El pasado jueves, 23 de abril, Día del Libro, el periodista, crítico de teatro, de cine y actor, José Luis Panero, ingresaba en la Academia de las Artes Escénicas de España en las especialidades de interpretación, y estudios y divulgación.
Panero, cuyo desarrollo teatral parte desde el teatro no profesional, aclara que ser académico simplemente es una consideración promovida por un colectivo exigente, que ha apostado por una persona que considera que reúne méritos suficientes para pertenecer a la Institución.
Además, el nuevo nombramiento representa un gran orgullo para el intérprete madrileño, dado que hace referencia a un oficio donde la experiencia humana adquiere vida propia. Desde la Academia espera aprender de sus compañeros para aportar lo poco o mucho que pueda y sepa, pero siempre desde la humildad, la experiencia y, sobre todo, con la ilusión y pasión que siempre ha sentido al subirse a un escenario.
Para José Luis, lo más importante de pertenecer a la Academia es la función que tiene de contagiar cultura a nuestra sociedad en permanente construcción. Por otro lado, asume que el reconocimiento supone un riesgo y una responsabilidad. “Siempre hay que dar lo mejor de cada uno, desde el área que sea, y trabajar con amor para el público, ese público tan necesario y urgente al que se refiere Lorca, y esencia única de nuestras emociones y de nuestros sentimientos”, asegura.
Por otro lado, Panero afirma que en “el teatro no profesional o amateur -prefiero estos términos al aficionado- tenemos que ser conscientes de que es necesario dotarle de mayor visibilidad porque representa, desde hace años, una mirada nueva, cálida, muy próxima al teatro heroico, artesanal que lo hace único, y por ello muy alejada y distinta del teatro profesional. No obstante, el uno y el otro se necesitan, ambos beben de las mismas fuentes porque su naturaleza es la misma. Y si el teatro ha resucitado de otras catástrofes, es porque llegarán cogidos de la mano”.
Finalmente, “reconozco que mi experiencia desde los grupos de teatro a los que pertenezco, el Ateneo de Pozuelo o Tassili Teatro, se sintetiza en seguir aprendiendo, en innovar y experimentar, en no tener miedo a cometer errores y en ser consciente de que, especialmente, este nuevo areópago es realmente un premio, un valor seguro hacia el teatro no profesional. Ese en el que tanto nos enredamos a veces, pero con el que disfrutamos infinitamente”, concluye.