El pasado sábado 16 de noviembre, Grupo de Psicoterapeutas de Pozuelo (GPOZ), una asociación de psicólogos especializados en la psicoterapia de niños, adolescentes y adultos dio lugar a un espacio de reflexión sobre “Orientación vs desorientación en los centros educativos”.
El objetivo de esta conferencia consistía en estudiar los diferentes factores y medios que se ponen a disposición de los alumnos en la orientación escolar, considerando en todo momento aquello que influye en su entorno.
Marina Martínez-Cubells y Carlos López Algaba, ponentes de esta jornada comenzaban subrayando este propósito: “la orientación se convierte en desorientación si no tomamos en cuenta todos los factores que influyen en el aprendizaje”. A esta introducción, se sumó la importancia del acompañamiento a los alumnos durante su trayectoria escolar, así como respetar sus ritmos, sus fallos y aciertos y sus emociones, ya que, tal y como afirmaron, la conjugación de estos elementos es una de las formas de la construcción de la autoestima desde la infancia. Y, además, puntualizaban: “es muy importante prestar especial atención a los alumnos que presentan inhibición, pasividad, desvitalización, etcétera, ya que, con el tiempo, pueden traducirse en actos contra sí mismos”.
El encuentro puso de manifiesto los pilares de la orientación: asesoramiento a la dirección, asesoramiento en la acción tutorial y asesoramiento a alumnos y familia, considerando además fundamental que los departamentos de orientación se compongan de al menos un psicólogo educativo o clínico, pero siempre teniendo en cuenta que “en un departamento de orientación escolar, un psicólogo no debería llevar a cabo intervenciones de índole clínico, pese a que esa fuera su especialidad de formación. En el área escolar, las intervenciones tienen que ser escolares”, expresaron los conferenciantes. Así pues, los orientadores deben ser el nexo de unión y entendimiento entre miembros de la comunidad educativa (dirección, tutores, profesores), los alumnos y las familias de los mismos.
También se valoró la discreción de la figura del orientador y la capacidad de saber filtrar y discernir qué se debe de decir y qué no, elegir el momento para transmitir, y el respeto a la confidencialidad como claves en la labor de cualquier miembro de un departamento de orientación, dándole igualmente especial relieve al papel de escucha activa.
Por último, Martínez-Cubells y López Algaba nos dejaban una reflexión sobre dicha profesión: “el psicólogo del departamento de orientación tiene que usar sus conocimientos para rastrear posibles problemas emocionales ocultos en los alumnos, realizar derivaciones clínicas externas y ayudar en la búsqueda de los recursos que no pueden realizarse en el centro escolar.”