En una localización mágica, enclavada a los pies de La Pedriza, entre la más pura naturaleza y custodiando la vida de los vecinos de Manzanares el Real, podemos encontrar la Ermita de Peña Sacra. Su ubicación no es casual, ya que en sus cercanías hay evidencias de un poblado más antiguo y la ermita pudo mantener su dedicación como lugar sagrado.
Se cree que su construcción debió comenzar a finales del siglo XV, coincidiendo con el momento de máximo esplendor de la Villa. Por entonces los Mendoza mandaban construir el castillo y la nueva iglesia parroquial.
El edificio original, de planta cuadrada, estaba destinado a ejercer de capilla y se le adosaron la sacristía y la vivienda del ermitaño a lo largo del siglo XVII, lo que le dio su aspecto actual. La construcción aprovecha la materia prima de la zona en la mampostería de granito, y tiene sillares de refuerzo en las esquinas, puertas y ventanas. La cubierta se apoya en una cornisa decorada con las típicas bolas isabelinas, también presentes en la iglesia y en el Castillo Nuevo.
A pesar de su aparente humildad, la bóveda de crucería de estilo gótico es especialmente hermosa, utilizando nervios de piedra que forman una flor enmarcada por los paños de ladrillo colocado de medio pie. También es muy destacado el arco apuntado que separa la cabecera del resto del edificio.
Gracias a la documentación histórica sabemos que, desde el siglo XVI, la ermita tenía una importante congregación de fieles que adquirió mayor importancia a partir de 1707, cuando nobles madrileños crearon la Hermandad de la Virgen de Peña Sacra y se apropiaron de los ritos en honor a la Virgen.
En el día de su fiesta, tradicionalmente la población subía en procesión a la ermita desde el pueblo, pero a partir de este momento se ampliaron las ceremonias con la bajada de la imagen a la iglesia parroquial el sábado de la Pascua de Pentecostés hasta su regreso el lunes. Gran cantidad de fieles venían desde la Corte y los pueblos de los alrededores, motivo por el que se incorporaron a la fiesta el baile, los fuegos artificiales, y representaciones teatrales en la plaza del pueblo que contaban la leyenda de la aparición de la Virgen ante siete obispos sobre la Peña Sagrada.
ASCENSIÓN EN LUNES DE PENTECOSTÉS
La ermita tuvo su primera restauración en 1952. En esta época también se hizo una réplica de la imagen de la Virgen que fue sufragada por los vecinos de Manzanares El Real y por la Hermandad, entonces compuesta solo por mujeres encargadas de llevarla a hombros en las procesiones, de su cuidado y del adorno de la imagen. Las pelucas de la Virgen se hacían con pelo natural donado por las vecinas del pueblo.
Actualmente, cada lunes de Pentecostés se reúne la práctica totalidad del pueblo y asciende hacia la ermita en procesión con su Virgen. Además se celebra su romería en el prado cercano, presidido por el Canto Redondo, en honor a la Virgen de Peña Sacra.
Sobre el Canto Redondo, el mismo Bernaldo de Quirós escribía: “Próximo a La Sacra, sobre una pradera se alza aislado El Canto Redondo. Uno de tantos de los de La Pedriza, alrededor del cual bailan todavía vecinos de Manzanares el día de la Pascua de Pentecostés, tal vez obedeciendo a un rito prehistórico ligado con el culto de Peña Sacra”.