Hoy, en el Día Mundial del Alzheimer, nos sumergimos en una historia inspiradora de amor y resiliencia que destaca el impacto positivo de la música en el proceso de esta enfermedad. Es importante tener en cuenta las consecuencias de esta devastadora enfermedad que cada día está más presente en nuestras vidas y que deriva de problemas en una serie de mutaciones de un solo gen en los cromosomas 21, 14 y 1.
El Alzheimer es un trastorno neurodegenerativo implacable que afecta a millones de personas en todo el mundo, pero, como descubriremos, la imaginación y la pasión pueden ser armas poderosas contra su avance.
A sus 94 años, Gregoria, residente de la Casa de Reposo Ballesol Mirasierra, ha encontrado una terapia que le hace sonreír a pesar de las sombras que el Alzheimer ha arrojado sobre su memoria. Su hijo, Javier, un apasionado del saxofón, se acerca a diario a esta residencia, llevando consigo un pequeño atril, un altavoz y numerosas partituras. Lo que comienza como una simple rutina musical es, en realidad, una sesión de ‘saxoterapia’ que está marcando la diferencia en la vida de su madre.
Las melodías escogidas por Javier son cuidadosamente seleccionadas para formar parte de la rica historia de vida de Gregoria. Canciones como ‘Dos Gardenias’ de Antonio Machín o ‘Bésame Mucho’ de Lucho Gatica inundan la habitación con suaves notas de nostalgia y amor. Cada día, Javier guía a su madre a través de estos boleros, ejercitando su memoria y estimulando su mente de maneras asombrosas.
Javier nos cuenta con emoción que «el sonido del saxofón, el tarareo de la letra, el movimiento corporal y la expresión verbal, todas estas técnicas estimulantes generan en ella beneficios que el Alzheimer no ha conseguido borrar por completo». Incluso aunque Gregoria ya no pueda hablar con fluidez, el poder de la música le permite tararear las canciones y, lo más importante, le hace sonreír. “Su rostro se ilumina cuando escucha el saxofón. Incluso me responde con un beso”, añade Javier.
LA MÚSICA COMO UN FARO DE LUZ EN EL CAMINO DEL ALZHEIMER
Este acto de amor filial no solo es un regalo para Gregoria, sino que también demuestra la capacidad de la música para proporcionar consuelo y estímulo en medio de la devastación que el Alzheimer puede causar. La música se convierte en un faro de luz en el oscuro camino de esta enfermedad, ofreciendo momentos de claridad y conexión emocional que son invaluables para los pacientes y sus seres queridos.
La psicóloga Alba San José, que trabaja en la residencia de Mirasierra, donde Gregoria vive y es visitada por Javier cada día para tocar sus canciones con el saxofón, respalda esta idea. La musicoterapia es una herramienta eficaz para abordar los desafíos emocionales y cognitivos que enfrentan las personas con Alzheimer. «Se ha comprobado que la estimulación musical disminuye la sintomatología relacionada con la ansiedad y la agitación, lo cual puede ser útil en personas con alteraciones conductuales», explica. Además, la música puede ayudar a compensar ciertas alteraciones del lenguaje, ya que comparte aspectos con el lenguaje, como la prosodia y la sintaxis.
A través de la música, se logra la estimulación de funciones cognitivas superiores, como la atención, la concentración, la memoria y el lenguaje. Pero los beneficios no se detienen ahí; la interacción social, la movilidad y, en última instancia, la calidad de vida de las personas con Alzheimer se ven mejorados significativamente gracias a esta terapia.
LAS TÉCNICAS QUE JAVIER APLICA CON SU MADRE A TRAVÉS DEL SAXOFÓN
Existen varias técnicas de intervención en musicoterapia, y algunas de ellas se aplican con éxito en casos como el de Gregoria. Primeramente, se cuenta con Técnicas Expresivas. En estas técnicas, el paciente es un «creador activo de la música». Pueden involucrar el canto terapéutico o la improvisación instrumental, vocal y corporal. Algunos de los beneficios incluyen el aumento de la autoestima, la motivación, la creatividad y la expresividad. Estas técnicas también fomentan el autoconocimiento y el respeto hacia los demás, lo que es esencial en un entorno de atención a pacientes con Alzheimer.
También se trabaja a través de técnicas receptivas. En este sentido, en estas técnicas, el paciente no es el autor de la música, pero su participación es igualmente importante. Este es el caso que sucede con Javier y, sobre todo, con Gregoria. La música puede ser grabada o en vivo, y se busca provocar recuerdos, emociones, cambios en el estado de ánimo y facilitar la expresión verbal de sentimientos profundos. Estas técnicas revelan el mundo inconsciente del paciente, ofreciendo una ventana a su interior.
Se puede comprobar a través de las imágenes que estas técnicas receptivas que Javier practica y trabaja con su madre han mejorado la calidad de vida de Gregoria dentro del contexto de su enfermedad. El Alzheimer es una enfermedad que afecta cada vez a más habitantes y la población debería estar al tanto de estas técnicas para poder aplicarlas a sus familiares y que, a partir de estas estrategias, puedan mejor la calidad de la enfermedad del paciente.
La historia de Gregoria y Javier nos recuerda que, incluso en medio de la devastación del Alzheimer, la música tiene el poder de sanar, conectar y traer alegría. En este Día Mundial del Alzheimer, su historia nos inspira a explorar aún más el potencial terapéutico de la música y a seguir buscando formas de enriquecer las vidas de quienes luchan contra esta enfermedad.