El Oso y el Madroño, el monumento más icónico de Madrid, cumple 55 años en la Puerta del Sol entre debates sobre si es, en realidad, una osa.
El 10 de enero de 1967 el Oso y el Madroño llegaba a la Puerta del Sol, concretamente a la confluencia entre las calles Alcalá y Carrera de San Jerónimo, aunque ya en los 80, con Enrique Tierno como alcalde, se trasladó al inicio de la calle del Carmen, como recoge la web municipal Documenta Madrid.
Las obras acometidas en la Puerta del Sol en 2009, con Alberto Ruiz-Gallardón en la Alcaldía, obligaron a mover la estatua y recolocarla en las proximidades de su emplazamiento original.
Obra en bronce de Antonio Navarro Santa Fe, la escultura fue impulsada por el Ayuntamiento de Madrid para “materializar los símbolos ya tópicos de Madrid”, según la misma web. El oso y el madroño son figuras que proceden del escudo de armas que adquiere la ciudad oficialmente a finales de los años 60, aunque de una tradición remota.
Y es que ya en época de Alfonso VIII los habitantes de la Villa llevaban en sus banderas “un oso o una osa con siete estrellas en su lomo”. El Ayuntamiento de Madrid planteó en la década de los 60 del siglo pasado que el escudo de la Villa recuperara su tradición histórica del oso erguido ante un madroño y que se levantara una escultura en algún lugar emblemático de Madrid.
Cuando se cumplen 55 años de la escultura más representativa de Madrid en la Puerta del Sol siguen los debates sobre si en realidad una osa. Según la Enciclopedia Libre Universal, los genealogistas han querido ver en las estrellas y el animal la alusión a la Constelación de Bootes, “ligada al mito de las dos Osas o del Carro”.
“Se basan para ello en decir que Madrid estaba en lo que se llama Carpetania y que Carpetum en latín quiere decir carro. En este caso, no se trataría de un oso sino de una osa”, indican. Hace quince años, en 2007, el Consejo de la Mujer lanzaba la campaña ‘Soy una osa’ para defender que ese es el verdadero sexo del animal.