Sin duda, dos de las figuras más representativas de Madrid, y más conocidas por los madrileños y turistas, son los leones que custodian la entrada del Congreso de los Diputados. Unos felinos, fundidos en bronce, que han sido fotografiados en multitud de ocasiones. Sin embargo, muchos son los que desconocen la historia detrás de estas dos figuras, ya vinculadas de forma permanente con la libertad y la democracia de España.
Pensar en el Congreso de los Diputados es, sin duda, pensar en sus dos leones guardianes. Unas figuras majestuosas que parecen “proteger” a los representantes democráticos que se reúnen tras las puertas que custodian. Dos leones que, a simple vista, parecen exactamente iguales. Pero, sin embargo, lo cierto es que ambas figuras, que evitan mirarse, guardan un secreto: y es que uno de esos leones es, en realidad, una hembra. Algo que se puede comprobar de forma sencilla, ya que una de las figuras presenta testículos, y la otra carece de ellos.
LA HISTORIA DE HIPÓMENES Y ATALANTA
Así pues, lo cierto es que estos leones del Congreso no podrían ser más “humanos”. En concreto, dos personajes provenientes de la mitología griega, protagonistas de una trágica historia de amor.
Todo comenzaba con Atalanta. Una hermosa ninfa consagrada a la diosa Artemisa, que presumía de ser la mejor cazadora del lugar, y la más rápida. Convencida de que ningún hombre la superaría en una carrera, decidió unir su futuro a esta cualidad. Así pues, todo aquel pretendiente que se acercase a ella, debería vencerla en una carrera para conseguir su mano. Un plan que parecía funcionar, hasta la llegada de Hipómenes.
Y es que el muchacho, descendiente del dios Poseidón, se enamoraba de la ninfa, consiguiendo la ayuda de la diosa Afrodita para conquistar a la joven. Así pues, la diosa del amor daba tres manzanas de oro a Hipómenes, quien las dejaba caer, una por una, durante la carrera, haciendo que Atalanta parara a recogerlas durante el desafío, venciendo Hipómenes a Atalanta, y consiguiendo finalmente el amor de la ninfa.
Un amor que triunfaba, pero que finalmente era traicionado por la propia Afrodita, quien decidía engañar a los jóvenes con artes lujuriosas, y acababa enviándoles a tener relaciones sexuales en el templo de Cibeles. Algo que desencadenaba la furia de la diosa quien, como castigo a los jóvenes, les transformaba en leones. Eso sí, en dos leones macho, evitando así que, bajo su forma animal, pudieran estar juntos.
LOS LEONES DE MADRID
Del mismo modo, según el relato griego, la diosa Cibeles castigó a ambos amantes a tirar eternamente de su carro, eso sí, bajo su forma animal. Esta es la razón por la que los leones del Congreso de los Diputados tiene gran similitud con los leones que “sirven” a la diosa Cibeles en la conocida estatua de la diosa, ubicada en la plaza con el mismo nombre.
Una trágica historia de amor que, sin embargo, parece haber caído en el olvido. Al menos, en Madrid, donde pocos conocen la historia que hay detrás de los famosos leones del Congreso de los Diputados.
Tanto es así que, durante un tiempo, se colocó una leona como tercera estatua en las puertas del Parlamento, buscando un equilibrio entre ambos sexos. Del mismo modo, en 2014, se planteaba la posibilidad de añadir testículos a la segunda escultura, con el fin de hacerlas idénticas. Algo que, sin duda, acabaría con la romántica y desconocida historia de Hipómenes y Atalanta. Dos jóvenes que se han convertido, no sólo en una leyenda griega, sino también en uno de los mayores atractivos de la ciudad de Madrid.