Los restaurantes centenarios de la capital madrileña acaban de ser declarados espacios culturales y turísticos. El motivo de ello es que tienen especial significación ciudadana e interés general para la ciudad.
Estos establecimientos forman parte del patrimonio de Madrid y de su historia gastronómica. Además de ser, evidentemente, testigos directos del paso del tiempo y de la evolución de nuestra ciudad.
Los doce restaurantes centenarios, agrupados en la Asociación de Restaurantes y Tabernas Centenarios de Madrid (RCM) aúnan tradición, cultura y gastronomía. Y son los siguientes:
Bodega de la Ardosa (1892)
Con 120 años de historia a sus espaldas, realmente se respira el aroma del siglo XIX nada más entrar por la puerta de la Bodega La Ardosa.
Fue fundada en 1892 por Rafael Fernández Bagena, que poseía viñedos en una comarca de Toledo y quería dar salida a sus vinos. En 1970, el local fue adquirido por Gregorio Monje, quien le dio su toque personal, aunque el toque maestro corrió a cargo de su mujer, Conchita.
Fue cuando empezaron a participar en concursos de tortilla y a traer cervezas de todo el mundo. En 1995, falleció Gregorio y se quedó al frente del negocio su hijo Ángel, que ha mantenido vivo el espíritu de su padre.
No te puedes perder la tortilla de patatas. Simplemente exquisita. Ni tampoco tapas como el salmorejo o las croquetas de cecina. Combínalas con alguna cerveza que no conozcas o con el vermú de barril..
Se encuentra en la calle de Colón 13, al lado de Tribunal.
Restaurante Botín (1725)
Fundado en el año 1725, es considerado el restaurante más antiguo del mundo, según el Libro Guinness de los Records. Por su parte, la revista Forbes le reservó el tercer puesto entre los 10 mejores restaurantes clásicos del mundo.
Es un pecado visitar la ciudad madrileña y no probar sus deliciosos cochinillos y corderos asados al estilo castellano. Proceden del triángulo mágico de esta carne: Sepúlveda-Aranda-Riaza.
También se puede degustar muchas otras delicias: una buena merluza de pincho, lenguado fresco, las almejas Botín, la sopa castellana, el refrescante gazpacho y otros manjares que vienen acompañados de los mejores caldos.
Es toda una leyenda en la historia de los restaurantes españoles, mencionado en obras literarias de diversos autores. Hemingway, gran aficionado al cochinillo, escribió que comía un cochinillo y bebía tres botellas de rioja él solo.
Se encuentra en la calle Cuchilleros 17, entre La Latina y la Plaza Mayor.
Café Gijón (1880)
Es un establecimiento con mucha historia a sus espaldas. Fue fundado en el año 1880, testigo de innumerables encuentros literarios con los personajes más célebres de la literatura española, así como personajes de distintas disciplinas artísticas.
Entre los primeros, Pérez Galdós, Valle Inclán, García Lorca o Camilo José Cela. Y entre los segundos: Orson Welles, Dalí, Buñuel o Sorolla. Su decoración nos traslada a otra época, solo hace falta un poco de imaginación y conocimiento de su historia para percibir en su ambiente algo distinto.
En cuanto a su oferta gastronómica, pueden disfrutarse platos deliciosos como el mousse de bacalao, la carrillera ibérica guisada al Rioja, el tartar de salmón o la presa ibérica con salsa de boletus. Sin olvidar postres como un delicioso sorbete de mandarina o una tarta de manzana.
Se encuentra en el Paseo de Recoletos 21.
Lhardy (1839)
Lhardy lleva abierto desde 1839, y es un pedazo de historia viva de la ciudad de Madrid. Por allí ha comido el mismísimo Manolete y hasta ha sido citado en obras deAzorín, Galdós o Gómez de la Serna.
En este restaurante el cocido se sirve en dos vuelcos. Y ya avisamos que su precio no es nada barato, sale a 36’50€ por persona, pero merece mucho la pena.
Es un puntazo que el primer plato, la sopa, contenga tropezones de gallina y carne. Y el segundo vuelco contiene todo lo debería llevar un buen cocido, pero su tocino y verdura son realmente especiales.
Podrás disfrutarlo en la Carrera de San Jerónimo 8, a escasos metros de la Puerta de Sol.
Malacatín (1895)
Malacatín abrió sus puertas en 1895, cuando su servicio consistía en ofrecer vinos y aguardientes. Actualmente, es considerado uno de los templos del cocido en la ciudad de Madrid.
En este restaurante sirven en tres vuelcos. Una sopa con cebolletas y pizarras, de sabor intenso, unos garbanzos acompañados de verduras y las viandas. Estas últimas incluyen manitas de cerdo, un buen morcillo y codillo en lugar de la típica punta de jamón.
El precio es de 21€ por persona. Su cocido es tan copioso que te proponen un reto: el que lo acaba, no paga. ¿Te animas a intentarlo?
Se localiza en la calle de la Ruda 5, en La Latina. No olvides reservar antes de ir, ya que suele tener lista de espera.
Casa Labra (1860)
En el año 1900, existían 1.500 tabernas en la ciudad de Madrid para una población de 840.000 habitantes. Y sólo en la calle Tetuán, junto a Casa Labra, había tres de ellas.
Actualmente, esta centenaria taberna puede presumir de haber sido testigo directo de la historia de Madrid. Y también de constituir gran parte de las señas de identidad de esta acogedora ciudad.
Su especialidad es el bacalao y las croquetas de bacalao, que podrás degustar en un ambiente que ha permanecido casi inalterable desde el año 1860.
Con el tiempo se han querido acercar a la cocina más actual, sin olvidar las recetas más clásicas de bacalao. En este restaurante ofrecen una amplia carta de pescados y carnes, así como una cuidada selección de vinos.
Se sitúa en la calle de Tetuán 12, a escasos metros de la Puerta del Sol.
Posada de la Villa (1642)
Allá por el S.XVII, en la Cava Baja, se encontraba el único Molino de Harina de Madrid. En 1642 pasó a convertirse en la primera Posada de la Corte, donde se daba comida y aposento a todos los viajeros que llegaban a Madrid.
En 1980, vencida por el paso del tiempo y amenazada de ruina, fue rescatada tras una minuciosa restauración por el hostelero D. Félix Colomo, para que continuara en pie y se convirtiera en Horno de Asar.
En La Posada de la Villa se han dado cita personajes muy conocidos pertenecientes al mundo de la política, cultura, arte y deporte, así como el más distinguido público de todas la regiones de España y del mundo entero. Sus sillas llevan inscrito el nombre de todos aquellos que disfrutaron de su excelente comida.
Gracias a su larga y fructífera trayectoria, se le han otorgado multitud de premios y condecoraciones: Guía Michelín, Gran Collar Gastronómico Internacional, Premio Nacional de Gastronomía Internacional, Chaine des Rotisseurs y Comercio Centenario de Madrid.
Se localiza en la calle de la Cava Baja 9, al lado de Tirso de Molina.