Las soleras de hormigón están presentes en todas las ciudades o polígonos industriales.
Permiten tener superficies lisas sobre las cuales realizar actividades diarias o profesionales y circular ya sea a pie o con vehículos. Su construcción es costosa y requiere una serie de conocimientos que obligan a sus constructores a buscar formas de construirlas eficientes y, si puede ser, de mejor calidad. Esto ha llevado al sector al desarrollo de las fibras para hormigón.
Pero, ¿son todas las fibras iguales? ¿Qué tipo de fibras hay y cómo saber cuál es la más idónea para cada obra?
Las fibras para su uso con hormigón básicamente se dividen en dos categorías: las microfibras, con una longitud de hasta 20 mm, y las macrofibras, cuya longitud es de 21 mm o más largas. Pueden llegar a tener 58 mm de longitud, en algunos casos.
Las microfibras trabajan para paliar los efectos de la retracción plástica del hormigón, especialmente en edades tempranas. Las mejores microfibras para esta tarea son las microfibras de vidrio AR, debido a que su reparto dentro de la masa del hormigón es muy homogénea y su resistencia a rotura por tracción es mayor que el acero. Cientos de millones de filamentos de esta fibra van a reducir la porosidad del hormigón de forma drástica cosiendo las microburbujas de aire, dejando innecesaria la colocación del típico mallazo calzado en el tercio superior de una solera de hormigón (los mallazos colocados en la zona superior del mallazo sirven para inmovilizar el hormigón que se asienta debido a su porosidad). Estas fibras van a conseguir que nuestro hormigón ya menos poroso, además sea más resistente al desgaste, alargando su vida útil. Estas fibras previenen las roturas en el hormigón.
Por otra parte, están las macrofibras. Estas fibras para hormigón pueden ser de acero o sintéticas. Al tratarse de fibras más pesadas, la cantidad de fibras por cada kilo es mucho menor que en el caso de las microfibras, por lo que no pueden aportar los beneficios que aportan las microfibras. Estas fibras para hormigón son aquellas que se utilizan cuando el espesor de la solera es demasiado pequeño con respecto a las cargas que se aplicarán sobre ella. Por ejemplo, una solera de 15 cm de espesor puede ser muy adecuada para un parking de coches, sin necesidad de colocar macrofibras, pero si se va a colocar un contenedor de 20 toneladas sobre ella, se necesita reforzarla con macrofibras, sabiendo que el hormigón por sí mismo no aguantará las cargas en este caso. Cuando el hormigón se rompe por la base debido a sobrecargas, son estas fibras las encargadas de soportar las tensiones “posrotura”. Estas fibras solo entran en acción cuando la rotura ya se ha producido y nunca antes. Si se construyese la solera del ejemplo con un espesor de 25 cm, no se necesitaría utilizar macrofibras, ya que esta no llegaría a romperse nunca. Es su lugar, se añadirían solo microfibras para mejorar la calidad de esta solera y prevenir el desgaste.