La llegada del frío a la Comunidad de Madrid ha provocado que ya sean muchos los que empiecen a pensar en las estufas como la gran solución para poder seguir disfrutando de las terrazas en las calles de Madrid. Unas estufas que tendrán que seguir las nuevas directrices del Ayuntamiento capitalino sobre el consumo responsable. Normativa que, sin embargo, podría hacer que muchos locales acaben colgando el cartel de “cerrado” en los próximos meses.
Sin duda, la hostelería se ha convertido en uno de los sectores económicos más importantes de Madrid. Algo que ha quedado demostrado tras la pandemia del coronavirus, y especialmente, durante los meses de verano, donde las calles de la capital estaban abarrotadas de mesas llenas y personas disfrutando de un aperitivo al sol en Madrid.
Una situación que podría cambiar radicalmente con la llegada del frío. Y es que, con la bajada de temperaturas que ya se ha empezado a notar en gran parte de la región madrileña, son muchos los que dudan de si acercarse a una terraza. Algo que ha llevado a los hosteleros, desde hace años, a complementar sus terrazas con dispositivos de calefacción, especialmente, estufas de gas.
Unas estufas que, además, se convertían en el gran aliado de la hostelería durante la pandemia del coronavirus. Y es que, a la imposición de cerrar los interiores, la climatización de las terrazas se convertía en la única salvación de miles de locales en Madrid. Unos locales que ahora ven cómo la nueva normativa del Ayuntamiento de Madrid podría avocarles al cierre definitivo.
LAS ESTUFAS, UN PROBLEMA PARA LA HOSTELERÍA MADRILEÑA
Así pues, según la normativa implantada por el Ayuntamiento de Madrid, las estufas de gas tienen los días contados en la capital española. “Ya publicamos una normativa […] que incluye la sustitución de las estufas de gas, por las estufas eléctricas” destacaba al respecto Begoña Villacís, en conversaciones con TeleMadrid.
Palabras de la vicealcaldesa madrileña que mostraban que el plan del Ayuntamiento de Madrid para acabar con las estufas “contaminantes” sigue en marcha de cara a la hostelería. Un plan que consiste en que los hosteleros acaben, de cara a 2023, con este tipo de aparatos de climatización, sustituyéndolos por aparatos eléctricos.
Algo que, actualmente, puede suponer el fin para muchos pequeños negocios de hostelería. Por un lado, el cambio de estos aparatos resulta un nuevo mazazo económico para los bares y restaurantes, que deberán gastarse miles de euros en estos dispositivos eléctricos. Un gasto que llega en plena inflación, y en plena crisis económica, sumadas ambas a la pandemia del coronavirus, cuyas consecuencias económicas aún arrastra el mundo de la hostelería.
Por otra parte, el sector se encuentra preocupado por el consumo de este tipo de dispositivos. Y es que la luz sigue marcando precios desorbitados a nivel nacional. Unos precios que se convertirían en facturas insostenibles para algunos locales tras la colocación de las estufas eléctricas.
LOS MADRILEÑOS, CONTRA LAS TERRAZAS
Sin embargo, el coste de las estufas eléctricas, y el precio de la factura de la luz, no son lo único que amenaza al futuro de las terrazas madrileñas. Y es que muchos vecinos de la capital española parecen cansados del “trato de favor” que recibe la hostelería por parte de la administración pública madrileña. Y, en concreto, del Ayuntamiento de Madrid.
Así pues, muchos son los madrileños que han criticado que, en plena crisis energética, mientras se pide a los ciudadanos un consumo responsable de la energía, el Ayuntamiento financie y apoye las estufas exteriores de bares y restaurantes.
“Fomentando el despilfarro energético y haciéndole el juego a Putin en el peor invierno de Europa” critican desde la asociación de vecinos Retiro Norte. Una crítica que se repite de forma constante: “Están vendiendo en Madrid que dar dinero público en subvenciones a la hostelería para poner estufas eléctricas para calentar la calle es eficiente económica y ecológicamente. El disparate” lamentan muchos.
Palabras que muestran que las estufas eléctricas en la hostelería, propiciadas desde las administraciones, no sólo pueden acabar con muchos negocios en Madrid, que no podrían soportar el gasto, sino que también puede acabar con la paciencia de los vecinos.