Los edificios de Madrid guardan tras sus muros un pasado marcado por grandes historias. Así ocurre con el actual Palacio de Maudes, situado en la calle Maudes, que antes de ser un palacio fue un Hospital de Jornaleros. Se trataba de un edificio público promovido por doña Dolores Romero y Arano, una mujer con una alta capacidad económica que quería que los obreros tuviesen un hospital al que acudir de manera gratuita.
Para poder llevar a cabo su proyecto decidió delegar el encargo a los arquitectos Antonio Palacios y Joaquín Otamendi, quienes tardaron siete años en terminar la construcción. Para ello, contaron con un presupuesto de nueve millones de pesetas que debían repartirse para la edificación y el mantenimiento del mismo.
El hospital seguía la misma estructuración que el resto de hospitales españoles de la época: contaba con cuatro naves en cruz y un gran patio octogonal en el centro. Este diseño en forma de cruz permitía que las salas se llenasen de luz y fuesen los suficiente espaciosas para evitar que se expandiesen los contagios.
UNA IGLESIA EN SU INTERIOR
Propio de la época era también construir una parroquia en su interior que fuese accesible para todos los enfermos y cumpliese las mismas funciones que el resto de templos religiosos. La iglesia está construida en un estilo medievalista con dos grandes torres e imponentes vidrieras, destacando principalmente su altar y sus lamparas bizantinas.
Aparte de la iglesia, el hospital estaba dotado de un pabellón médico de tres alturas para los servicios de consulta pública, las dependencias administrativas, despachos, habitaciones particulares del director facultativo, laboratorios, almacenes, cocina y depósitos varios que se repartían por las diferentes plantas. Respecto a su capacidad, estaba pensado para cuidar a 200 enfermos sin recursos a los que se alimentaba y se les proporcionaba los servicios higiénicos básicos.
Granito, caliza y piedra. Estos tres materiales daban lugar a un edificio que tenía muchas similitudes arquitectónicas con el Palacio de las Comunicaciones, construido en años muy cercanos, por los que para muchos el Hospital de Jornales era el hermano pequeño del actual Palacio de Cibeles.
Su fundadora Dolores Romero, cedió la administración a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y más adelante, en 1924, a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. En los Estatutos de la Fundación del hospital se estableció que tan solo se atenderían a los hombres que trabajasen en la obra, excluyendo a todas las mujeres, los que padeciesen enfermedades incurables, crónicas, epidémicas, contagiosas, venéreas, mentales, de la piel, los casos que constituían cirugía de urgencia que requerían intervención judicial y aquellos que servían a familias acomodadas o vivían de limosna y cobraban una pensión.
Durante la guerra civil (1936-1939) fue tomado por las Milicias Populares y se denominó “Hospital de Sangre”. Se incorporaron 300 camas más de las que disponía y se le dio un nuevo aspecto, aunque en la década de los 60 se acabó cerrando ante la imposibilidad de conseguir su reactivación como al principio.
UN NUEVO PROPIETARIO
Por este motivo, el edificio quedó abandonado hasta que en el año 1894 la Comunidad de Madrid compró el inmueble en una subasta pública, a excepción de la iglesia que aún pertenece a la fundación inicial. Más de medio millón de euros le costó a la región comprar la construcción que pasaría a ser una de las sedes de sus consejerías.
Durante la reforma se excavó gran parte del edificio para conseguir aumentar su superficie, de modo que se cambió la distribución convirtiendo la antigua sala de operaciones en una biblioteca y el pabellón de infecciones en una sala de exposiciones. En la actualidad, este edificio acoge la Consejería de Transportes, Vivienda e Infraestructuras, a pesar de que sigue conservando partes que recuerdan a cómo era el Hospital de Jornaleros.