Sonsoles Sánchez-Reyes escribe en ‘El alma en los viajes’ sobre personajes o episodios célebres desde una perspectiva poco usual que cautiva al lector

¿Qué personaje histórico usaba de niño un caparazón de tortuga gigante como cuna? ¿Qué genio de la literatura universal fue salvado de la desaparición por un buzo? ¿En qué lugar del mundo puede verse a Julio Verne emergiendo del centro de la Tierra? ¿Dónde lleva más de 400 años la mano de un oso clavada en la puerta de una iglesia? ¿Es cierto que la bebida más famosa del mundo fue en realidad inventada por un español?

A través de una selección de historias recogidas en El alma en los viajes, a lo largo del tiempo por los lugares más diversos, en su mayoría poco conocidas, con un enfoque muy original y profundamente humanas, Sonsoles Sánchez-Reyes propone un recorrido al lector por ciudades, figuras, leyendas y episodios que se muestran a otra luz y abren posibilidades inexploradas, haciendo gala de una aguda percepción aderezada con humor, ternura, preciosas ilustraciones y un bello estilo.

A lo largo de la obra se encuentran personajes de la talla de Juana de Arco, Saint-Exupéry, Secondo Pia, Cyrano de Bergerac, Josephine Baker, Jane Austen, Verdi o Teresa de Lisieux, entre otros. Relatos amenos y fascinantes que atrapan al lector y le llevan de la mano a través de historias que esconde la Historia, desconocidas por la gran mayoría. Historias de seres humanos, de épocas que una vez fueron, de sueños y deseos convertidos en piedras y leyendas, de animales que rezuman nobleza y dignidad. Del latido que siempre se oye si se escucha detrás de los museos y las guías de turismo, de las puestas de sol a las que ningún objetivo puede hacer justicia, del sabor de una comida cuyos ingredientes han absorbido sabiduría de años, lluvia fina y calidez de tierra fértil, de esa cultura ancestral que nunca se ha enseñado en las escuelas.

Episodios que parecerían relatos si no hubieran sucedido, sucesos que aún conmueven por muchas veces que se evoquen. Palabras que un día se pronunciaron y deben hurtarse al olvido. Sensaciones que deslumbraron hasta la imposibilidad de trocarse en palabras. Personas que fracasaron sin sospechar jamás que tras morir triunfarían, proyectos a los que estaba reservado sobrevivir a quienes los idearon.

Un libro diferente que toca el corazón y que hace que lectura permanezca en la memoria.

—¿Qué van a encontrar los lectores bajo un título tan bello como “El alma en los viajes”?

—28 historias breves muy intensas, que se leen en pocos minutos, pero que se quedan en el lector para siempre. Cada una, extensamente conocida por los habitantes de un lugar muy concreto, pero la mayoría ignoradas por el público en general en cuanto nos alejamos unos kilómetros de ese sitio. Relatos que entremezclan historia, literatura y una visión personal autobiográfica; originales, entretenidos, sazonados con humor y ternura, y presentando a personajes o episodios célebres desde una perspectiva poco usual.

—El libro se abre con un prólogo de Carlos del Amor. Todo un lujo.

—Es un magnífico profesional, con una inmensa sensibilidad y un enorme amor por la cultura. Estoy profundamente agradecida a su generosidad de haber redactado un prólogo tan delicioso, en el que muestra una comprensión absoluta de la obra. 

—¿Por qué surge la necesidad de viajar?

—Todos necesitamos hallar nuestro lugar en el mundo y descubrirnos a nosotros mismos en él. Partir es un acto de valentía, porque supone abandonar nuestro ámbito doméstico de mayor protección, y nos deja vulnerables, expuestos a una experiencia personal total de la que, en mayor o menor medida, volveremos transformados. El anhelo de búsqueda de respuestas que lleva a emprender todo viaje nunca se ve culminado, surgiendo paradójicamente más y más interrogantes y la necesidad de ahondar en nuevas rutas y trayectos. Una vez se ha empezado, es un afán sin fin.

—Resulta inevitable fijarse en la poderosísima y bella cubierta y en las fotos interiores a pleno color, todo un lujo de edición.

—Sí, Cuadernos del Laberinto y mi editora Alicia Arés han conseguido un resultado óptimo, y las magistrales fotografías de Gabriela Torregrosa que aderezan cada historia les añaden una dimensión visual que las enriquecen infinitamente. Es fundamental cuidar la estética de un libro, su capacidad de seducción por su belleza, que se une al tacto de sus páginas o al olor de su papel para abrir todo un universo de sensaciones a la experiencia lectora, paralelamente al propio contenido de la obra. Ese reducto sensorial es lo que subyace al hecho de que el libro como realidad material no haya desaparecido tras el surgimiento de las plataformas digitales.

—Es este su primer libro publicado, pero su trayectoria cultural es inmensa. ¿Cómo ha decidido dar este paso?

—Llevo escribiendo toda mi vida, desde que me alcanza la memoria. Es una actividad en la que me encuentro a mí misma y me permite recapacitar sobre las cosas al pararme a pensar en ellas, algo que en la vertiginosa vida actual se hace cada vez más escaso. Es cierto que mi producción hasta ahora ha sido o académica o de pequeño formato, atreverme a conformar un volumen de creación propia era una asignatura que tenía pendiente desde hace demasiado tiempo y ha sido para mí un auténtico deleite convertir este sueño en realidad. 

—¿Cómo ve el mundo de la cultura en la España de hoy en día?

—Lo veo con ilusión y esperanza, desde la plena conciencia de su valor. Contamos con el tesoro de innumerables personas dotadas de mucho talento y ganas en disciplinas y tareas diversas. Veo un sólido relevo generacional y propuestas innovadoras de altísimo interés. Creo firmemente en la cultura como un poderoso recurso sin parangón, en muchas vertientes: como potente e imparable elemento transformador del mundo, como activo para lograr el desarrollo y la cohesión social y extender la educación y el espíritu crítico ciudadano, como motor económico y de creación de empleo, como medio de comunicación y entendimiento… Por todo eso y mucho más, a la cultura hay que cuidarla, respetarla, preservarla y apoyarla, por supuesto que las Administraciones, pero no solo ellas, también cada uno de nosotros en nuestro pequeño entorno, porque no en vano la cultura es un constructo netamente humano, somos nosotros mismos.

—¿Con qué personaje histórico se iría de cañas; y, con qué otro, de viaje?

—Sospecho que contemplo la historia con mirada de escritora. Siempre he tenido la costumbre de humanizar y desmitificar a los personajes históricos, trato de investigar y reflexionar sobre ellos para entender sus circunstancias y ponerme en su lugar lo más posible. Me despiertan curiosidad y los siento actuales por el hecho de que de muchas de sus decisiones y actos han surgido ramificaciones que llegan hasta hoy. De algún modo, haciendo eso, consigo “irme de cañas” o “de viaje” con ellos, a su época y lugar, para acompañarlos y observarlos más de cerca, estableciendo cierto vínculo personal y emocional con ellos. No me conformo sin más con visiones heredadas o cubiertas de naftalina, me atrae el reto de aproximarme a las figuras de primera mano.

—¿Cómo definiría la felicidad?

—Siempre esperamos que la felicidad se anuncie espectacularmente con chirimías y fuegos de artificio, que venga precedida de heraldos como experiencias extremas o emociones fuertes, y se pueda reconocer mirándola cara a cara en cuanto hace su aparición estelar. Y nada más lejos de su verdadera naturaleza. La felicidad gusta de mimetizarse en detalles humildes, camuflarse en pequeñas rutinas cotidianas, esquivas al ruido: un abrazo a una persona querida, unos instantes de conversación sincera en la cocina con una abuela o un hijo, un paseo por un parque otoñal con tu perro, un corazón en unos apuntes de instituto… y, por lo general, no suele reconocerse mientras está teniendo lugar, sino que tarda mucho en revelarse, escoge hacerlo caprichosamente mucho más tarde, cuando el momento por desgracia ya es irrepetible, cuando el paso del tiempo nos ha aclarado la percepción y nos ha hecho comprender con sobria lucidez toda la grandeza luminosa que ocultaba tras su nimiedad. 

—Recomiéndenos en no más de diez palabras su libro, El alma en los viajes. ¿Por qué debiéramos leerlo?

—Es un libro cuya lectura te cambia para siempre. 

La autora: Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaría

(Ávila, 1968) es Doctora en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca y Licenciada en Derecho por la UNED.

Es profesora titular del Departamento de Filología Inglesa de la Universidad de Salamanca, adscrita a la Escuela de Educación y Turismo de Ávila, de la que fue Subdirectora de 2004 a 2008 y Directora de 2008 a 2016. Actualmente, es la Delegada del Rector en el Campus de Ávila, para las relaciones con Patrimonio Nacional y en la Escuela Nacional de Policía, Centro adscrito a la Universidad de Salamanca, así como la Directora de la Sede de Cursos Internacionales de la USAL en el Campus de Ávila.

Es la Coordinadora del Área de Humanidades de la Institución Gran Duque de Alba, dependiente de la Diputación de Ávila, así como la Coordinadora de la Sección de Literatura y Filología.

Ha participado en cerca de un centenar de congresos y cursos y es autora de más de 70 publicaciones entre libros, capítulos y artículos en revistas especializadas, en diversas áreas de la Lingüística Aplicada, la Enseñanza de la Lengua Extranjera y la Literatura.

Ha sido Teniente de Alcalde de Cultura del Ayuntamiento de Ávila entre 2011 y 2019.

Ha recibido el Premio Extraordinario de Licenciatura en 1992 y la Cruz al Mérito Policial con Distintivo Blanco en 2002.

Desde hace muchos años colabora de forma habitual en diversos medios de comunicación, como Onda Cero, SER, COPE Pinares, La Gaceta de Salamanca, Tribuna de Ávila, Diario de Ávila y CyLTV.

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