educativo religioso va camino de cumplir su segundo centenario. El proyecto educativo se remonta hacia 1852 cuando Magdalena Sofía recibió en París una carta de Madrid firmada por veinte señoras que le pedían un colegio del Sagrado Corazón. Eran unas antiguas alumnas de otro centro de la red y querían dar a sus hijas la educación humana y cristiana esmerada que ellas mismas recibieron. Magdalena Sofía acogió la petición y envió en 1856 a dos religiosas, la Madre Pauline de Valencise y la Madre Camille Parmentier, para buscar un terreno y obtener los permisos necesarios. El lugar escogido fue Chamartín de la Rosa, un pequeño pueblecito a las afueras del Madrid de la época.
La duquesa de Veragua visitó al duque de Pastrana, propietario de los terrenos y que no tenía ninguna intención de vender. La sorpresa fue mayúscula ya que quería regalarlo y acabó donando el terreno desde detrás de la iglesia hasta el arroyo del Abroñigal, por donde ahora circula la M-30. Las religiosas sólo tuvieron que pagar 0,75 pesetas, para una póliza en el documento de registro en el ayuntamiento para erigir el nuevo colegio.
Tras obtener el terreno, se pusieron en marcha los trámites para obtener los permisos, no fue fácil, pero se consiguieron. Fue entonces cuando el arquitecto Wenceslao Gaviña empezó a construir el centro. La puerta de entrada daba paso a un extenso patio cuadrado, a la derecha se levantó un edificio para el servicio de las religiosas y a la izquierda se construyó la sacristía con la habitación de los Capellanes. En el exterior se construyó una plazoleta que sirvió como aparcamiento así como una serie de jardines con huerta incluida.
Tras la construcción, llegaron las alumnas que estudiaban y dormían en el propio colegio en el que se había instaurado un clima más que familiar. Estas niñas recibían una educación religiosa basada en los principios del Sagrado Corazón. Este carácter religioso fue lo que provocó que el centro fuera incendiado por los milicianos durante la Guerra Civil, no hubo victimas pero el colegio quedó devastado.
Tras numerosos trabajos de limpieza y reforma se pudo abrir de nuevo el colegio el 16 de octubre de 1939 con ciento veinte alumnas en sus aulas. El colegio Sagrado Corazón de Chamartín volvió a florecer rápidamente, y empezaron los cambios como consecuencia del crecimiento demográfico y el desarrollo de la capital. El centro acogió también a alumnos configurándose como un colegio mixto con un importante programa de atención a niños con necesidades educativas especiales.