Ubicada en la plaza por excelencia de Madrid, la estatua ecuestre del rey Carlos III se ha convertido en todo un emblema de la capital. Se trata de uno de los elementos más característicos de la Puerta del Sol, realizada en el siglo XVII. No se trata de la única escultura en honor al “mejor alcalde de Madrid” que hay en la ciudad, pero ésta es la única en la que aparece sobre su caballo.
Su situación privilegiada frente a la Casa de Correos y a espaldas del Hotel Europeo y del famoso anuncio Tío Pepe, le permite a la escultura captar la atención de todos los turistas a su paso. Ésta ubicación fue elegida por los propios madrileños, que descartaron la Puerta de Alcalá y otros emplazamientos para su colocación.
El Ayuntamiento de Madrid quiso honrar la memoria de Carlos III, puesto que a lo largo de su reinado llevó a cabo multitud de iniciativas que mejoraron la capital española. Para ello, se encargó su elaboración los escultores Eduardo Zancada y Miguel Ángel Rodríguez, que usaron de ejemplo la estatua de Juan Pascual de Mena de 1780.
Encontramos al monarca vestido con sus mejores galas y luciendo sobre su pecho el Toisón de Oro y la cruz de Carlos III que creó él mismo. La figura realizada en bronce representa al rey montado a caballo sobre un gran pedestal que eleva la estatua cinco metros del suelo.
En esta enorme base podemos leer unas inscripciones en las que se narra su historia junto al nombre de otros personajes importantes de aquella época. Las otras dos estatuas dedicadas a Carlos III en Madrid son anteriores a éstas, encontrándose una en el Jardín Botánico y otra en los Jardines Sabatini, junto al Palacio Real.
Otra de las estatuas que no pasa desapercibida en la ciudad es la dedicada al escritor Cervantes. La escultura de Antonio Solá lleva presidiendo la plaza de las Cortes desde la primera mitad del siglo XIX. En ella podemos observar al autor del Quijote sujetando sobre sus manos una espada. De este modo, el artista quiso representar al ilustrado vestido con ropajes de la época y haciendo alusión a la carrera militar que durante cinco años desempeñó Cervantes.
En los últimos años, concretamente en el año 2009, la estatua célebre de Cervantes aumentó su popularidad debido al hallazgo de un pequeño tesoro bajo sus cimientos. Una misteriosa caja de plomo fue encontrada por unos obreros formando un enorme corrillo de curiosos que querían saber que hacía el pequeño cofre bajo la escultura.
Colocada en el año 1834, la misteriosa caja se encontró embardunada por una sustancia tóxica que hacía que desprendiese un fuere hedor. En su interior se encontraban 41 objetos de hace dos siglos como monedas de bronce, ejemplares del Quijote, piezas antiguas… toda una colección de elementos que permitían viajar en el tiempo sin moverse de la plaza de las Cortes.
Rodeada de jardines y de edificios monumentales, la escultura que preside la Plaza de Oriente también se ha convertido en un emblema de Madrid que nos traslada a varios siglos atrás. Inicialmente la figura se instaló en los jardines del Palacio del Buen Retiro, un palacio que no podemos encontrar en la actualidad puesto que se derrumbó. Sin embargo, en tiempos de Isabel II se decidió trasladar la estatua a su ubicación actual.
El rey se muestra montado a caballo levantando un bastón de general con su mano derecha. Fue el propio Conde Duque de Olivares el responsable de encargar la estatua ecuestre para agasajar al monarca en el año 1640. Cada detalle de la escultura, como los tendones del caballo o el movimiento del pelo, se pueden apreciar de manera sorprendente, ya que da la sensación de que el animal estuviese en pleno movimiento, dejando impresionado a todo aquel que se detiene a mirarla.