La poesía lleva muchos siglos acompañando los pasos del ser humano, dándole consuelo y logrando que su voz sea eterna y bella. Desde La Epopeya de Gilgamesh (2500-2000 a. C) hasta los días actuales, la poesía ha indagado en los temas eternos. Actualmente, este género ha resucitado su brillo y se sitúa entre las preferencias de los lectores, quienes parecen buscar algo más profundo e imperecedero. España es una cuna importante de grandes escritores, pero sobre todo de poetas, uno de ellos es José Antonio Buil que acaba de presentar su octavo poemario, Unbuilt (editorial Cuadernos del Laberinto. Madrid, 2022), un juego estilístico de identidades donde el elemento constructivo es la arquitectura como metáfora de la vida. El lector se encuentra en Unbuilt con proyectos, ruinas, derrotas y escombras; o con deseos que el azar dejó incumplidos. Toda una lección magistral de buen hacer poético cimentado sobre una declaración incondicional por la literatura. No se puede pedir más.
A continuación, José Antonio Buil explica de primera mano el proceso creativo y los pormenores de Unbuilt.
—Unbuilt es un ingenioso juego de malabares entre su apellido (Buil) y el vocablo inglés que habla sobre lo no construido, una metáfora perfecta de la atemporalidad del ser humano. Parece que Las coplas, de Jorge Manrique: “No se engañe nadie, no, / pensando que ha de durar / lo que espera / más que duró lo que vio” son de plena actualidad hoy en día. ¿La literatura es un constante indagar en los temas universales y eternos que conforman a las personas: el paso del tiempo, el amor, la naturaleza, la trascendencia…?
—El título surgió de esa coincidencia anecdótica que vd. señala, pero existe en el mundo una fuente de proyectos arquitectónicos no construidos o demolidos (The Unbuilt) que ha llegado a crear escuela: las “unbuilt ideas”. Y esto es lo que me llamó la atención y lo que debió estimular mi “yo poético” para iniciar la aventura literaria del poemario. La literatura indaga en temas universales porque el ser humano levanta acta, mediante su propia conciencia, del impacto que le causa el mundo que le rodea. Y la poesía da un paso más allá al permitir manejar ese mismo proceso con un código de lenguaje diferente al que se utiliza en el resto de géneros literarios y que al igual que la música, como decía Paul Valéry, “no se puede ni contar ni resumir”.
—Unbuilt, su octavo poemario, acaba de llegar a las librerías de toda España de la mano de la editorial madrileña Cuadernos del Laberinto. ¿Qué es lo que da vida a este libro, qué encuentra el lector en sus versos?
—Para que la respuesta tenga alguna utilidad, tengo que ponerme en el lado de los lectores. Porque su contenido —además del excelente prólogo que incluye—, los poemas, causarán tantas impresiones como lectores se acerquen a ellos. Ni siquiera la crítica más aplicada, aun siendo necesaria, puede contener ni sustituir la extensa gama de sensaciones y opiniones de los lectores. Por lo demás, el autor no debería explicar ni interpretar su obra, solo mostrarla.
—Explíquenos la relación entre la arquitectura y su poesía.
—Como soy médico, no arquitecto, no le puedo ofrecer una respuesta bien cimentada. Pero intuyo que la arquitectura forma parte arquetípica del inconsciente colectivo, así que necesariamente en algún momento tenía que aparecer en esa indagación permanente en la que todo poeta anda metido. Como sabemos, Joan Margarit era poeta y arquitecto, y fue Premio Cervantes en 2021, poco antes de morir, pero es que también desde la medicina el proceso fisiopatológico construir / deconstruir (blástico / clástico) es prácticamente generalizado y permanente en nuestro organismo. La arquitectura, como gran metáfora sociobiológica constitutiva del hombre, está bien presente como fuente de inspiración poética.
—Ya en el prólogo, Emili Rodríguez-Bernabeu se pregunta por el concepto de universo, por la necesidad de ampliar nuestra mirada hacia otros universos e insiste en la perplejidad que causa su poesía. Un gran honor que una figura tan reconocida como Emili le regale este pórtico tan marcado por la fascinación. ¿Qué sintió al leerlo por vez primera?
—Lo mismo, sorpresa y perplejidad. Emili es un gran poeta y escritor con una capacidad intelectual realmente asombrosa para detectar y penetrar en las profundidades del ser humano. A partir de ahí, todo lo que yo pueda añadir solo son intentos de aproximación a su figura, y un eterno agradecimiento por haber escrito el prólogo y conseguir así iluminar el contenido de la obra como un todo, una obra que lo requería porque está toda ella salpicada de zonas de penumbra, a veces impenetrable.
—¿Pessoa decía que “la vida no basta, y por eso existe la literatura”. ¿Cuáles son los motivos por lo que siente usted esa necesidad de escribir?
—Algo parecido vino a decir Roland Barthes en su lección inaugural, cuando se hizo cargo de la cátedra de Semiología Literaria en el Collège de France, en 1977: “La ciencia es basta, la vida es sutil, y para corregir esa distancia es por lo que nos interesa la literatura”. No tengo un motivo para escribir poesía, existe la necesidad y nada más. La poesía es el espejo de nuestro “no saber”, todavía no sabemos bien lo que somos ni de qué formamos parte. Lo único que hacemos es dar vueltas a un círculo en órbitas cada vez más amplias, sí, pero sin salir del mismo plano. Por eso, quizá la poesía no sea más que un efecto, un síntoma, al vernos frente a nosotros mismos en medio de no se sabe bien qué.
—Llama la atención el aspecto estético de Unbuilt. Da gusto encontrar libros de poesía tan cuidados. ¿Está el lector acostumbrado a ediciones chapuceras en el mundo de la poesía?
—Hay de todo, como en botica. En un libro, y más si es de poesía, es muy importante la calidad de los materiales y su apariencia exterior, el tacto, las solapas, la contraportada, la maquetación, todo eso. Estoy muy satisfecho con la cuidada edición que ha conseguido Cuadernos del Laberinto, y su directora, Alicia Arés, siempre atenta y resolutiva, sabe bien lo que hace.
—¿Qué consejos daría a los jóvenes que se inician en el mundo de la escritura?
—Que lo vivan, pero que sean pacientes, que lean, que lean, por ejemplo, cosas como esta entrevista tan agradable que estamos teniendo, porque quizá en algún momento de sus trayectorias se apuren, se irriten o se desanimen y eso les calmará, posee un efecto balsámico. A mí me funciona.
—El conjunto de su obra poética posee distintos registros, tanto de estilo como de fondo temático. ¿Hay algún otro poemario suyo que contenga tan alta o tan especial dosis de originalidad como Unbuilt?
—Todos mis poemarios son bien distintos entre sí, pero Poesía Científica (publicado por la Universidad de Alicante en 2018) merecería la distinción a la que vd. alude. Ese libro está editado en coautoría precisamente con Emili Rodríguez-Bernabeu. Son treinta poemas, quince míos y quince suyos, con prólogo en este caso de la catedrática de Historia de la Ciencia de la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante), Dra. Dª Rosa Ballester Añón. Es de los pocos poemarios en España y en Europa que versan sobre el tema monográfico de la ciencia y la poesía, hasta el punto que los autores decidimos incluir en el libro una advertencia preliminar. Lo que pretendimos fue pensar la ciencia y sentir ese pensar mediante poemas que incluyen personajes históricos y grandes descubrimientos científicos. Una obra que ha interesado a poetas que ven en la ciencia una fuente de inspiración y a científicos con sensibilidad e inclinación por el misterio que la poesía encierra.
—¿Cómo valora la rima y la métrica un poeta del siglo XXI?
—Parece que hay consenso en que ya incluso mucho antes de los novísimos del siglo pasado, la rima clásica y la métrica perdieron sentido y vigencia en favor de una forma expresiva menos encorsetada, mucho más libre y de mayor alcance. Con todo, creo que una medida en los versos es necesaria para preservar el ritmo y la respiración de la dicción. Ayuda a administrar las pausas, mejora la sonoridad, la musicalidad del poema.
—¿Qué libro se está leyendo y qué poemario nos recomendaría para regalar estas Navidades?
—Ocurre que tenemos abiertos varios libros a la vez y luego no terminamos casi ninguno, porque siguen apareciendo más en la “cola de impresión”. Esto se ve agravado por un pensamiento fragmentario acuciante que acaba imponiéndose a través de las tecnologías y no aplicamos bien los filtros de selección. Pero le voy a responder: voy a intentar ponerme ahora con Teoría de la gravedad, de Leila Guerriero, famosa periodista argentina y excelente escritora. ¿Un poemario?: pues cualquiera de Raquel Lanseros, La acacia roja, por ejemplo.
El autor: José Antonio Buil
Nació, vivió y estudió Medicina en Zaragoza. Es especialista en salud pública y ha desarrollado su trabajo en el campo de la gestión sanitaria. Reside en Alicante, donde obtuvo el grado de doctor en la Universidad Miguel Hernández de Elche en 1997. Escribe poesía desde la década de los 90 y sus obras han sido reconocidas y galardonadas en diversos certámenes literarios de ámbito nacional e internacional, como el José Luis Hidalgo de Torrelavega (Cantabria), el Rodrigo de Cota del Ayuntamiento de Toledo, o el Luys Santa Marina-Ciudad de Cieza (Murcia) entre otros. Es miembro fundador del Ateneo Cultural del Colegio Oficial de Médicos de Alicante (COMA).