En el mundo, cada vez más soleras de hormigón se construyen con macrofibras sintéticas, también denominadas “estructurales”, gracias a las ventajas que ofrecen, ya sean de ejecución como económicas, frente a la colocación de un doble mallazo. Los crecientes precios del acero están aumentando los costes de la construcción de soleras de hormigón de forma muy significativa. Gracias al desarrollo de fibras fabricadas de otros materiales, como las sintéticas macro, estos costes se están pudiendo controlar de forma eficaz, ayudando económicamente a la viabilidad de los trabajos de refuerzo de estas soleras de grandes exigencias.
Se denominan fibras estructurales aquellas que son capaces de otorgar al pavimento de hormigón continuo un refuerzo del tipo estructural, es decir, el mismo trabajo que haría un “doble mallazo”. Estas fibras se emplean en soleras cuyo espesor es pequeño con respecto a las cargas que deben soportar. En consecuencia, se añaden macrofibras en unas dosificaciones determinadas, para que puedan actuar después de que se haya producido una fisura en la base de la losa debido a la sobre carga. Esto evita que esta fisura pueda prosperar ocasionando el colapso de la losa.
Un ejemplo en el uso de este tipo de fibras ha sido un almacén logístico en Asturias que en este artículo queremos presentar. Se trata de una solera reforzada con macrofibras sintéticas Barchip MQ58 que han conseguido conferir a dicha solera un refuerzo del tipo estructural, haciendo innecesaria la colocación de una doble malla. Los doblemallazos, además de tener un coste muy alto en material, consumen un tiempo de colocación enorme y requieren una formación muy específica de los operarios. Gracias a las macro fibras sintéticas Barchip MQ58, con una adición de 3,5 kg/m3, la obra se pudo ejecutar en el 40 % del tiempo, comparado a una ejecución con mallazos tradicionales.
Las macrofibras suelen tener un pequeño inconveniente durante la ejecución y es que las fibras pueden florecer en la superficie sacando puntas. Para evitar esto, se debe realizar un estudio reológico que optimiza la formulación adecuada del hormigón. Es algo que no se suele hacer por el coste que conlleva, por lo que el problema de las puntas salientes es algo muy común.
En el caso de las macrofibras metálicas, esto no tiene fácil solución. Cuando se usan fibras sintéticas, estas se pueden quemar con un soplete, aunque tampoco es lo ideal. Barchip es la única fibra que ha conseguido solucionarlo con su modelo MQ58 que no tiene efecto memoria. Es decir, cuando se pule la superficie con helicóptero, estas fibras se quedan dobladas y no se vuelven a levantar, dejando una superficie perfecta y acabada, lista para su uso.