Madrid celebra San Antón, la tradición de arraigo rural que se mantiene a lo largo de los años

Las calles madrileñas se han llenado de animales este fin de semana y el motivo no podía ser otro que la celebración de San Antón, patrón de los animales. Un año más, como cada 17 de enero, la Comunidad de Madrid ha celebrado las primeras fiestas populares del año.

En esta ocasión no solo se ha llevado a cabo con los tradicionales oficios religiosos, el desfile y la venta de panecillos entorno a la Iglesia de San Antón, en la céntrica calle de Hortaleza, donde el padre Ángel bendecirá esta tarde a los animales de compañía, sino con una amplia variedad de actividades para todos los públicos en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles.

Irene Villa, psicóloga y periodista, fue la encargada el sábado de dar el comienzo a estas fiestas con el pregón y todos los asistentes pudieron disfrutar de stands informativos de distintas asociaciones y de Madrid Salud, exhibiciones y conocer la labor que hacen las asociaciones para defender y promover la adopción de animales.

Pero, sobre todo, el sábado tendrás una ocasión única para conocer a fondo las instalaciones y el trabajo diario del Centro de Protección Animal del Ayuntamiento, ya que ese día abre sus puertas a la ciudadanía, en dos turnos: a las 10:00 y a las 12:00 h. No te preocupes por si esta instalación municipal, en la carretera del barrio de la Fortuna, 33, te pilla lejos. Ese día se ha establecido un servicio de autobús que saldrá a las 9:15 y a las 11:15 h desde el paseo del Prado, 1, para llevarte al centro y traerte de vuelta una vez finalizada la visita.

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Este año se recuperan las ‘Vueltas’ que el lunes 17, a las 17:30 h, recorrerán las vías de Hortaleza, travesía de San Mateo y las calles de San Mateo, Fuencarral y Hernán Cortes.

TRADICIÓN DE ARRAIGO RURAL

Esta tradición de claro arraigo rural ha mantenido a lo largo de los años, a pesar de que el entorno es totalmente urbano. Para conocer el motivo es necesario echar la vista atrás en el tiempo.

El santo, nacido en el año 251 en la tierra de los faraones, dio a su vida un giro radical a los 20 años tras el fallecimiento de sus padres: vendió todas sus posesiones, entregó el dinero a los pobres y se fue a vivir al desierto. La soledad le acompañaría desde entonces ya que el retiro solo lo rompería en contadas ocasiones, entre ellas la lucha contra la persecución religiosa desatada en el año 311 por el emperador Maximiano y, posteriormente, para visitar a San Pablo.

Es en ese aislamiento donde registró extraños episodios con demonios en forma de bestias salvajes con los que se batiría a muerte y donde, según las leyendas, se le acercaron una jabata y sus dos jabalines, todos ciegos. Antón, compadecido de su desgracia, obró el milagro de devolverles la vista. La jabata permanecería con él el resto de su vida, defendiéndole de las innumerables fieras del desierto. Por esa razón, en numerosas obras de arte se representa a San Antón con un cerdo a sus pies. Algo que se convirtió en la metáfora del dominio sobre el mal, según la tradición judía, llegándose a especular incluso que se trataba del propio diablo a quien Antón convirtió en cerdo.

Esa vinculación siempre con los animales -visiones, leyendas, estudio, observación-, le convirtieron en su patrón, y, su figura, en centro de la devoción de los campesinos y, hoy, de todos los amantes de los animales.

En Madrid, la historia arraiga en la Edad Media cuando se celebraba el ‘cerdo del Concejo’ o el ‘rey de los cochinos’, una fiesta popular en la que colectivamente se criaba a un cerdo, que sería subastado el día de la fiesta del santo. La fiesta fue prohibida en 1619 hasta que, tras la Guerra de la Sucesión, se volvió a autorizar. Al construirse la iglesia, en la calle de Hortaleza, 63, a mitad del siglo XVIII, la celebración fue convirtiéndose poco a poco en una romería popular en la que la cebada y el centeno que traían los campesinos era bendecida por los padres escolapios y se repartían los famosos panecillos. Con el tiempo la fiesta volvería a suspenderse, a retomarse…hasta que en 1983 las ‘Vueltas’ retornaron para quedarse en Chueca.

AMOR CON MAYÚSCULAS

La iglesia, obra de Pedro de Ribera, fue inicialmente un hospital de leprosos, aunque ya en el año 1794 con el reinado de Carlos IV pasó a manos de los padres escolapios. Durante el siglo XIX el edificio sufrió una remodelación a cargo de Francisco Rivas, adaptando su fachada al estilo neoclásico, que perdura hasta nuestros días.

En su interior, también podemos comprobar no solamente el amor de los animales, sino el amor con mayúsculas, ya que en su interior se guarda parte de las reliquias de San Valentín, cuya festividad celebramos el día 14 de febrero. En su fachada exterior, destaca el reloj más antiguo de la ciudad, situado en una de sus torres.

Desde el año 2015 el Padre Ángel y Mensajeros de la Paz se encargan de su gestión con diversos programas de actividades y servicios de ayuda a los más necesitados, pero donde toda la ciudadanía está invitada a colaborar con numerosas propuestas.

Fe, tradición popular y, sobre todo, amor por los animales se aúnan los próximos días. ¿Te animas a disfrutar de San Antón con tu mascota?