La Comunidad de Madrid tiene un problema. Tiene muchos puestos disponibles, tanto en la autonomía como en el Ayuntamiento de la capital, pero no tiene personal “de confianza” para cubrirlos. Una de las áreas del Consistorio más problemáticas es la de Cultura y Turismo. La sala de máquinas de Sol quiere sacar a Andrea Levy “a toda costa”, pero tiene un problema serio a la hora de buscar un sustituto o una sustituta. La idea de Isabel Díaz Ayuso es la de buscar un perfil similar al de la consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid, Marta Rivera de la Cruz. Hay quien habla de “clonarla”, pero parece difícil dada la lista de espera que hay en el Partido Popular de Madrid.
La gestión de Marta Rivera de la Cruz ha gustado mucho en el círculo más estrecho de Isabel Díaz Ayuso. No solo porque su trabajo ha brillado durante la pandemia, sino porque ha conseguido calmar al sector cultural de Madrid, históricamente hostil con los gobiernos autonómicos populares. Este mérito se lo reconocen en Sol, pero quieren replicarlo en la capital para enmendar los profundos fallos de Andrea Levy, por no hablar la ristra de titulares peyorativos que ha dejado a su paso.
LA CONFIANZA DE AYUSO EN MARTA RIVERA DE LA CRUZ
El problema es que, por más candidatos que busquen entre sus filas, ninguno cumple los requisitos que presenta Marta Rivera de la Cruz. Hay quien habla de bajarla a los infiernos municipales, pero fuentes solventes de Sol insisten precisamente en que Ayuso no quiere desprenderse de una de sus consejeras más eficientes.
Clonarla no es una opción. Pero sí imponerla como una plantilla para buscar al sustituto o sustituta. Algunos hablan de los “monchitos” que caerán en la capital y hay quien incluso se ha venido arriba y ha colocado al director general de emprendimiento, Alberto González, con alguna consejería reconocida, pero nadie ha lanzado una apuesta clara sobre quién ocupará el área de Levy. Lo que sí tienen asumido en Sol es que la concejala dejará sus funciones tan pronto como se celebren las elecciones (en mayo de 2023). Y no es que haya muchas voces en el Ayuntamiento que se resistan a la idea.
Marta Rivera de la Cruz tiene dos méritos que han hecho que su pasado en Ciudadanos haya pasado a un segundo plano. El primero, haber mantenido viva la cultura madrileña durante la pandemia contra todo pronóstico. Y el segundo, haber calmado a todo el sector cultural. Este último punto ha sido crucial para Ayuso, pues no es que este sector haya sido precisamente amable con los gobiernos populares.
Aún así, es fácil hablar con cualquier responsable de un teatro, de un cine o de cualquier otro área y sacar la conclusión de que Marta Rivera de la Cruz se ha ganado a estos profesionales. Hacer lo mismo en Madrid es una obsesión para Ayuso, pero parece complicado encontrar otra Marta Rivera de la Cruz que desempeñe esta misma función.
OTRAS CONSEJERÍAS, TAMBIÉN SEÑALADAS
A todo esto hay que añadirle la necesidad de buscar candidatos para ocupar las consejerías que se quedarán sin responsable más pronto que tarde. La de Enrique López, la de David Pérez, la de Carlos Izquierdo y la de Enrique Ruiz-Escudero son cuatro de las más señaladas. Y todas ellas buscarán un consejero en cuestión de meses. Y lo hará sin que haya ninguno con los suficientes galones como para trufar las quinielas que se dejan ver en Sol.
Presidencia, Justicia e Interior, Transportes, Transformación Digital y Sanidad serán cuatro de las consejerías que se quedarán sin dueño. Y si a esto le añadimos la búsqueda de “monchitos” para el Ayuntamiento, queda claro que por primera vez en mucho tiempo hay más puestos que personal que cumpla los requisitos necesarios para cubrirlos.
Marta Rivera de la Cruz, entretanto, sigue de independiente habiendo sido nombrada consejera exclusivamente por designio de Ayuso y no por cuota de partido. Sobre si entrará o no en las listas para las elecciones de mayo de 2023 aún no se ha dicho nada. Eso sí, queda claro que Ayuso quiere contar con ella para, mínimo, mantenerse donde está. Sería un problema para la presidenta de la Comunidad de Madrid vivir una segunda legislatura poniendo en riesgo el sector cultural. Y es que el sector está más que satisfecho con la gestión de Marta Rivera de la Cruz.
Solo quedarían por solucionar (y esquivar) los celos profesionales y algún que otro puñal que se pueda asomar dentro del PP que tenga el nombre grabado de la consejera de Cultura. La ambición ciega de más de uno podría jugarle una mala pasada a Marta Rivera de la Cruz dado que no es raro escuchar el comentario de que no es una “militante de partido”.